Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

lunes, 26 de junio de 2017

Sexo ¿solo o con leche?


Me lo cuenta Mel:

Me metí en la página más absurda del mundo dispuesta a sortear un montón de citas aburridas si fuera preciso, con la esperanza de encontrar algo distinto que me diera vidilla. No se cumplieron mis previsiones, a veces la vida te da sorpresas y a la segunda me topé con un gigante monstruosamente hermoso e interesante.

En serio, Maru, era hermosamente monstruoso, de haber tenido lápiz y mayor talento pictórico lo habría retratado al natural para ilustrar una nueva edición de "El gigante egoísta". 

Otra persona se quedaría a cuadros con esta declaración, pero conozco a Mel tan bien como conozco ese cuento y sé que es una imagen de lo más halagadora.

Pero me estoy adelantando, en esas páginas todo empieza virtualmente, yo aún no sabía que mis ojos iban a hacer chiribitas nada más verlo, pero ahí estaba un tío de lo más salado sabiendo perfectamente lo que tenía que decir para derrumbar mi muro de protección de novata en la red "paso de rollo de una noche", "prefiero tomar un café de tanteo", "¿qué hago yo en Guadalajara si llego y nos repelemos". Me toreó con mil argucias que yo sabía ficticias, hasta se puso digno cuando le señalé que se le veían muchas tablas: "no somos vergas con patas" me espetó, creo que hasta consiguio que le pidiera disculpas. Qué más dá, era tan salado. Con tanto desparpajo me dejé arrastrar ¡Qué carallo, la vida son dos días!, me dije.

Así que me lié la manta a la cabeza y me fui. ¿A Guadalajara? Sip. Vaya. Cuando llegué a la plaza dónde habíamos quedado vi un hombre mayor y terrible sentado en un banco. ¡Mierda!, me dije, ya la he liado otra vez. Pero respiré hondo y en lugar de salir corriendo me acerqué para descubrir con alivio que no era él. Miré para el otro lado y allí estaba. ¡Qué sonrisa! de vividor total. Te desarmó... Me tenía entregada, dispuesta a conocerlo, lo quería saber todo sobre él, a medida que avanzaba la tarde más me gustaba y mayor era mi interés. Sucumbí, porque me dió la gana y lo pasé genial.

¿Y?

Su desparpajo menguó a lo largo de la semana, con lo que me había aficionado yo a su charleta pico y pala de la semana anterior. Así que llegó el momento de las preguntas, yo no estaba muy lúcida, creo que la inseguridad me envolvía, y ya sabes que cuando escribo mensajes me creo Cortazar, así que en lugar de un simple "¿repetimos?" me salió un "¿te intereso?"

¡Ups! Sí, error garrafal. Excusas, evasivas... Más o menos, lo dejé respirar un par de días y ataqué de nuevo con un mensaje totalmente masculino, directo, nada de literatura. Me funcionó, pero soltó lo que estaba deseando soltar: "solo te puedo dar sexo, ya sabes"

¿Ya sabes? Sí, debe ser que me pasó inadvertido algún arqueamiento de cejas superexplícito en el que me revelaba todo su juego. Me hice la fuerte, apelé al ellos son de Marte, nosotras de Venus. Yo solo quería volver a verlo, conocerlo más. "Tú lo llamas solo sexo, yo lo llamo conocer a alguien", me dije, en el fondo es lo mismo. Así que le dije que vale, estupendo, olé, olé, olé...

Y os volvisteis a ver. . ¿Y? Pues que me lo volvía a pasar genial, pero fue demasiado fugaz y sus mensajes se fueron diluyendo poco a poco y todavía más, y quizás vuelva a pecar de impaciente, pero es que vuelvo a reafirmame en que a mí el sexo, vale que me gusta bien cargado, pero con leche, por favor, y tostadas, y desayuno, y risas, complicidad e interés y charleta y más y más y más. Lo siento, soy una insaciable.

jueves, 22 de junio de 2017

Ocupas en el balcón

Volver a casa, después de una ausencia demasiado prolongada, y encontrarte que el balcón está atrancado. No hay manera. El momento que siempre has temido ha llegado. Tu vida virtual está compuesta de una red de correos, usuarios y contraseñas que se entrecuzan y tu mente se ha quedado en blanco.

Tras tres sms, cinco mails y una libreta para apuntar las nuevas contrañas, retomas el control y te asomas de nuevo a tu balcón. Te reeencuentras con tus alter ego, perdidos entre bits y el olvido.
Lees por casualidad algunas de tus entradas antiguas y te sorprendes de aquellas flores tan llenas de alma y tan bien cuidadas. Eras buena, te dices, me sorprendes. ¿Lo habías olvidado?

Hace tanto que no te dejas llevas por las palabras, que no opinas, no inventas, no cuentas, no imaginas sobre el papel o la pantalla, que tus dedos se sorprenden al deslizarse por el teclado y te parece que ahora van más rápidos que tu propia mente, aunque siempre fue al revés.

Desde hace meses buscas una señal que te vuelva a tu ser, que te saque de la inactividad creadora de el último o los últimos años. Piensas que no tienes nada que contar, parece que el tiempo se ha detenido y el calor te derrite la sesera aún más que nunca.

¿Eres la misma persona de hace ocho años? Un poco sí y un mucho no o un mucho no o un poco sí ¿quién sabe? Y de pronto, qué tonta, te pones nostálgica. Pero no te dejas atrapar. Te sientas erguida sobre la silla, te inundas de prana y te repites: adelante, siempre adelante.

Te has planteado si cerrar la ventana y abrir, quién sabe si una puerta, pero no, no abandonemos el balcón, lo reconquistaremos. Atras ocupas: desidia, abandono, parálisis, miedo. Mis diez dedos y mis siete chakras volvemos a la carga... y que salga lo que salga.