Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

domingo, 31 de octubre de 2010

El alcalde y los seductores

El viernes me tocó teatro. Otro plan ¡chas!. Me llovieron las entradas. Así que allí me fui, a ver en vivo y en directo "El Alcalde de Zalamea" de Calderón de la Barca, por la Compañía de Teatro Clásico. Confieso que a mí, las obras de teatro clásico me gusta que sean eso, clásicas. Y que ésta lo es. Es la tercera vez, repartidas en muchos años -así que como siempre doy mi opinión de amateur- que veo una representación de la Compañía. En las dos ocasiones anteriores me chirrió algún "toque de originalidad".
No ocurre en ésta. Los personajes son de época y la ropa de época, como a mí me gusta. Los actores, como tienen que ser, nada excesivos. El libreto genial, diálogos ágiles y con ingenio (no sé si será el texto original de Calderón o adaptación). Hay que sufrir, como en muchos de los clásicos el papel de la mujer en la época (ya os he dicho que cada día estoy más feminista: aquí clama al cielo, la hija del alcalde, una vez violada, entiende que al haber "deshonrado" -manda narices- a su padre, se merece morir a manos de éste; menos mal que el padre tiene dedo y medio de frente y abrazándola la lleva a casa, pero la primera solución que busca es intentar convencer al criminal de que se case con su hija para remediar la afrenta; la afrenta, claro, no es haber violado a la hija en sí, sino haber manchado la honra del padre), ¡ay!, que la Historia es la Historia, por mucho que nos pese, y tampoco es cuestión de cambiar los Clásicos en pro de la política de igualdad.
Pero la que os recomiendo de verdad, es Los Seductores. Cine francés del bueno. Porque el cine francés tiene eso, que o son películas buenísimas o son unos bodrios de no te menees. Esta es divertida, original, y eso que es una "típica comedia romántica", con unos personajes encantadores "jugados" por unos actores muy agradables. Para reírte un montón y, claro, yo que me pierdo sólo con oír un "bonjour madame", la recomiendo en V.O.

jueves, 28 de octubre de 2010

Apoteosis

Me calzo mis zapatos de claqué
y bailo en "Adho Mukha"
mientras dibujo una tira cómica
sin dejar de centrarme en el tercer ojo.
Siento como me inunda la energía,
mis dedos podrían soldar corazones.
El ritmo de mis pies resuena
en la habitación
tip, top, tip, tip, top, top
Vuelvo a ser hermosa,
como una espiga al atardecer
o un girasol al mediodía
y la sonrisa se vuelve a pintar
en mi cara.
Tip, top, top, tip, tip, tip
Abro el pecho
y desde el último chakra
vuelan mis personajes de tinta,
hacia el más allá,
que lo es todo.
Tip, top, tip, tip, top
La piel de mis sienes
resbala hacia mi espalda
y noto como me convierto
en una bola de fuego incombustible.
Mis muslos hacia dentro,
mis tobillos interiores hacia el cielo,
piernas fuertes,
corazón abierto,
un lápiz que dibuja,
unos pies que se mueven,
respiración larga y profunda,
un folio en blanco,
tip, top, tip,
mulabhanda,
un borrón de tinta sobre la mesa,
todo eso soy yo.

Y algunas cositas más.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Comienza la cuenta atrás

La redacción del blog está revolucionada. Maru no para de gritarme. Desde que Mina -ataque directo de la competencia- dio la alarma de mi metedura de pata, hemos tenido tres Consejos de Redacción y una reunión con los directivos. ¡Nos gusta tanto hacernos las importantes! Un Editorial, al menos una Fe de Erratas, ha propuesto Maru, mirándome por encima de sus gafas de intelectual, que por supuesto no tienen cristales. Las mismas que utiliza cuando asiste a conferencias, su sueño es engatusar a un intelectual, pero por el momento no lo ha conseguido (un intelectual auténtico, me dice, no un "cultureta disertador". Así nos luce el pelo, pidiendo chicos de catálogo).
Yo me he decidido por jugar el papel de poli bueno. Es decir, sin perder la calma me he centrado en sacar partido de la situación. Es fácil, Maru, lo único que tenemos que hacer es dar a entender que esa metedura de pata ha sido la acción inicial de nuestra planificada estrategia publicitaria de cara a la megacelebración de nuestro aniversario. A partir de ahora comienza la cuenta atrás.
Os invitamos a participar en nuestro aniversario, haremos varios concursos y todos tendrán premio:
-Premio Groupie del año: premiará la fidelidad al blog, será para aquél que haya dejado patente su seguimiento del diario y haya dejado huella en nuestra sección de comentarios. El galardonado recibirá una taza con la ilustración o fotografía que más le haya impactado de El Balcón (Se puede elegir nuestra ilustración de portada).
-Premio ¡Ojalá hubiese escrito yo esa entrada!: Os invitamos durante este mes a enviarnos la entrada que quisierais leer en El Balcón. Además de publicar la entrada en nuestra reconocidísima publicación virtual, el ganador recibirá un cuaderno viajero, con algún detalle personalizado, ideal para llevar en el bolso o en la riñonera y tomar nota de todo, fijar ideas voladoras y, quién sabe, esbozar entradas de vuestro propio blog. Podéis enviar vuestras participaciones a la dirección de correo electrónico que encontaréis pinchando en el "Mel" que hay bajo "Contribuyentes" en el lado izquierdo de la pantalla (según la miras), tendréis que pinchar en donde pone correo electrónico dentro de mi perfil).
-Premio, ¡Mira Maru, soltero, interesante, y nos leía en secreto!: para participar, únicamente debes darte a conocer, evidentemente -si es que existe- ganará una cena con aquella de nosotras que elija. (Un aniversario, es un aniversario, hay que darlo todo).
Como veis estamos tirando la casa por el balcón. Ahora sólo depende de vosotros que podamos celebrar el aniversario de El Balcón como nuestras petunias se merecen. ¡Manos a la obra! Y recordad, nuestro aniversario es el 23 de noviembre.

ANIVERSARIO


Qué despiste. Tanto tiempo esperando y en esta semana tonta que ha pasado se nos ha ido la fecha de nuestro primer aniversario. El día 23 de noviembre hizo exactamente un año que Marú me pegó un telefonazo y me trajo a esta dirección virtual
Me gusta nuestro balcón. Tiene buenas vistas, energía positiva y una luz inmejorable.
Ha sido un buen año. Hemos lanzado palabras al vuelo, algo que nos encanta. Tenemos tres seguidores, y, al menos, cinco fieles lectores. Hemos superado las mil visitas (y eso que pusimos el contador en mayo).
No estaremos en la OJD, pero funcionamos.

Miscelánea (de nuevo)

No puedo regañar a Mel, yo estoy igual, viendo caer las hojas de los árboles. ¿Será que el otoño me paraliza verbalmente?
Y no será por falta de temas. Podría haberos hablado esta semana del cambio de Ministerios y de Ministros, sacar mi lado más reivindicativo y despotricar: sobre como la reorganización de Carteras o de Consejerías no es más que un gasto estúpido que se sucede gobierno tras gobierno, sólo en papelería, por ejemplo (esto me lo enseñó una amiga mía que trabaja en la administración, pero si Bernstein y Woodward no revelaron jamás el nombre de Garganta Profunda, yo no voy a ser menos respetuosa con mis fuentes); o sobre el daño que le hizo a la igualdad crear un Ministerio de Igualdad dirigido por una pipiola sonriente y hacerlo desaparecer unos meses después -no dudo de que la pipiola sea competente, pero la imagen, y la imagen vale un potosí, era frívola-, me mosquea, creo que la Igualdad es demasiado importante para frivolizarla al convertirla en un regalito para esas "anticuadas feministas". La igualdad ya existe, oigo decir a algunas mujeres. Y me chirrían los oídos. La igualdad existe en algunos niveles sociales, y no es tal. Creo que a medida que los años me van mutando en feminista (os iba a poner entre paréntesis una explicación de lo que entiendo por feminista, pero que cada uno se haga la idea que quiera, no voy a justificarme, ¿lo estoy haciendo ya, no?).
Bueno, eso, que os decía que podía haberos hablado de política, y no lo he hecho (bueno, un poco más arriba sí, es que me lío, me lío). Pero también me podía haber metido en el terreno personal y hablaros con satisfacción de los dos acontecimientos amicales de la semana: Mis amigos M. y R. nos comunicaron su boda, así de golpe y porrazo, en una emotiva comida de cumpleaños en la que se nos pusieron los vellos de punta y alguna que otra soltó una lagrimita. Y mis amigos M. y C. vieron por fin a sus mellizos. Dos acontecimientos triviales, pero con mucho significado y mucha historia a nuestra edad. Me encanta emocionarme con la alegría ajena, me hace sentir humana en el lado más positivo de la palabra.
Otra posibilidad hubiese sido hablaros de comic, y recomendaros la saga blacksad, con su sensual gato detective, estoy pensando que algún día tengo que hablar de tebeos, o confesaros que aún no tengo argumento para mi propio cómic. Os podría hablar de lo que me gusta la comida japonesa y lo interesante que me siento comiendo con palillos. Soy así de simple, nunca lo he escondido.
Y seguramente os podría haber contado más cosas, porque está claro que en cuanto toco la primera tecla mis dedos se lanzan. Así que no hay excusas, una de dos o el otoño me ha atacado o me he inundado de dejadez. I'm sorry.

No me gusta dejar abandonado mi balcón tanto tiempo.

lunes, 18 de octubre de 2010

El libro de instrucciones (parábola vital)


Cuando Adán se comió la manzana y Eva, resignada, accedió a llevarse toda la culpa a pesar de haber sido manipulada por el primero para arrancar el fruto del árbol y prepararle un suculento pastel. Cuando todo esto ocurrió, digo, todo el mundo se llevó las manos a la cabeza porque ahora tendríamos que trabajar para ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente.
Una nimiedad. El gran castigo, el verdadero castigo, fue que Adán y Eva no pudieron regresar al campamento base y recuperar El Libro.
Al igual que en el inicio había habido una sóla lengua y nos la cargamos al construir aquella torrecita de la que ahora se reirían las cuatro torres -pero claro, dirían los de Babel ahora que el mal está hecho y no tenéis nada que perder, la proeza no tiene ningún mérito-; de la misma forma, en cuanto pusieron el pie fuera del Jardín del Edén, nuestros queridos abuelos comunes se dieron cuenta de que la habían liado parda.
Desde entonces, caminamos por este esférico mundo intentando recuperar nuestro Libro de Instrucciones. Tarea ardua e inabarcable, misión individual y colectiva y por ende paradójica. Cada uno de nosotros construye su propio libro, con experiencias propias y ajenas, de forma intuitiva a la vez que empírica. Un galimatías. Surgen cientos de teorías, técnicas, escuelas, prácticas... y todas dan vueltas alrededor de la misma idea, con puntos en común y puntos divergentes. Pero ¿alguien pondría la mano en el fuego por defender su Libro de Instrucciones como el único y verdadero?
Pero no preocuparse, no preocuparse, la clave está en estar dispuesto a crear tu propio libro, no darlo nunca por acabado, borrar, retocar, tachar, volver a escribir, comparar, compartir, experimentar, cambiar de perspectiva, coger un poquito de aquí y un poquito de allá, crear nuevas recetas, añadirles sal, quitarles agua, combinar ingredientes y darte cuenta de que el Libro nunca estará completo, pero cada vez será más acertado.
Estos queridos abuelos comunes nuestros la liaron parda, pero la verdad es que la cosa tiene su gracia.

sábado, 16 de octubre de 2010

La red social

Impresionante. Rápida, inteligente y equilibrada. Rápida porque el ritmo es vibrante, mantiene tus cinco sentidos alerta durante toda la película, que no se hace corta, ni larga, tiene la medida justa (no sé ni cuanto dura). Inteligente, porque lo son sus protagonistas y los diálogos son geniales. Equilibrada, porque con lo que hoy representa Facebook y dos demandas de por medio el guión podía haberse convertido en un culebrón cualquiera.
Estilo, una película hecha con mucho estilo, que no se para en estereotipos al presentar a los personajes, simplemente son seres humanos desenvolviéndose como seres humanos, es decir, cada uno a su manera. La forma de contar la historia, el argumento -conocer los entresijos de como Facebook vio la luz es de por sí interesante-, los actores, todo es inmejorable. Yo no le he encontrado ningún fallo.
En serio, si no sabéis que hacer este fin de semana acercaos al cine, merece la pena.

jueves, 14 de octubre de 2010

Morriña Vs. Wahe Guru

Ando estos días volviendo a las andadas. Me voy al Norte y me doy cuenta de que hay un algo de morriña en el fondo de mi ser que de vez en cuando me ataca. Me tomo semanalmente mi puré de alimentos blancos y naranjas, mientras por los rincones me digo que yo sé qué es ese algo que me falta, me falta gritar a pulmón batiente ¡qué bonito! ¡qué alegre! y luego un largo nombre con sus dos apellidos, volverme cursi, decir amore y visitar otros barrios.
En resumen, que aunque haga un par, o más, de meses que no me pego una llantina de las mías, todavía se me nubla el contexto, al menos, una vez al mes.
Pero lo bueno, es que como ya os he dicho miles de veces soy volátil y cambiante, y el más pequeño detalle me sube la moral.
Esta misma tarde, mientras me cambiaba rauda y veloz para mi clase de yoga, al quitarme un pendiente perdí una tuerca -del pendiente, éstas sí me paro a buscarlas-, la busqué, antes y después de la clase, y la di por perdida. Pero cuando baje a la calle, mientras hablaba con B, metí la mano en el bolsillo trasero de mi vaquero y... no os lo vais a creer, el Wahe Guru me la había devuelto, un buen augurio que renueva mi energía y me desnubla el contexto.

Como dice mi amigo el porteño, no hay nada mejor que disfrutar de las cosas sencillas de la vida.

Y como no sé que foto ponerle al post, una dedicada a C.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Chassss


Me volvió a ocurrir. Según me ponía el abrigo el viernes para salir del trabajo me "regalaron" el puente. Ellos son así, les gusta añadir emoción a nuestra vida.
Como mi profesora de fotografía siempre está dispuesta a abrir mi mente, mi corazón y mis ojos, le envié un SOS por SMS. "No te pierdas el Norte" me dijo Lola.
¡El Norte!, ni loca.
Así que metí cuatro camisetas y un poco más -bueno, un poco más, nunca consigo ser lo suficientemente minimalista en cuestión de maletas- y me planté en Lugo, Suroeste, Sierra del Caurel.
Otoño emergente, castañas por los suelos, montes, valles, curvas, caldo, Meigas, un tiempo estupendo, y verde mucho verde ¿qué más puede pedir una Maruxiña cualquiera?

Y os podría contar más cosas, pero no saco tiempo y como Alexia me ha regañado, pues publico mini-post informativo. Y de regalo: al loro con la foto, porque haberla haylas y si os fijáis veréis los ojos de la Meiga que asoma tras la montaña (Y si no puedes imaginar nada, deberías ver menos la tele)

martes, 5 de octubre de 2010

Glamour? Oui, C'est moi



Os lo tengo que contar, o reventaré. El sábado estuve en la tienda de Manolo Blahnik. AAAAAhhhhhhh.
Sí, como lo oís. Llegué, compré y mientras me cobraban ojee precios, poniéndome bizca. Salí de allí con una bolsa colgada del hombro donde se leía nítidamente MANOLO BLAHNIK. De pronto me sentí otra mujer.
¿Qué más daba que aquella bolsa sólo contuviera un libro que para más inri no era más que un encargo? Yo, la chica en zapato plano, vaqueros de Sfera y camiseta Primark, llevaba colgada del hombro una bolsa donde se podía leer claramente MANOLO BLAHNIK.
Abrí el pecho, contraje el ombligo, metí el sacro y caminé toda orgullosa, con cara de hacerlo todos los días, por la calle Serrano con mi bolsa donde, para los que no se han enterado, ponía MANOLO BLAHNIK. Podría haber ido en albornoz, en zapatillas o incluso desnuda, esa bolsa me vestía toda entera. "Tiembla Carrie", volví a decirme.
Naturalmente os acredito todo esto con documento gráfico, para que los más incrédulos despejen dudas.

Ahora pienso que si hubiese agarrado uno de aquellos pares y hubiese echado a correr a lo mejor ahora sobre mi televisión no habría una sevillana y un torero, sino unos auténticos Manolos para alegrar mi salón y mi vida. Cualquier día, me digo, mirando con codicia mi huchita de monedas de 2 €.

lunes, 4 de octubre de 2010

Billete de ida y vuelta

Imagino que todo vuelve. O que todo va y viene. Hoy ¿15 ó más? años después vuelvo a coger la línea 28 de la EMT. Entonces -era época de crisis también- iba hacia mi primer trabajo "serio", un puesto de teleoperadora donde dábamos asistencia técnica a los instaladores de una plataforma digital. Trabajábamos bajo la nube de humo de nuestros cigarros, de doce en doce y en dos turnos diarios. En un cuchitril inmundo. Hablábamos de LNB's, TDT's, Switch, y otros componentes, al principio sin saber siquiera qué aspecto tenían. Nos partíamos de risa y comíamos caramelos cuando la garganta no daba más de sí.

Hoy me dirijo a un curso de comic en una biblioteca municipal. Retomo de nuevo, por enésima vez, mi vieja afición a rellenar mi vida con cursos de lo más peculiar y variado. Me encanta, este año mi agenda está llena de extraescolares.

Levanto la vista del cuaderno en el que escribo, siguiendo el carril-bici de O'Donnell, preguntándome si hoy descubriré a donde lleva.

Mientras, en mi autobús 28 me vuelven imágenes antiguas. Recuerdo a R. golpeando el cristal del autobús, estacionado en la primera parada de la línea, y nuestra conversación a través de el ventanuco abierto, porque, como siempre, llegaba con el tiempo justo y no podía bajarme para disfrutar de un abrazo de los suyos, aunque hiciese siglos -los siglos entonces computaban menos años que ahora- que no nos viéramos. En la esquina de O'Donnell con Narvaez, recuerdo a D., un año después de lo anterior, más o menos, sentado en el coche, esperándome, con Gomaespuma en el dial, para poner rumbo al despoblado polígono en el que trabajábamos.

Sigo mirando el carril-bici, continúa por O'Donnell y más allá, hasta bien entrado Marqués de Corbera. Juego con la idea de que quizás, uno de estos días, armada con el vehículo apropiado, pueda hacer este mismo trayecto en bicicleta. Pero el carril-bici se pierde de repente.

Unas manzanas más allá, me bajo del bus. Justo delante de la puerta, a través de la cual me pierdo en el apasionante mundo del cómic.

Incendies

Acaba Incendies y continúas en silencio. Después de romperte las manos a aplaudir y regocijarte observando la cara de satisfacción de los actores, por el trabajo bien hecho y la conexión con su público.
Incendies, más allá de hacerte pensar, te hace sentir. Ponerte en el papel de las personas que viven las guerras absurdas y perpetuas que existen en demasiados puntos del planeta. Venganza tras venganza, sin saber muy bien el primer motivo, si es que lo hubo, que desencadenó todo aquello. Sientes su rabia, sus motivos, su desconcierto, el odio, la desesperación. Pero también la esperanza, la energía, la búsqueda de alguna salida entre tanto horror y sufrimiento.
La historia de Nawal es todo eso. La confianza en que "Aprender a escribir, a leer, a hablar. Aprender a pensar", le permitirá remontarse sobre toda esa espiral de violencia, y si no es en su persona, al menos seguirá intentando que se haga realidad en sus hijos. Incendies, en su fondo, es un dramón, pero tan estupendamente contando e interpretado, que lo que transmite al espectador, lejos de ser negativo y deprimente, es esperanzador y positivo.
Incendies te deja muy buen sabor de boca.
Y habla de muchas más cosas, entre ellas, de las mujeres. Otra de las frases claves de Nawal es "estas furiosa contra mí, igual que yo lo estuve contra mi madre, y mi madre contra su madre". Y sí, las mujeres se dan cuenta de muchas cosas que tiene que sufrir y contra las que tienen que luchar, pero a la hora de educar repiten muchos de esos patrones. Así que Incendies no habla sólo de países lejanos y aquejados de violencia, sino del individuo y de las estrategias que por intuición vamos aprendiendo poco a poco, para intentar mejorarnos, a pequeños pasos.

Y yo os la recomiendo, lo malo es que acudí el último día de representación (ayer domingo). Pero estad atentos y si repiten y tenéis ocasión, no os lo perdáis. Por cierto, también merece la pena, buscarse alguna actividad para conocer Las Naves del Matadero.