Me levanto en mi único día festivo de esta semana a las 9,15 horas. Tengo que hacer mi práctica diaria, preparar algo de comida -hoy me siento cocinillas-, arreglarme y partir a mi reunión dominguera de sadhaneras locas.
Me gusta sentirme tan activa desde primera hora. Invento un arroz tres delicias a mi medida, elaboración no demasiado complicada, pero con muchas, muchas dosis de amor. Meto mi equipación en mi bolsa de flores y me encamino al metro.
Me sonrío. Es la misma bolsa de flores con la que hace dos años recorría la ciudad de punta a punta, desde mi barrio a C., vieja ciudad del amor. Desde hace unas semanas me vuelve a acompañar en viajes intraurbanos, esta vez con destino a otro tipo de reuniones donde, de otra manera y desde otro punto de vista, mi corazón se abre, comparte y recibe.
Pienso en todo lo que me ha traído este último año y, a pesar de todo o sin pesar de nada, doy gracias porque mi presente es consecuencia de mi pasado. O, sin matiz ninguno, doy gracias por cada momento presente.
CENA DE YAYOS Y PRETENDIDA MODERNIDAD
Hace 5 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario