Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

lunes, 22 de diciembre de 2014

I feel good


Soy una ignorante musical. Lo confieso aquí, sin complejos (es un decir), y quizás lo haya confesado ya antes. Sacándome del pop de los 80, es difícil que reconozca al autor e intérprete de la mayoría de las canciones, a pesar de que algunas de ellas las conozca de sobra. Mi cabeza, que cuenta con un archivo musical totalmente desordenado, suele pensar: "Esta canción me encanta, pero no sé de quién es".

Sí, lo reconozco, soy tan amante del silencio y de la lectura en silencio, que no le dediqué las horas suficientes a la música. Asignatura suspensa o aprobado por los pelos. Envidio a mis amigos frikis, esos que no se pierden ni un concierto y se saben fechas, vida y evolución de los grandes y pequeños de la historia de la música. Afortunadamente, y como todo se pega de una forma u otra, hay ocasiones en que descubro, con alegría, que esos maestros que me rodean desde el final de mi adolescencia han dejado huella en mí.

El miércoles fue una de esas ocasiones en que lo comprobé. Mis chicos del cine propusieron ver I feel good, la vida de James Brown. Una película, muy, muy agradable de ver... y de escuchar. Un montón de canciones conocidísimas estimularon mis recuerdos y los dedillos de mis pies, que se movían aprisionados por mis botas.

Hacía tiempo que no veía una peli de esas que te dejan tan buen sabor de boca que se la recomiendas a todo el mundo. Y sí, seguramente estará edulcorada; si estás buscando una trama centrada en el declive de la estrella esa no es tu película. Quizás porque los productores son gente de micro en mano, Mick Jagger en el primer puesto, la historia se centra más en los momentos de superación de la vida de James Brown, sin tener, por ello, que retratar a un perfecto angelito.

Así que llegué a casa y al día siguiente ya estaba buscando aquel disco que me tocó en una rifa en el Quercus y me lo puse de banda sonora, mientras iniciaba esta entrada (sí, sí, estoy muy lenta de escritura últimamente).

Unos veinte años después me sonrío, recordando la cara de envidia del resto de la panda versus mi cara de perplejidad. Aún así, bien que me quedé con la lata verde y la guardé, con el convencimiento de que aquello era un tesoro. Todo llega a tus manos por algo. Resulta que la música de mi juventud, aquella con la que movíamos la cabeza en el Down Town, entre otros sitios, me corre por las venas aunque no sepa nombrarla. Doy gracias por ella y, sobre todo, porque aquellos que me la pusieron delante de las orejas siguen formando parte de mi vida. I feel good with you, babies!

domingo, 30 de noviembre de 2014

Muy señores míos


Muy señores míos:

De nuevo me encuentro en búsqueda activa de empleo. Un poco inquieta, la verdad, pero animada y optimista. Aunque ya no sé que contarles para demostrarles que soy la pieza que encaja en su organización.

Soy inquieta y, por tanto, multifuncional. La curiosidad me mata y cualquier tema se convierte en materia apasionante para mi nunca satisfecho cerebro. Manía que mantengo desde niña y que la carrera de periodismo se encargó de acentuar. Estudiar un poco de todo y un mucho de nada te convierte en potencial especialista en cualquier materia.

Las palabras me vuelven loca. En este mundo hay dos tipos de personas, las que piensan que todo se traduce en números y las que argumentan que todo se traduce en palabras. Yo creo en ambas teorías, pero domino la segunda. Observo, reflexiono, integro, sintetizo y traduzco en nuevas palabras que brotan de mi pilot o de mi teclado, ordenadas y certeras.

Una de mis virtudes es la de ser capaz de realizar mecánicamente la misma tarea durante horas, manteniendo la atención y cerciorándome de la exactitud de los datos, sin perder el ánimo y sin darme cuenta del paso del tiempo. Aunque reconozco que me gusta más cambiar de actividad cada cierto tiempo y emplearme en tareas más creativas.

He pasado ya por varias empresas: editoriales, del sector de las telecomunicaciones, agencias de publicidad, tiendas, administraciones públicas, colegios... He trabajado de periodista, de redactora, de administrativo, de teleoperadora, de secretaria, de dependiente, atendiendo al público... Tengo experiencia docente, con niños y adolescentes, y como dinamizora de talleres, con niños, adolescentes y adultos. Y afirmo que en todas las ocasiones he hecho mi trabajo de forma honesta y correcta.

Mi mente es rápida, está acostumbrada a adquirir nuevos conocimientos. He hecho cursos de todo tipo, de informática, de idiomas, de habilidades sociales, de edición, de biblioteconomía, de maquetación... Soy usuaria de las aplicaciones básicas de ofimática, me manejo en las redes sociales, escribo este blog; cuando no sé por donde salir me busco un tutorial o un manual y soluciono el enredo. Tecleo rápido al ordenador, gracia a un manual que hace cientos de años me dejó una amiga y con el que aprendí a colocar los dedos. Hablo francés e inglés, mejor el primero que el segundo; y no cejo en su estudio.

Como no me rindo, el ave fenix y yo somos primos hermanos, el año pasado obtuve el título de Máster en Formación del Profesorado, Lengua y Literatura. La docencia me apasiona, el tiempo que comparto con mis alumnos se me pasa volando. Por eso, junto con las clases particulares, disfruto de unas horas semanales de voluntariado que me rentan cien veces más que el tiempo que invierto en ellas (es una buena inversión).

Me gusta la gente, la comunicación, la cultura, ver el lado bueno de la vida. Me interesa la educación, la escritura, el dibujo, las técnicas de estudio, el visual thinking, las habilidades sociales, la inteligencia emocional, la literatura...

Busco trabajo de profesora, de redactora, de administrativo. Me atrae, de modo especial, el sector social. Sirvo también para grabar datos, atender al cliente, por teléfono o en directo... o bailar un zapateado. Me gusta trabajar y además me es necesario, tengo ese vicio absurdo.

Me niego a creer que ser mujer, y ya pronto mayor de 45, sea un handicap; aunque entrar en el apartado candidaturas de los portales de empleo y ver que "la empresa ha descartado tu candidatura" desespere un poquillo.

No sé si esta carta llegará a sus manos, si es así, me gustaría que se dieran la oportunidad de conocerme.  En el "entre tanto", si estás leyendo esto, seas quien seas, mantén los ojos abiertos y acuérdate de mí si te enteras de algún puesto en busca de candidata. Graciasssssssss.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

El baile de moda


Instrucciones: leer en silencio al ritmo de la música más hortera que se te pueda ocurrir (tipo el chiki chiki o que si sabes lo que pasa cuando digo que te quiero), si estás solo o no te importa el qué dirán puedes cantar en alto, abiertamente.

¿Conocéis el nuevo baile
de moda en Madrid?
Es el de la marquesina
y se baila así.
Llego a la parada
y resulta que no está;
la han desplazado unos metros...
la tengo que buscar
en la misma manzana,
oculta en algún lugar.
¿La tapa el ascensor
o del kiosco de Ramón?
oh, oh, oh, oh
Confiada
al día siguiente
porque ya sé donde está
veo que el Ayuntamiento
la ha vuelto a cambiar,
hoy se encuentra unos diez metros
más para allá.
Ah, ah, ah, ah
Cara de despistados
mostramos los viajeros,
cabreo redomado
el conductor...
relaxing cup of café
en la plaza mayor.

Sabía yo que no iba a poder contenerme con esto de las marquesinas. Hay gente que dice que a los madrileños no nos cuesta dinero porque el gasto lo asume la empresa de publicidad que se encarga de gestionar los espacios; sea como sea el desperdicio de materiales clama al cielo, estamos llenando el mundo de basura y da asco.

Una propuesta para los candidatos innovadores: ¿por qué no aprovecháis la inmediatez de internet para consultar a los ciudadanos su opinión antes de poneros el mundo por montera? Estaría bien que las decisiones urbanísticas se sometieran a un sondeo previo entre los ciudadanos, digo yo.










Como veis, las viejas marquesinas (a la izquierda) estaban hechas un asco. Mientras que las nuevas (a la derecha) son superinnovadoras, tanto que estamos alucinando aquí en Madrid por como hemos vivido hasta ahora sin ellas.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Ya tenemos un lustro


Buenos días, queridos lectores. Sí, ya son casi tardes, pero un aniversario se merece levantarse sin prisas, disfrutar del domingo y darle al libre albedrío. Antes de iniciar este post me he pasado por los noviembres de mis últimos cinco años, quizás con la idea de hacer un repaso a nuestra historia. No he sacado ninguna conclusión profunda, pero sí os diré que me siento feliz de haber disfrutado lo mejor que he sabido de estos cinco años, y bastante orgullosa de este pequeño espacio donde desahogo mis impulsos escribidores.

Gracias por asomaros, sin compromiso y con cariño, a este balcón nuestro. Gracias por los comentarios dejados aquí, o en FB. Y gracias por los ánimos y la simpatía con que algunos nos decís de viva voz, cuando nos veis, que nos seguís en silencio. Sois poquitos, pero para nosotras grandes y amorosos. No me cansaré de repetiros que nos gusta, que nos encanta, y que os agradecemos muchísimo que lo hagáis.

Por vosotros, por el balcón, por las cosas buenas que están por llegar, por el cambio de cada día, por el aire que respiramos, por las cositas que vemos, por la luz del sol y el efecto renovador de la lluvia. Por la gente que conozco de toda, o casi toda la vida, y por las nuevas incorporaciones que llegan, llenan y están, más o menos presentes, aportando, acompañando, dando cariñito.

Estamos de celebración, así que celebremos, celebrad el nuevo día, el domingo tranquilo y el lunes amenazador que nos devuelve a la rutina y la rutina, o la falta de ella, celebrad que contáis con personas cercanas, no tan cercanas, e incluso desconocidos que, a veces, os sonríen por la calle. El caso es celebrar... hoy, mañana, siempre...

sábado, 22 de noviembre de 2014

Yo elijo, yo asumo, adiós culpa.


Sí, sí, ayer fallé en mi cita diaria, a pesar de haber prometido no faltar en estos días previos al aniversario. Podría explicar mis motivos y extenderme en una larga perorata sobre mis idas y venidas por la ciudad. Pero no lo haré.

Hoy que voy también con poco tiempo, aprovecho las circunstancias para hablar de otro tema sobre el que trabajar. Lo podríamos resumir así: yo elijo, yo asumo. Yo elijo o tomo la decisión de hacer algo, en virtud de unas circunstancias (Ay, que ortegiana me estoy poniendo). Da igual que estas, las circunstancias, sean más externas que propias, al final la decisión es mía.

Las ventajas de ver las cosas de esta manera te permite economizar en dos cosas: en excusas y en culpa.    Que dejas para mañana lo que has podido hacer hoy, pues lo asumes, pero no te reconcomes.

Yo ya me estoy poniendo las pilas en este sentido. Así que nada, sin culpa y con todo mi morro os dejo este post tan poco elaborado, que me voy al teatro sin excusas y sin culpas.

Qué bien, qué bien, que mañana cumplimos un lustro.


jueves, 20 de noviembre de 2014

El arte de recibir.

Colgados de tu balcón by Sus,
creativa y creadora de Freehappyworkers y Freehappysince
www.freehappysince.com

Este es el primer regalo de aniversario que nos han mandado y nos encanta. Quería compartirlo aquí con vosotros y ya estamos pensando en buscarle un hueco especial en la maquetación de la página, aunque eso tendrá que esperar, estas semanas estamos muy, muy atareadas.

Aprovechando este regalo inesperado os revelaré otro descubrimiento que he hecho en estos últimos años. ¿Habéis pensado alguna vez en lo que nos gusta hacer regalos y en lo que nos cuesta algunas veces recibirlos?

¿No os ha pasado nunca que alguien se presenta con algo para ti, inesperadamente, te quedas como paralizado? Es esa sensación de apuro: "pero mujer, para qué te has molestado", "ay, y yo no te he traído nada". O tal vez, de pronto, te ocurre algo  tan bueno e inesperado que no dejas de preguntarte ¿qué he hecho yo para merecer esto?

Es absurdo, lo sé, pero no sé que ingrediente metieron en nuestra socialización que a veces nos cuesta simplemente recibir y agradecer. Pues relajaos, si os llega algo bueno será que os lo merecéis, o que os lo habéis ganado, o que alguien te quiere tanto que simplemente se ha acordado de ti en un momento dado y ha pensado que eso te gustaría.

Disfrutad de lo que el Cosmos os regala. Abrid las manos y recibir, ya sabéis que la energía, como la materia, ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Así que dejad que fluya, que las cosas se muevan, aceptad que a veces somos nosotros los que regalamos y otras veces son los demás los que nos regalan. Es un vayven contínuo, no lo paréis, en ninguno de los dos sentidos, dar y recibir -cosas materiales e inmateriales, gestos, palabras, sonrisas- es la clave de vivir. Y claro, no os olvidéis de agradecer.

Ojitos, demás órganos sensoriales, y corazón abiertos, a tres días del día A de aniversario.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Consultorio sentimental de Melinda Francis


Hoy le quito el puesto a Maru, porque qué sería un aniversario del balcón sin que Mel asomara la cabeza, pues lo mismo que un jardín sin flores o una folclórica muda. Aprovecho así para hacer un corte en estas disertaciones trascendentales que se trae mi alter ego estos días, y hablar de algo más ligerito y que, como decía Don Enrique, no lleva h, lo que delata su intrascendencia. Sí, señoras y señores, tengo un asunto de amor mundano entre manos.

Para introducirlo, he de confesar que nos encanta que nos leáis y que la manera de notar vuestra presencia, si dejamos de lado los numerosísimos mensajes que dejáis a pie de post, es consultar los entresijos del blog. Aquí, en las mismas tripas de blogspot, desde donde os escribo, tenemos un apartado estadístico para saber cuanta gente nos lee, desde donde y como han llegado a esta dirección virtual. Pero además, desde el panel de control, podemos maquillar el blog como queramos, escribir estos sesudos artículos o encontrar ordenaditos todos los comentarios que nuestros lectores habéis depositado desde el principio de nuestros días. Este apartado clasifica los comentarios por fecha, agrupando el spam en un vinculito propio; no sé que criterio cibernético utiliza este ingenio para detectar a los corresponsales dudosos, pero lo hace.

Estos comentarios suelen estar, sorprendentemente, escritos en cirílico o en chino, vaya usted a saber por qué y acaban siendo eliminados por alguna de nosotras. Pero hace unos meses recibimos unos curiosos mensajes, que desde entonces aguardan su resolución y ha llegado el momento de ponerse en la piel de Elena Francis, o de la bruja Lola, y darles respuesta; porque algún corazón destrozado puede estar esperando el sabio consejo de una especialista en desamores y aquí entro yo en juego.

Me daré el gusto de corregir la ortografía de tan sentido mensaje, porque no es cuestión de tranquilizar un corazón roto a costa de un dolor de ojos; aunque no me resisto a dejaros calcada la redacción, para que juguéis a mejorarla (otro regalito de aniversario). A continuación os transcribo los dos dolorosos mensajes depositados en nuestro buzón:


Una pregunta. Hice un hechizo de amor, en el cual se juntan dos fotos con miel y canela, y el hechizo de la manzana, para que el amor entre mi pareja y yo crezca, pero después me sentí muy mal por haberlo hecho y lo deshice, pero no boté las fotos, solo las limpie de la miel y la canela, pero guarde las fotos. Ahora todo entre nosotros dos ha deteriorado de la nada. No me habla, ni casi llama. No es la misma persona que antes. Esto será porque deshice el hechizo. Lo deshice porque me sentí mal y pensé que no fuese justo, pero ahora ni me quiere ver y antes nuestra relación claro tenía algunos pequeño problemas, pero iba perfectamente bien. Creen que lo habrá afectado el haber separado el hechizo de las fotos y el de haber separado el de la manzana con nuestros nombres en el medio. Mil gracias. Y si es cierto que mi relación fue afectada por lo que hice, ¿cómo lo arreglo? Muchisimas gracias a todos.

Respuesta: Mira chata, no tengo ni idea de las causas de tu ruptura, pero algo que deteriora de la nada, tiene que ser un número negativo, seguro. Tampoco te preguntes demasiado por las causas, nunca sabrás realmente cuales fueron y solo conseguirás un dolor de cabeza. Lo peor que pudiste hacer es guardar las fotos llenas de miel y canela, aunque las limpiases bien, eso ya no lo arregla nadie, es una cochinada. Si tu relación fue afectada por lo que hiciste, lo único que te queda es no volver a hacer un conjuro si no tienes pensado terminarlo, ya sabes el dicho: "Ay, Manolete, si no sabes torear pá que te metes".

Hola, quisiera que me mande un hechizo fácil para conseguir un novio, quiero que alguien se enamore de mí, ya que estoy sufriendo por la ruptura de mi novio. Gracias. Ya él anda con otra mujer y yo sigo estando sola. Ayúdenme, por favor.

Una auténtica mujer desesperada, como veis.
Respuesta: Como si fuera tan fácil, un hechizo fácil para conseguir novio, mírala tú que lista. Yo quisiera un hechizo fácil para conseguir un trabajo bien pagado en este país... No, guapa, esto no funciona así. Si él ya anda con otra mujer, y tú sigues estando sola lo mejor que puedes hacer es disfrutar de esa libertad sin fin y divertirte, porque solo cuando aprendas a vivir tú sola es cuando estarás preparada para el amor. Bueno, eso es lo que dice la gente, yo no te lo puedo asegurar. Por cierto, si encuentras ese hechizo fácil me lo mandas, prometo no interrumpirlo a la mitad aunque mi conciencia me atormente.

Y aquí os dejo por hoy, a cuatro días del día A, de aniversario, derrochando Amor verdadero por todos y cada uno de vosotros, queridos lectores, y deseando que nunca jamás os falte el Humor. Qué grande fue usted, Don Enrique.

martes, 18 de noviembre de 2014

Momentos


Se ha puesto de moda en FB esos retos encadenados en los que alguien te pide que compartas tus mejores momentos del día, tus canciones favoritas, los libros que te marcaron, fotos de la jornada. Nunca me gustaron las cadenas y siempre me da un poco de pudor compartir demasiadas cosas personales en las redes sociales.

Sin embargo, buscar los buenos instantes del día es un ejercicio que todos deberíamos practicar a diario, al levantarnos, al acostarnos o a media tarde... el momento es lo de menos. De la misma forma que deberíamos encontrar un hueco para cerrar los ojos y limitarnos a notar nuestra existencia en ese preciso instante. Esta comprobado, y yo doy fe personal de ello, que a pensar en positivo se aprende. Es gimnasia mental.

Tal vez alguien piense que practicar el positivismo es algo así como vivir en los mundos de Yupi. Para nada, ver el lado bueno de las cosas no consiste en negar la realidad, ni bailar un zapateado mientras alguien te golpea la cabeza. Practicar el positivismo consiste en bailar bajo la lluvia, como hacía Gene Kelly.

Vivimos seleccionando, si fuésemos capaces de procesar toda la información que nos llega a través de los sentidos nos volveríamos locos. El truco está en quedarse con aquello que realmente merece la pena, no consiste en no ver lo malo, consiste en no celebrarlo. Celebra únicamente lo que es digno de celebrar y recréate en ello. Como escuché hace poco: "donde pones tu atención, pones tu energía". En nuestras manos está cargarnos positiva o negativamente.

Con cadena o sin cadena, en público o en privado, en silencio o a gritos, practica el positivismo. Y si eres uno de esos escépticos que piensan que esto no son más que tonterías haz la prueba, inténtalo durante un par de semanas y luego me cuentas.

Cinco días para el día A, de aniversario.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Una semanita


Este año no hay concurso. No hay concurso porque las escribidoras de este blog están de capa caída, a pesar de que se acerca el aniversario más importante desde que a orillita del mar el balcón abriera sus puertas. Y es tal el desconcierto y la vergüenza de estas plumíferas hoy despeluchadas, que no nos sentimos autorizadas a proponer ninguno de esos retos que nunca os atrevéis a, u os interesáis por, afrontar.

Este año se nos ha pasado volando, con la cabeza cabalgando a una velocidad que ha impedido que los diez deditos que pulsan el blanco teclado de nuestro Mac tuvieran tiempo siquiera de acariciarlo. No es por falta de ideas, es por falta de tiempo, quizás en algunos casos por falta de ánimo, o tal vez por tener la cabeza en otro sitio y no en el momento presente, que es donde debería estar, ¡ay!... quién sabe.

El caso es que este año el concurso es para nosotras. Mi parte reflexiva y mi parte alocada, mi parte cínica y mi parte romántica, mi parte infantil y mi parte madura, mi parte prudente y mi parte soñadora... toda la dicotomía responsable de esta ventanita al mundo se marcan hoy un reto (y si quieren, los retadores de FB, que nos acusen de plagio): durante esta, nuestra semana grande, y hasta el domingo, día de fiesta mayor en el balcón nos comprometemos a llenar unas líneas, aunque sean pocas, para reavivar la llama de lo que fuimos, nunca igual que ayer, nunca igual que mañana. Porque solo hace falta pulsar en los enlaces del calendario para darse cuenta de que nadie se baña dos veces en el mismo río y que donde dije digo, digo Diego. Y qué bonito es eso, sí señor, de tener la capacidad de sorprenderse uno a sí mismo a cada minuto y a cada instante.

Así que para comenzar esta semana os regalamos esta pildorita mental a la que darle vueltas: ¿De qué manera has cambiado en estos cinco años? ¿Has crecido, has menguado, has disfrutado, repetirías...?

Mañana más.

P.D. Como sé que os encanta llevar la contraria, y para que nadie diga "para un año que pensaba participar", si a alguno le interesa tomar parte en un concurso de libre albedrío (participo como quiero y con lo que quiero), estaremos encantadas de disfrutar de vuestras felicitaciones, ocurrencias, comentarios, regalitos sorpresa o citas a ciegas. 

jueves, 23 de octubre de 2014

¿PFA o PIFIA?


Hoy, desde uno de mis grupos WhatsApp más activos recibí este enlace que termina augurando el cese del director de la Agencia de Empleo de este nuestro Ayuntamiento. Como contratada actualmente a través de un PFA, hay algunas cosas que no me han parecido nuevas, sobre otras no pondría la mano en el fuego, pues no sé si son verdad o si se trata de la típica magnificación fruto de la exaltación y la autosatisfacción del descubridor del escándalo; o una venganza de los sindicatos que parece que desde hace tiempo tienen vetada su participación en la selección.

Tratando de ser objetiva os expondré la realidad de mi PFA. Pero ¿Qué es un PFA? os preguntaréis algunos, las siglas corresponden a Programa de Formación en Alternancia, nombre que denomina un programa integrado por dos meses de formación y cuatro en un centro de trabajo del Ayuntamiento, en total, un contrato temporal de seis meses con la Agencia para el Empleo como parte contratante. La temática de estos PFA es diferente; como habréis leído en la noticia de El Mundo, el que ha sido denunciado era de habilidades profesionales de comunicación; al que pertenezco yo se llama técnicas básicas de oficina.

Ya os digo que no sé si será verdad que en el primero la gente fue elegida a dedo. En el que me ocupa os puedo asegurar que las 15 personas integrantes de mi grupo llegamos allí previa inscripción en nuestras respectivas agencias de zona; y que todos cumplíamos los requisitos: ser parados de larga duración y no cobrar ninguna prestación en el momento de pedirlo; además de que 14 somos mujeres y el número 15 un hombre con grado de minusvalía evidente y reconocido, así que para más inri, somos lo que se denomina "colectivos en desventaja".

En nuestro caso sí se han cumplido las horas de formación indicadas en el programa y los puestos asignados, al margen de que puedan ser más o menos interesantes, tienen relación con el contenido de la formación: es un curso de técnicas de oficina y trabajamos como auxiliares administrativos, en la práctica, claro. Y digo en la práctica, porque en nuestro contrato, al igual que en el del curso denunciado se indica que somos peones PFA y el sueldo es el mismo fortunón del que habla el periodista. ¿Qué es un peón PFA?, pues no lo sé, lo único que sé es que hace un par de meses me llegó uno de esos informes de vida laboral que el Ministerio envía de vez en cuando y mi sorpresa fue mayúscula al ver que la categoría figura allí como Peón de recogida de residuos sólidos no contaminantes. ¡Toma Geroma, pastillas de goma! Lo que desde entonces me hace preguntarme si trabajar de administrativo con un contrato de operario de limpieza es ilegal, o al menos alegal, tal vez esta noticia me ayude a aclarar mis dudas.

Y sí, es una pena que la Agencia para el Empleo, qué ironía, se busque triquiñuelas de ese calibre para pagar sueldos más bajos. Como también es una pena que decisiones de este tipo salpiquen a los trabajadores de la agencia, pues tanto mi técnico de empleo, como la monitora del curso o las coordinadoras del mismo son trabajadores serios y profesionales que realizan su trabajo de la mejor manera posible. Y lo que es una pena total es que siempre haya alguien que la pifie cuando se trata de programas de empleo.

Está claro que nuestras administraciones aún no han encontrado una fórmula eficaz para que los agraciados con un curso o un programa de empleo encuentren en este una herramienta eficaz de reincorporación al mundo laboral (pienso que las propuestas deberían hacerse estudiando las verdaderas posibilidades y necesidades del mercado, pero eso es otra historia). Este programa, al menos, ofrece a algunos parados un respirito de unos meses en el desolador panorama actual. Esperemos que el descubrimiento de estas malas prácticas, en lugar de cuestionar su existencia, sirvan para mejorar las condiciones de los contratos ofrecidos.

viernes, 22 de agosto de 2014

Noticias de Mel


Al Pruden lo conocí en la fiesta de la Buganvilla de San Mateo de la Florida. Tenía que haber hecho caso a la sabiduría popular, "Mateineros, raros"; pero ya sabes, soy un poco kamikaze. Frente a frente, en la mesa de degustación, cruzamos miradas cómplices ante los comentarios absurdos de aquel supuesto entendido en vinos. Por mucho que se empeñara, a mí el vino no me supo a pétalos de rosa cubiertos de rocío, ni mi pituitaria fue capaz de identificar el aroma a azafrán recién cortado. El tipo era tan pedante que me entró la risa floja y el Pruden me sacó de allí disculpándose porque llegábamos tarde a misa.

No fuimos a la iglesia. En lugar de eso se adentró entre las atracciones de la feria con su mirada de adolescente entusiasmado para conseguirme en el tiro al blanco una polvorienta muñeca repollo, que dejamos abandonada en la churrería a última hora de la noche (o primera de la mañana).

Nos amamos apasionadamente durante meses y nos preguntamos pocas cosas. La verdad es que yo intenté preguntar, pero obtuve pocas respuestas, así que llegó un momento que dejé de hacerlo. El Pruden hablaba más con su mirada, con sus manos, con sus abrazos, con su silencio desprovisto totalmente de misterio...

Empecé a practicar aquello de respetar y entender al otro. A pesar de todo, nunca llegué a entenderle "ni una miaja". No es que él fuera de Marte y yo de Venus, es que él debía ser de una galaxia muy, muy lejana y yo de Andrómeda. 

En sus brazos me sentí más cuidada, más respetada y menos vulnerable que en los de ningún otro. En ningún momento sufrí las dudas de un posible abandono, una traición o una desilusión. cuando no estaba con él le echaba de menos, pero sin urgencia ni desesperación. Si pasaban semanas sin verle, no pasaba nada; no moría de amores, ni miraba el teléfono como si de él dependiera mi vida. 
Nunca nos dijimos palabras mágicas. Yo, por miedo a no decir la verdad; las palabras mágicas, si con el tiempo resultan ser mentiras son una puñalada que se abre paso en el cuore y avivan el rencor, los reproches y las preguntas sin respuesta. Él, no sé que razones tuvo para no formularlas, aunque entre sus pocas palabras una vez se le escapó un "dímelo". "Define querer" contesté y allí quedó todo.

Eso me llevó a preguntarme en la intimidad qué era querer: ¿Un deseo enorme de poseer al otro y convertirte en el centro de su existencia? ¿Desesperación por el tiempo que no pasas a su lado? ¿Estar esperando que llegue el momento de estar juntos? ¿Querer que el otro se vaya convirtiendo poco a poco en el ideal soñado? ¿Sentirte morir cuando todo se acaba?

O... ¿Es tener cada uno su propio espacio? ¿Compartir momentos? ¿Respetar la forma de ser del otro sin empeñarte en cambiarlo? ¿Coger lo bueno que alguien te puede y te quiere dar y no empeñarte en pedir la luna? ¿Dejar ir cuando la cosa se acaba? ¿Crees que me he vuelto una cínica? ¿Estoy justificando una relación basada solo en "lo pasional"? ¿Qué piensas, Maru? Dime...

Melinda me mira fijamente, mientras da el primer sorbo a su cerveza, que debe estar ya caliente.

- No sé, ¿tú que piensas?
- Que desde que intentas ponerte en modo coach conmigo no te soporto.
- Pues haztelo mirar.
- Ya, lo dicho, que no te aguanto. ¿Otra caña?
- Por supuesto...

Melinda ya no sabe nada del Pruden. Como vino se fue, dice, y pega otro trago. Parece tranquila, igual es cierto que ha aprendido algo. Parece que las temperaturas han bajado un poquito, por fin se puede respirar por las noches. Sí, contesto, mientras miramos como la gente pasa por delante de la terraza.

viernes, 15 de agosto de 2014

Ni patria, ni bandera...


El otro día en FB un amigo se preguntaba algo así: ¿Cuánto nos cuesta a los españoles la asistencia y manutención de los inmigrantes ilegales? Pues sí, seguramente un dinero, pero esa no es la cuestión.

La cuestión es un problema de conciencia o de perspectiva. Puedes ir por la vida considerándote español, de raza blanca, de clase media o de clase alta, con trabajo estable, hombre, sano, heterosexual y todas las indivualizaciones posibles que se te ocurran. Y entonces te podrás preguntar cuanto nos cuesta a los españoles mantener cada una de las, cada vez más recortadas, políticas de apoyo social: los tratamientos de enfermedades raras, las residencias públicas de ancianos, los centros de días, las ayudas económicas a la gente sin ingresos, los comedores sociales…

Puedes defender los sueldos bajos y el miserable salario mínimo español (inferior en muchos casos a la mitad de los de otros países europeos) porque el empresario, que es el que arriesga el dinero, tiene muchos gastos y paga muchos impuestos y un trabajador le cuesta muy caro.

Pero todo sigue siendo un problema de conciencia. Con 400, 500 o 600 euros no se vive en este país, se sobrevive malamente. Si no tienes ayuda familiar alrededor, te conviertes en un ser gris que solo vive para trabajar y para morir en vida o caer en la depresión o la desesperación de no poder dar a sus hijos unas condiciones mínimas de subsistencia económica y emocional.

Sé que el problema de la inmigración es muy complicado. Mi lógica me dice que solo tendría arreglo en el país de origen. Pero no cerrando fronteras con políticas represivas de contención. Nada de eso. La solución está en favorecer el desarrollo y la estabilidad de esos países de donde la gente parte, arriesgando su vida, para llegar a un paraíso llamado España (irónico, no). Difícil, claro que sí, pero no imposible, supongo que si hubiera interés en ello, poco a poco, algo se podría mejorar.

No, naturalmente que no tengo la solución. Puedes pensar que soy utópica, fantasiosa, infantil. Pero yo, con mi imaginación infantil, lo resumo así: imagina dos pueblos pegados uno al otro. En uno de ellos existe la abundancia, la gente se ceba, tiene trabajo, les sobra la comida. En el pueblo de al lado se carece de todo. ¿No os parecería lógico que el pueblo rico ayudase al pueblo pobre en lugar de mirar desde sus fortificadas murallas como sus vecinos se mueren de hambre? En serio, haced el ejercicio. Yo lo veo, veo a esos opulentos vecinos de Villamuralla mirando impasibles como sus vecinos se mueren y como preparan calderos de aceite hirviendo para prevenir cualquier posible invasión… lo veo y me entra una angustia…

Y sí, soy española, mujer, blanca, con una familia con la que se puede contar en los tiempos de vacas flacas… pero eso es solo circunstancial, es un accidente, no es mi esencia; porque yo soy un ser humano que sabe que hay desigualdades en el mundo, pero que cree posible asegurar las condiciones mínimas de subsistencia y dignidad de cada uno de los seres humanos de este mundo; o, al menos, es a lo que deberíamos aspirar todos y en especial los gobiernos en el plano nacional y en el internacional.

Porque todos y cada uno de los seres humanos de este mundo tienen derecho a ello. Así que lo siento, cada uno de los inmigrantes que entra en este país tiene derecho a luchar por una vida mejor para él.

Mi pregunta no es lo que nos cuesta a los españoles cada inmigrante que entra. Mi pregunta sigue siendo ¿Cuánto nos cuesta, nos ha costado y nos seguirá costando cada político corrupto, inepto y sinvergüenza? Eso sí que debería quitarnos el sueño…

domingo, 20 de julio de 2014

La frase de Sus


Que este no iba a ser un verano cualquiera era algo que se mascaba en el aire. Sin saber muy bien por qué, se intuía misterioso, angustioso, enrarecido... Eso había dicho mi hermana antes de salir de casa aquella mañana. Una frase que no cuadraba con la cara de diversión con la que atravesó la puerta de la calle para dirigirse a sus "clases de cocina a distancia". Buena pesca, le dijo mi padre y luego soltó una carcajada. Desde ese momento hasta las tres de la tarde mi ingeniosa hermana se dedicaría a recorrer la urbanización, introducir su tenedor extensible por cada ventana de cocina abierta que encontrase y birlar, sin que los incautos cocineros lo advirtiesen, cualquier pieza culinaria a su alcance. No es que pasáramos necesidades, simplemente había que continuar la escalada de bromas familiares que desde la pasada Navidad había adquirido tintes insospechados.
Yo desde luego, nunca pude intuir que me afectaría de una forma tan cruel y directa; aunque es cierto que un estremecimiento me recorrió cuando Kike propuso pasar las vacaciones con mi familia. Jamás se me hubiera ocurrido animarle a que se uniera a nuestra tradicional semana de vacaciones familiares. Fue él quien tuvo la idea. Su gesto estaba cargado de simbología, era una declaración de amor, la consolidación de nuestra relación. Después de tres años viviendo a caballo entre su apartamento y el mío, ese invierno habíamos dado el paso de alquilar un piso juntos y despedirnos de nuestra independencia.
Kike había evitado nuestra semana de vacaciones hasta entonces y yo no había insistido demasiado. La vida, y varias amistades perdidas en el camino, me habían demostrado que el sentido del humor de los Bonilla no estaba hecho para todo el mundo.
Kike era el hombre casi perfecto, y ese casi lo hacía totalmente perfecto, porque a mí nunca me ha gustado la perfección. El único problema que tenía Kike era que no sabía soportar las bromas y eso en mi familia era un gran handicap.
Lo que sí había sufrido y superado Kike había sido el último fin de año, a base de lexatin, eso sí; lo que unido al alcohol que había consumido a lo largo de la cena nos permitió perdernos el broche final. Pues cuando a mi hermano Luis se le ocurrió tirar un petardo al váter, nosotros ya nos habíamos ido. Creo que la que se lió fue gorda y en cierto modo me dio rabia habérmela perdido. El administrador llamó a la policía y papá, con su don de gentes y su cara de inocente, convenció a los agentes de que aquello había sido una explosión fortuíta debido al mal estado de las cañerías del inmueble y a la sobrecarga de trabajo que tenían que soportar esos días.
La comunidad se hizo cargo de la reparación y el presidente se vio obligado a dimitir, gracias a las protestas de los vecinos más polémicos del edificio, a los cuales papá se había encargado de soliviantar en visitas privadas. Papá grabó la reunión y luego nos preparó un megamix con los momentos más calientes, lo que nos hizo reír hasta la extenuación. Lo mejor de papá es lo serio y correcto que es capaz de ponerse cuando gasta una broma; siempre parece que no ha roto un plato y que en realidad está allí para solucionarle la vida a la gente.
Lo del petardo era difícil de superar, sobre todo teniendo en cuenta que la abuela estaba arreglándose el moño en ese momento. Dicen que la dentadura seguía riéndose sola cuando cayó al suelo. Desde ese momento las bromas familiares fueron creciendo en intensidad y todos competían por superar al anterior.
En mayo, Paula, mi sobrina, falsifico sus notas, sustituyendo sus tres MH por tres MD. Llegó a casa hecha un mar de lágrimas. Jaime, mi cuñado, no se lo pensó dos veces y al día siguiente se presentó en el colegio dispuesto a vengar a la niña de sus ojos. Irrumpió en la sala de profesores sin que nadie pudiera detener su camino y se encaró directamente con el profesor de matemáticas. Un alumno de Bachillerato y el profesor de Educación Física lograron reducirle y hacerle entrar en razón. Cuando descubrió la verdad, en lugar de enfadarse, le entró un ataque de risa y corrió a casa, orgulloso de su ingeniosa hija. Jaime siempre se adaptó sin problemas a las peculiaridades de la familia, parecía que había crecido entre nosotros y no en casa de ese militar de la vieja escuela, serio y estricto, que no nos puede ver ni en pintura.
En ese clima de superación humorística, iniciamos las vacaciones en la playa. Kike, relajado y con buen talante, soportó sin problema las bromas de los más pequeños: sal en en el café, arena en la mantequilla, la desaparición de sus calzoncillos... lo típico. Incluso, logró disimular la poca gracia que le hacían los comentarios sarcásticos de mi hermano y mis cuñados, que se cebaron sobre todo con su trabajo como bombero forestal, no me preguntéis por qué. Pero cuando al tercer día se metió en la cama desnudo, convencido de que yo le espera ya acostada, y se encontró a la abuela en mi lugar toda la tensión de aquellos días estalló. Kike metió en su maleta la parte de su ropa que pudo encontrar y desapareció de mi vida.
La abuela me pidió perdón mil veces, me dijo que había sido Andrés, mi sobrino mayor, el que le había dicho que aquella noche toda la familia había decidido cambiar de habitación, por orden expresa de mi hermana Sara que aquel otoño había comenzado estudios de Feng Shui. Le dije que no se preocupara, sin hacerle mucho caso y llegué a la conclusión de que con esa familia que me había tocado en suerte no me quedaba más remedio que terminar mis días sola o encadenada a cualquier ser tan ingenioso e insensible como ellos, lo que me puso la piel de gallina.
Habían pasado ya tres días desde aquello. Estaba tumbada en la hamaca del jardín. Mi hermana había vuelto hacía diez minutos de su colecta con una bolsa repleta de comida por la que asomaba un muslo de pollo, me había dicho que me iba a preparar una comida que me quitaría todas las penas. Cerré los ojos. Me disponía a iniciar una meditación, cuando el ruido de un motor me hizo abrirlos de nuevo.
Como en una pesadilla vi una avioneta sobrevolar la casa de verano de mis padres y descargar un depósito de agua enorme sobre el tejado. Se oyeron gritos y en menos de un minuto varios muebles, una riada y toda mi familia, entre gritos, se precipitó al exterior por puertas y ventanas. No acertamos a comprender qué había ocurrido hasta que oímos una risa forzada.
Kike, apoyado en el coche a lo Richard Gere, me esperaba. No me preocupé ni de subir a por la maleta, me lancé a su cuello, le besé con pasión y nos metimos en el coche. La abuela fue la primera que comenzó a aplaudir, le siguieron los demás miembros de la familia, todavía con cara de sorpresa. Kike empezó a reír de nuevo, esta vez con una risa incontenible y contagiosa. Le miré y entonces dijo: "me gustaría estar allí cuando tu padre reciba la factura".

martes, 8 de julio de 2014

S.O.S


Me entró la fiebre del cuaderno. Me pasa cada cierto tiempo, necesito un nuevo cuaderno igual que otras veces se necesita un corte de pelo. Me fui al Esfera, sí, en el Esfera hay cuadernos de origen chino y aspecto infantiloide. Agarré tres, uno se lo he donado a mi chica especial, me tiene comida la moral y lo mío acaba siendo siempre suyo. El segundo era cuadrado, brillantoso y cursi como nada. Lleva corazones en la portada y en el interior, ese día estaba Melíndica perdida, y la pregunta ¿qué es querer? daba vueltas en mi cabeza...

Tengo dos vicios horribles. Tengo más, pero estos dos se refieren a mi versión de compradora compulsiva. El primero es que si entro en una librería tengo que llevarme algún libro, de la misma forma que siempre exploro el expurgo de la biblioteca y si hay algo aprovechable me lo llevo a mi casa, en plan Diógenes. Contra este vicio la solución es sencilla, no entrar en las librerías.

El segundo es más difícil de evitar, cuando me entra el mono del cuaderno tengo que ir a por él. Es como si el cuaderno fuera a cambiar mi vida, como si llegase lleno de musas dormidas que despertasen al agitar sus páginas para ejecutar una danza tribal por el aire de mi habitación.

Un día entré en el metro, saqué mi cuaderno y me puse a escribir. Cuando más enfrascada estaba oí una voz: "yo también tengo uno". Levanté la cabeza y vi una chica pizpireta que me sonreía de manera cómplice. Nos miramos, como si perteneciéramos a una logia secreta y aquello nos uniera de algún modo.

Pero a pesar de todo, de pertenecer a ese club secreto, de llevar siempre el bolso repleto de artilugios, de tener nuevos cuadernos, las musas no aparecen. Y es que el ambiente está enrarecido, hoy la angustia se ha vuelto a asentar entre mis vísceras, por motivos ajenos a la escritura que no voy a contar porque no viene al caso. He abierto y he cerrado mi Mac varias veces. Me daba por rendida y de pronto la solución ha llegado a mi cabeza, al grito de help, ayudame, Tony Ronald se ha metido en mi cabeza y he decidido lanzar un SOS.

Imaginad que sois un piloto de avioneta perdido en el desierto y de pronto oís una vocecita (o un vozarrón) que os suplica: "por favor, regálame una frase". No, no tenéis que dibujar ningún cordero, simplemente, regaladme una frase... a ver que puedo hacer con ella.

martes, 1 de julio de 2014

Mac, the return


Mi querido Mac:

Qué placer, tenerte de nuevo entre mis brazos susurrando canciones de amor, y sí, ya era ansiedad de volver a poner mis deditos sobre tu teclado, después de esta temporada que te has pasado a lo bello durmiente sin querer responder. Y yo demorando el momento de la reconciliación, pensando que era algo grave y que mi peculio tal vez no soportaría el sofocón. ¡Qué tonta! Resulta que como en vil encantamiento la fibra óptica, maldita sierpe, había anulado tu raciocinio, tu frescor, tu lozanía...

Pero bueno, digamos que todo sucede por algo y que quizás yo necesitaba este tiempo para otras cosas. Además no está mal enterarse de que existe la posibilidad de que los herederos de Mr. Jobs te financien una operación de cirugía estética para eliminar esas cicatrices que tienes en el lomo, fruto de tanto subir y bajar tu pantalla, y esos rayajos colorados que dejaron mis uñas sobre ti al manipularte (lo nuestro es pasión de la buena).

Ahora voy a cuidarte, que te lo mereces. Ya no te aburriré con cuestiones académicas más de la cuenta, desde ahora volvemos a ponernos al servicio de la observación, el libre albedrío y la imaginación para seguir juntando palabras.

Sí, lo sé, no es justo usarte de cabeza de turco y si el blog está abandonado y el balcón sin barrer no es culpa tuya. Tienes razón, media manzana mía, te he sido infiel en otros menesteres y lo mismo podría haber hecho en cuestiones balconeras. Pero deja que me autosugestiones y te prometa una cita, más o menos breve, cada día para abrir las ventanas y que corra el aire y la palabra por esta balconada que hemos creado a medias.

Necesito tu ayuda también para mandar ceuves por tierra, mar y aire, a ver si me traen los vientos una sorpresa agradable en los próximos meses. Ahora que trabajo en equipo la tarea será menos dura y el ánimo mayor.

¡Ay, qué placer, saber que lo nuestro sigue siendo sólido, firme y verdadero! Pero que lindo eres Mac de mis amores, tan suave, tan blanquito, tan ligero, con esta memoria que Apple te ha dado, tus lindas curvas y tu recia osamenta... You make me crazzy!

miércoles, 21 de mayo de 2014

Viaje en bus


Llueve. Detrás de los cristales llueve y llueve. Y sobre ti también llovería si no fuera porque alcanzaste el autobús justo en el momento en que se disponía a salir de la primera parada y caía la primera gota sobre el suelo adoquinado. Llueve con rabia, con la misma que un maniático de la limpieza emplearía para eliminar una mancha de cereza sobre su blanca camisa de cuello almidonado; como si el objetivo fuera dejar impolutas las calles de esta ciudad que se ha vuelto, por horas, gris plomizo.

Afortunadamente no parece que haya más coches de los habituales. Así que llegarás con tiempo. Traquetea el autobús que da gusto, mientras que tú, la única ocupante, escribes inventando la vida del apuesto conductor. El mismo que en otra vida estudió una ingeniería con no se sabe qué ilusiones que no coincidieron con la realidad laboral que luego se encontró. Estás loco, le dijeron todos los que tuvieron oportunidad cada vez que contaba que se estaba sacando el carnet de autobus porque tenía un contacto. Pero le dió igual, porque estaba harto de aquella oficina rancia, de no ver la luz del sol, de tener la mesa llena de pilas de expedientes pendientes de resolución. Él quería aire, ver gente, sonreír cada mañana y dar los buenos días a gente desconocida, solo para poner un poquito de alegría en sus vidas...

Llueve y llueve. Una ristra de parados soporta la lluvia, bien alineados, junto a la puerta de la oficina de empleo del Paseo de las Acacias. Y tú te preguntas ¿por qué tienen que esperar en la calle? ¿no habrá hueco dentro para que esperen? En tu oficina no ocurre esto, al menos no lo has visto nunca. Pero en esa oficina, todos los días hay una ristra de parados, bien ordenaditos, junto a la puerta.

Ya sois cuatro en el largo autobús, con fuelle de acordeón en la mitad. Cada uno sentado en una punta, como si jugarais a las cuatro esquinas. Ya cruza el autobús el río para adentrarse en la antigua ciudad del amor reconvertida ahora en ciudad de la formación. Este año baja cargado de agua; es raro en esta ciudad, a la que solo le falta mar, que el río lleve agua.

Justo al final del puente, el autobús frena bruscamente y el conductor enloquece; la furgoneta de delante ha frenado ante un semáforo en ámbar. Ya no callará en todo el camino: que si la lluvia, que si estás tonto, que si la próxima vez te empotro y te enteras...

Y tus oídos hechos al silencio interior de las primeras horas de la mañana descubren la rebelión del personaje, que ya no es el ingeniero de ojos tristes que reconstruyó su realidad para regalar sonrisas mañaneras. Ahora se va a convertir en el tipo al que Lucía está a punto de abandonar, porque no quiere resignarse a convertirse en una criatura triste y amargada. Porque no soporta la indignación rabiosa de Luis, desatada a gritos, todos los días, a la misma hora, delante de la televisión. Porque cada vez que suena la música del telediario a Lucía se le sale el corazón por la boca de la ansiedad que siente.

Luis, que antes reía por todo y siempre tenía preparado algún plan, aunque fuera un paseo por el parque, ahora no quiere salir de casa para no gastar, porque le han recortado el horario y hay que pagar la hipoteca y los tiempos están muy mal y estos miserables de políticos nos han llevado a la ruina y no se sabe lo que puede ocurrir. Lucía se pregunta si ni siquiera suela de zapato puede gastar, un paseo no ha arruinado nunca a nadie, le dice. Pero él no contesta y sigue enrojeciéndose y enfureciéndose delante de la televisión.

Así que Lucia, que ayer perdió su trabajo pero no le dijo nada a Luis, para no tener que oirle, se va hoy de casa, mientras Luis grita al tipo de la furgoneta: ¡Tú estás tonto, tú estás tonto, tú estás tonto!

Y ahí le dejas, con su indignación, mientras bajas del autobús acariciando tu cuaderno donde late todavía fresca la tinta de la venganza.

viernes, 18 de abril de 2014

Gabo y yo


Igual ya os lo he contado, pero os lo cuento de nuevo. Yo tuve una profesora, allá por BUP de ideas retrógradas que escenificaba el alegre milagro del caudillo, el cual consiguió enganchar a España en el trenecito del avance económico, por la cola, en el último momento. Era una imagen que le encantaba, aquella del trenecito que se marchaba y al que, ya andando, se ensartaba en último lugar el vagoncito, rojo y gualda, marca España. La repetía curso tras curso. También presumía la mujer de dos hijos maravillosos, chico y chica, perfectos e inteligentes, que no digo yo que no lo fueran, pero que de tanto cantar su madre sus virtudes te caían mal a simple oído. Nos explicaba Historia desde el punto de vista de los vencedores y en el plano literario nos tachaba (no había que estudiarlo) a Cernuda, por rojo, calificaba a Alberti de simple y no eliminaba a Lorca del temario porque quitar a Lorca es como explicar la Literatura española y pretender que Cervantes no existió.

A pesar de estos antecedentes, a la buena señora le debo mi primera incursión por Macondo y el descubrimiento del que por muchos años fue mi autor de cabecera. Un día cualquiera se le ocurrió a la mujer hablarnos de esa novela absurda que, según ella, trataba de una familia de incestuosos cuyos descendientes acababan convertidos en cerdos. Una estupidez, decía ella con su acento andaluz, que había dejado pasmados de espanto a sus inteligentes hijos, los cuales no entendían nada de ese ridículo libro. Ay, A.M., no sabes con que placer me adentré a conocer el hielo siguiendo al coronel niño, solo por mi convicción de que allí lo único que encontraría ridícula sería tu crítica desdeñosa. Me lanzaste de lleno a lo que entonces se llamaba el "boom" hispanoamericano, me dejaste huella sin quererlo tú y sin quererlo yo, quién me lo iba a decir.

Nunca dejaré de darte las gracias por arrojarme al encabalgamiento subordinado de Gabo, a los nombres melodiosos y llenos de significado de sus personajes, al abracadabra de su realismo mágico. Guardé mi descubrimiento en un rinconcito en mi estantería y fui sumando títulos, hasta tenerlos todos. De todos ellos, sin desmerecer ninguno, me quedo con la Cronica de una muerte anunciada y con mi querida, Increíble y triste historia de la Cándida Erendira y su abuela desalmada.

Yo quería ser Gabo, ser su pluma, escribir largas frases y convertir la realidad en cuento, en magia. Empecé a escribir imitándolo, igual que de niña me había inspirado en Gloria Fuertes para escribir poemas simplones sobre conejos que se perdían y gatos que perseguían perros. Sí, Gabo fue el ídolo de mi juventud. Siempre fui un poco clásica: mi actor favorito era Cary Grant, mis actrices preferidas las dos Hepburn, escuchaba rancheras y boleros (es que a mi la América Hispana me robó siempre el alma), una hipster de 1940, vamos.

También he de reconocer que muchos años más tarde discutí con Gabo, pasa en todos los grandes amores. Aquel Vivir para contarla me pareció la biografía más tomadura de pelo del mundo. Sosa y aburrida. Después de ello, me negué a seguirle tras un título tan poco afortunado como Memorias de mis putas tristes. Sí, poco a poco, ya desde antes de nuestra disputa trágica, le fui infiel a Gabo con otros autores, sumando otros libros a mi lista de preferidos.

Pero el primer amor nunca se olvida, Gabo nunca ha dejado de tener ese rinconcito de mi estantería, donde guardo sus libros, uno junto al otro, donde rindo tributo al hombre que me abrió los ojos a la magia de la literatura hispanoamericana.

Gabo me quedo con tus más de mil páginas mágicas y tu fascinante Macondo, para seguir leyéndote y perderme de cuando en cuando.

lunes, 14 de abril de 2014

Enfocada


Llevo tiempo diciéndoos que el Cosmos me quiere y cada vez lo veo más claro, pero no es algo gratuíto. En realidad es que hay muchas cosas que se mueven a mi alrededor y se deben a que yo misma las estimulo o, al menos, las capto. Hace años que me muevo, de aquí para allá, probando y haciendo cosas nuevas. Antes era como jugar a la gallina ciega o intentar encontrar la puerta del laberinto sin ovillo en la mano.

Ahora todo parece fácil, pero no es arte de birlibirloque, es que por fín estoy enfocada. Tengo un objetivo, claro y directo. Y desde que lo tengo resulta que el puente se va construyendo a mi paso. No es sólo que tenga un objetivo, es que además busco, hago, provoco y la cosa surge. Elijo centro para las prácticas de mi Máster, un poco a ciegas, pues al llegar mi turno la mayoría de las opciones están cogidas y resulta que, cuando un mes después me sale un curso, preludio de un trabajo, se encuentra ubicado en el lugar idóneo para poder compaginar ambas cosas. El curso no surge de la nada, es resultado de una pregunta hecha en el momento y el lugar correcto.

Después de todo eso me encuentro con un horario lleno, pero estoy feliz, me encanta pasar la mañana rodeada de adolescentes y la tarde en una clase con un grupo de gente encantadora dinamizado por una profesora despierta y amena. El día se me pasa volando, e incluso, entre una cosa y otra, hay días en que dispongo de una hora para comer conmigo misma sentadita en un parque, ¡con este tiempo! Tener una hora para encontrarme, y un parque a mano para ello, es otro pequeño lujo que me regala el Cosmos.

Es cierto que en estos momentos me veo privada de algunas cosas, pero me doy ánimo, diciéndome que el esfuerzo merecerá la pena y que todo lo que hago tiene su porqué. Cada vez que algo parece que entorpecerá mi camino me llega una buena noticia que no esperaba y me deja franco el camino. Os diría que hay veces que me cuesta creer que esas cosas tan buenas me pasen, pero ya no me cuesta creerlas, eso era antes, ahora las acepto, las agradezco y las recojo para exprimirlas, que es la mejor manera de agradecerlas. Estoy en racha, pero lo más gratificante de todo es esta sensación de estar centrada, de saber lo que quieres, de confiar, y de disfrutar del día a día.

Me encuentro feliz y segura de mí misma, deseando que llegue el día en que pueda empezar a devolver todo lo que estoy recibiendo. ¡Estoy enfocada! Y no sabéis lo bien que me sienta.

domingo, 23 de marzo de 2014

Gracias, señor Presidente


No sé si escribo esto con el teclado empañado por ese halo de nostalgia que nos confiere pensar en nuestra infancia. Sin embargo, creo que en cierto modo las cosas son de esta manera.

A mí, la muerte del tirano me pilló en Parvulitos, en poco tiempo desaparecieron del colegio los hábitos y los uniformes, no sé si coincidió realmente en el tiempo, pero de algún modo los aires de libertad se dejaban notar incluso en esos detalles que pueden parecer nimios. Casi inmediatamente a los días de fiesta, que no de duelo, colgaron en la pared que teníamos frente a las mesas una foto de la familia real, "las infantas se llaman como mi hermana y yo" me dijo E.P., mi mejor amiga de la infancia. "¡Qué mentirosa!" pensé yo, muerta de envidia por carecer de nombre principesco. Era verdad. E.P., que era muy trasto y valiente, robaba aspirinas infantiles para tomárnoslas en el recreo y me enseñó a cantar el himno nacional con letra, empezaba de esta manera: "Franco, Franco, que tiene el c... blanco porque su mujer lo lava con ariel". Mi madre me decía que esas cosas no se cantaban.

Fueron momentos de muchos cambios, incluso los niños nos dábamos cuenta de la importancia que tenía la política. Los políticos eran entonces personas respetables, el presidente, que podía prometer y prometía y hasta cumplía, tenía la edad de nuestros padres y era un hombre guapo de dientes relucientes. El Rey juró su cargo, se aprobó la Constitución... Y los niños, de algún modo, nos dábamos cuenta de que había mucho que celebrar, de la mismo forma que en el 81 fuimos conscientes de que pasaba algo gordo y también callamos y nos angustiamos, esperando a ver que pasaba y cuando finalmente todo se solucionó salimos a la calle, contentos y felices de que aquello que llamaban democracia podía seguir su andadura.

Hoy, mientras lamentaba la muerte del político más respetado de este país, no he podido dejar de comparar el ambiente de entonces con el de ahora. La alegría de ir consiguiendo más y más libertades con el paso de los años, frente al estupor de ver como esas libertades se van recortando poco a poco. El sentimiento de todo el pueblo unido para conseguir el bien común, frente a la sensación de estar en manos de una clase privilegiada que se agarra con uñas y dientes a sus privilegios, caiga quien caiga. Y solo se me ocurre que si los políticos de hoy se concentraran en dejar en los niños de ahora la impresión que Adolfo Suárez dejó en los niños de entonces, el país iría mejor, mucho mejor.

Muchas gracias, señor presidente.

martes, 11 de marzo de 2014

Epistolando


Hola, B.:

Diez años ya, qué cosas y qué de cosas que han pasado desde entonces. Con esto de las vueltas que da la vida y de las vueltas que te das tú por dentro, aunque no lo parezca, nosotros los de entonces ya no somos los mismos.

Al menos yo ya no lo soy, a Dios gracias, que uno no puede evolucionar si se queda en tabula rasa, que la vida y el día a día te van moldeando y, creo yo, mejorando. Aunque no te pueda dar muestras visibles de mi transformación, yo creo que de momento me voy superando, como los buenos vinos. Que hace ya meses que descubrí, sí, Blasi, sí, que soy feliz, ya ves, con estas manitas y mi tejedora, en plena crisis, sin grandes logros, sin perrito que me ladre y sin los que entonces pensábamos que serían nuestros sueños cumplidos.

Hace años escribí un cuento, que no compartí apenas con nadie, en el que hablaba de B. la que se sabía poner las gafas de disfrutarlo todo, algo así era, no quiero ni buscarlo. Y es que, durante mucho tiempo, en algún lugar del alma me dolía y me regañaba, porque a mí esas gafas se me caían a ratos, y hasta me enfurruñaba conmigo misma porque tú sí habrías aprovechado esa oportunidad y aquí estaba yo echando todo por tierra nuevamente. Es que somos así, los humanos, en esto de buscarnos los defectos y refugiarnos en la culpabilidad y la impotencia. Pero tú ya lo sabes, porque en aquel tiempo conversaba contigo más a menudo que ahora.

No creo que te importe que esas conversaciones se hayan reducido, tú sabes bien plantarte en mi memoria, evocada por un recuerdo fugaz, una reunión de amigos, una canción en una emisora o un déjà vu cualquiera, sin contar que es difícil que estas fechas pasen desapercibidas, que nuestros cumpleaños eran casi seguidos y que son muchos años, compañera.

Además, espero que te alegre que ahora camino sola, sin culpas, sin juicios, viviendo más presente que futuro y aprendiendo del pasado. Que no, claro que no, que tampoco me he convertido en la mujer de hierro y de vez en cuando me sigo enfurruñando con el mundo y me refugio con un libro en el balcón, mientras la vida, en forma de niña regoderta y con gafas, pedalea a lomos de una bicicleta, recorriendo mi calle una y otra vez, para que yo no tenga duda de que sigue allí abajo, conmigo o sin mí, pasándoselo de maravilla, porque el sol brilla, los pajarillos cantan y las nubes son volubles y cambiantes y se evaporan... Pero la verdad que son pocas, tan pocas que ya casi no puedo ni recordar la última vez que rodillas en alto, volumen en los muslos, y pies sobre el borde de la silla, fingiendo que leía, la vi pasar y no bajé corriendo a festejar con ella que la vida seguía.

Poco más que contar o mucho que decirte, pero ya sabes, seguimos en contacto. Te mandaré un privado con pelos y señales. Cuídate, cuídanos. Besos grandes, te sigo echando de menos,

M.

viernes, 28 de febrero de 2014

Raros, raros, raros...


Era un padre tan raro que untaba las galletas con fantasía y así preparaba el desayuno de sus hijos. Ella, su mujer, se levantaba al alba y subía a la azotea, le gustaba tanto ver amanecer. La hija pequeña se ponía los zapatos del revés, el derecho en el pie izquierdo y viceversa, decía que así sus pies serían más libres de elegir a donde ir. El hermano mediado se quedaba mirando al vacío durante horas, vivía aventuras en silencio. Alba, la mayor, sí, el nombre lo eligió la madre, se cepillaba el pelo ciento veintitrés veces, ni una más ni una menos, cada mañana, después daba tres vueltas de campana, tres sencillitos flip flap, para que su pelo se alborotase y el peinado fuera lo más natural posible. Tenían un gato que se tiraba a la piscina a nadar en cuanto te descuidabas, y un perro que aprendió a trepar a los árboles siendo bien cachorro.

Cuando se mudaron, las gentes del barrio, siempre uniformadas con trajes más bien grises, no paraban de repetir: ¡Vaya una familia rara! Pero poco a poco y casi sin darse cuenta, el color empezó a inundar las calles. Doña Amalia, la vecina del 102, se tiñó su blanco pelo de azul brillante y se plantó dos horquillas decoradas con pequeños osos panda de resina. Pedro, el oficinista del 97, dono todos sus trajes menos uno, por si acaso, a la parroquia, y se compró unas botas de ranchero. Los niños empezaron a correr por las calles. El parque se llenó de voces y de luces. Y empezó a convertirse en costumbre llevar unos panchitos, unas pipas, una tortilla o unos callos, para compartir con los vecinos, los sábados por la mañana a la hora del aperitivo. Así, hablando y hablando, se fueron enterando de que todas las personas del barrio tenían alguna rareza. Marisa, la carnicera, cantaba en la ducha, bueno, ahora a veces también cantaba en el parque, como una verdadera soprano. A Emilio, el del 95 le gustaba coleccionar los envoltorios de los snacks, bollitos y saladitos que comía entre horas; a final de año hacía un mural con ellos y lo donaba a una organización benéfica que lo subastaba y con el dinero obtenido ayudaba a equipar escuelas allende los mares; era una forma de purgar el sentimiento de culpa por ser un tripero, como le llamaba su abuela cuando era pequeño.

Descubrieron que les encantaba ser raros, diferentes y originales. Distintos unos de otros, pero con el vicio común de disfrutar de las rarezas de los demás. ¡Pon un raro en tu vida!, solían decir a sus amigos, los que no eran del barrio y por el brillo de su mirada, la amplitud de su sonrisa y el sentimiento con el que lo decían, aquellos que les escuchaban sabían que debían buscar la rareza. Porque en la rareza está la riqueza.

¡Feliz día de las enfermedades raras!

Este para mi chica especial.



jueves, 27 de febrero de 2014

Sangre negra


Permanecía quieto, en apariencia. En su interior bullía la intranquilidad del que espera pasar a la acción y se ve impedido para ello. Estaba alerta. Por su sangre negra circulaban anécdotas ajenas, posibilidades, ideas, designios prestos a cumplirse. Su final estaba cerca, era cuestión de días, quizás horas. Necesitaba contar. Las historias se agolpaban en la punta de su cabeza, pugnaban unas con otras, rivalizaban por ser la primera en cobrar vida.

Latía, lleno de energía, oía las voces de los protagonistas resonando en su interior mientras él había de permanecer mudo, sin poder moverse. Deseaba que llegase aquella que le infundía aliento, pero le invadía el temor de verse privado de la oportunidad de hacerse con los mandos, que tuvieran trazado ya un plan ajeno a sus anhelos, que torcieran el destino glorioso al que se creía predestinado y le obligaran a ensuciar el papel que le pertenecía.

Sintió que la puerta se abría, la habitación se llenó de luz. Notó la mano firme que lo acariciaba, lo desnudaba, lo incorporaba y le daba voz.

Sus peores pesadillas se confirmaron, se encontró sobre un libro de cuentas, desgastado y miserable. No, aquello no podía acabar así, no podía soportar que su último momento se redujera a esbozar unos guarismos escasos y miserables, reflejo de la poco imaginativa economía doméstica de su dueña. Sintió que la rabia le invadía, que su negra sangre hervía. Su mente se nubló...

---------------

Encontraron a la escritora sin vida, sentada en la misma mesa donde antaño escribía exitosas novelas, con la cabeza sobre un triste libro de cuentas y un bolígrafo de gel de color negro clavado en la yugular. Los periódicos hablaron de un suicidio romántico, fruto de un bloqueo creativo mal llevado. Jamás se abrió una investigación. Hubiera sido inútil, nadie hubiera sido capaz de descubrir que el asesino descansaba erguido, victorioso, hincado en la garganta de su propia víctima.

jueves, 20 de febrero de 2014

Amor de padre


¿No es bonita mi fecha de cumpleaños? Número redondo, comienzo de signo astral. Febrillo loco se vuelve a portar y me regala un día luminoso que no podré disfrutar demasiado, todavía no he encontrado el momento de retomar mis apuntes para el último examen del año (de momento), que será esta misma tarde. Con él cerramos ciclo y empezamos nuevo horario y nuevas experiencias.
Ya me ha caído algún regalo que otro y me he encargado de endulzarme el día con una tarta de merengue y limón evocadora del postre estrella de la desaparecida pastelería California. Hoy oficialmente, les doblo la edad a los benjamines de mi clase, pero siempre hay alguien dispuesto a recordarme que sigo siendo una chiquilla, por lo menos para él. Mi padre, el coplero, me ha enviado su regalo anual y como me ha gustado, pues aprovecho para lanzarme unas flores (a mí y a mi balcón) a través de sus versos (perdonadme este rapto de narcisismo, espero recuperar mi locuacidad escrita en cuanto me descargue de apuntes y citas académicas, ya queda ):


María
Mi niña María José,
o simplemente María.
La sempiterna estudiante
de meninges cultivadas. 
Acostumbrada al trabajo, 
que cuando tiene un relajo
lo llena con poesías,
con novelas o teatro,
que devora ávidamente.
Es una " culta " consciente,
la cultura es su sustento.
Tiene un Balcón singular,
donde ella suele mirar
apercibiendo la vida,
haciendo mil conjeturas,
exponiendo reflexiones,
en su púlpito balcón,
donde la vida palpita
de poesía infinita,
o quizás se llame amor.
Mi niña que es un primor
celebra su Cumpleaños,
nació el 20 de Febrero,
y en esta fecha yo quiero
expresarle mi cariño,
por lo mucho que nos da.
Así mismo te deseo,
un día maravilloso
de Amor y Felicidad.
Y que cumplas muchos más.
Antonio L.
 

miércoles, 12 de febrero de 2014

Reconciliación


No sé si confesiones de este tipo minan mi credibilidad, pero una es así de sincera y todo lo lanza al vuelo. Ni siquiera el haberme pasado los últimos cuatro meses rodeada de jóvenes eruditos de la lengua y la literatura pueden acallar mi confesión, aquí va.

Hace años, pero muchos, muchos, me pelee con Cortázar. Sí, no le di tiempo ni a darme más explicaciones. Tanto Rayuela por aquí, Rayuela por allá... que me hice con un ejemplar, decidida a ampliar mi catálogo de hispanoamericanos literariamente adorables.

"Una y no más, Santo Tomás", me dije a mí misma unas semanas después cuando cerré aquel volumen leído de cabo a rabo no de manera lineal, claro, porque no prescindí ni siquiera de los capítulos prescindibles. "Una y no más, Santo Tomás, Maru", me repetí, "la última vez que te lees un novelón infumable cuando se te atragante la lectura". Y desde aquel día, libro que no me engancha, libro que se queda a medio camino.

Sí, habéis leído bien, hablo de Rayuela y lo asocio a "novelón infumable". ¿Alguna penitencia por tamañana herejía? Agacho la cabeza, eruditos de todo el mundo me despreciarán y se sorprenderán de mi simpleza y mi ignorancia. Pero bueno, creo que siempre os dije bien claro que mi criterio es el de una simple mirona de a pie, sin ninguna pretensión de sabiduría irrefutable.

Pero esta mirona de a pie, limitaciones aparte, tiene al menos la virtud de reconocer errores. Sobre Rayuela aún no me pronunciaré, quizás deje su relectura para más adelante, o quizás no. Lo que reconozco es que llegué a Cortázar por el camino equivocado. Afortunadamente, este año Cortázar se me ha manifestado en pequeñas pildoritas, una y otra vez, como un ex olvidado que vuelve a reclamar tu atención sutil e inteligentemente. Y lo ha conseguido, me tiene loca con sus juegos de palabras, sus ejercicios creativos y la cantidad de propuestas que se pueden sacar de sus líneas. Julio me ha conquistado.
 


sábado, 25 de enero de 2014

Escribir


Soy de la teoría de que todo el mundo puede escribir, lo único que hay que hacer es ponerse a ello. Ocurre lo mismo que con el dibujo, cuando somos pequeños dibujamos sin descanso y sin complejos. Llega un momento, para la gran mayoría, en que esa vena artística se nos trunca, empezamos a pensar que nuestros dibujos no valen nada comparados con las maravillas que otros hacen. Nuestros dibujos quedan fosilizados en la época infantil y no dejamos de repetirnos esa cantinela de "yo no sé dibujar", "soy incapaz". Pero todo el mundo puede hacerlo, para disfrutar de ello no hace falta ser Picasso, Van Gogh o Antonio López, la cosa es echarle ganas y practicar.

Escribir es fácil. Por dos sencillas razones. La primera es que dominamos la herramienta, las palabras nos rodean desde que asomamos a este mundo y pronto, sin dificultad, empezamos a utilizarlas sin darnos cuenta. La segunda es que todo lo que nos rodea nos sirve de fuente de inspiración: una palabra cogida al vuelo, el gesto de alguien, una anécdota tonta que llama tu atención, el señor de la parada del bus, la vecina del tercero...

Pero escribir ¿para qué? Pues para disfrutar, expresarte, conocerte, mostrarte, crear, ser tú mismo, dialogar contigo o con los otros, liberarte de ideas abrumadoras, dar forma a las ideas brillantes, adornar las ideas sencillas, inventar otras realidades, jugar con las posibilidades, lanzar palabras al aire y atrapar las que caigan en una red, declararte, quejarte, exagerar, minimizar, relativizar, ordenar o desordenar, hacer malabarismos, desdibujar el entorno, redibujarlo, ponerlo boca abajo, o boca arriba, convertir en poesía la lista de la compra, entender otros puntos de vista, rebelarte, atreverte, darte la vuelta...

Tengo gente querida que me repite que debería tomarme esto en serio, escribir algo bueno e intentar publicarlo, y puede que algún día lo haga, o tal vez no. Durante muchos años viví con la herida de no poder ganarme el pan juntando palabras "sin solución de continuidad". Hace poco me di cuenta de que no es indispensable, también me di cuenta de que hay muchos otros caminos para convertir las etéreas palabras en mundanal sustento y en esas estamos.

Pero proyectos al margen, lo importante es que la escritura y yo tenemos una relación intensa y satisfactoria. Me divierte, me ha dado lo que yo quería, tengo en mis manos una herramienta poderosa que me hace ser más yo, más segura, más firme.

Yo que tú probaba. La escritura es facilona, se va con cualquiera que la mime un poco, se deja moldear, se hace querer. Venga, no te cortes, introduce con gesto de culpabilidad esa libreta en blanco en tu bolso o bolsillo y ese viejo boli y lánzate a la calle, atrapa ideas al vuelo, dibuja fuentes, perros, escaleras, ancianos cascarrabias, adolescentes locos, guiris despistados, cámbiales el peinado, la ropa, el espacio o el tiempo, el humor, la sonrisa... y luego me lo cuentas.


martes, 14 de enero de 2014

Tomando el aire



Si contrastas las dos fotos verás la magia del Retiro...
Hoy recibí una llamada de mi más ferviente admirador. Mientras yo limpiaba los baños, él me iba describiendo glamurosos palacios de anticuarios, fiestas con la jet set y demás estampas de su mundana vida en la Europa del Este. Terminó apelando, sin saberlo, a uno de mis propósitos de nuevo año, todavía dormido. Es un poco absurdo que una persona que vive en la otra punta del continente y al que ves una tarde cada tres o seis meses se despida de ti recomendándote salir a pasear.

De pronto, la angustia de estar metida en casa delante de un ordenador intentando organizar mis tareas se me ha hecho insoportable. ¿No os ha pasado nunca que vuestro cuerpo se convierte en un recipiente que tiene que librarse de su contenido? Es como si fueras una cafetera a punto de rebosar...

...mismo momento, mismo lugar, misma hora.
Encuentra las 800 diferencias
No había duda, esa recomendación de última hora era una señal para no dilatar más la vuelta a mi costumbre de caminar en solitario a alguna hora del día. Sin pensarlo dos veces, me he puesto el abrigo, he bajado a la calle y me he dirigido a mi lugar de Retiro. Menos mal que lo tengo aquí al lado. Paseito sin rumbo fijo, a mi libre albedrío. Hacía meses que no practicaba. El invierno está ya presente en todos los rincones del parque. Lloviznaba. No había casi nadie.

Un solo de trompeta acompañaba mi marcha mientras enfilaba la avenida principal. "¿Quién será el que me dé su amor? ¿Quién será? ¿Quién será?..." reconocía mi cerebrillo la melodía que se quedaba en el aire, misteriosa, mientras yo, como si no fuera conmigo me dirigía a la puerta de la Biblioteca... ¿Sería una nueva señal que he ignorado? ¿Quizás tenía que haber ido uniendo pistas, como si fuera una gymkhana? ¿Estarán mis sentidos demasiados dormidos para escuchar al Cosmos? ¿Creéis que mi Máster del Universo tiene demasiada centrada mi atención?


domingo, 12 de enero de 2014

Nostalgia


Ayer, después de una cena reencuentro, me vi de nuevo en un taxi que me llevaba desde la zona del Bernabéu hacia casa. La situación ya de por sí era bastante retro. Entonces, en la radio, empezó a sonar Modestia Aparte y el pensamiento me voló hacia Blasi que estás en los cielos. Tras ese ritmo conocido, la emisora de radiofórmula saltó a una canción, de vaya usted a saber quién, que hablaba de amores y la nostalgia me llevó a desear escuchar las palabras que no me han sido regaladas en los últimos seis meses. Hasta pensé en Loquillo medio tirado, allá en la ladera del Tibidabo...

Qué cosa más rara es la nostalgia. Es curioso como te invade de repente, te aparta a otros lugares y momentos, los disfraza de tiempos mejores, y envuelve la tristeza de la melancolía con una paño dulzón. ¿Por qué nos enganchará tanto esa timadora burlona? ¿Qué tendrá que es capaz, por ejemplo, de hacerte adelantar acontecimientos funestos que nunca sucederán o que quizás no sucedan hasta dentro de veinte, treinta o cincuenta años? ¿Por qué nos hace añorar momentos pasados que ya están concluidos, acabados, definitivamente cerrados o que no han sido más que una etapa de esta vida presente que no, Karina, que no, que no es peor que cualquier tiempo pasado? ¿Por qué nos hace acordarnos de repente de alguien o de algo que ya pasó y preguntarnos por qué pasó?

Tendrá algo que ver con ese poder de la ausencia, ese intento de volver al plano imaginario, esa persecución eterna de querer ser objeto de deseo de la que habla mi profe prefe. Somos verdaderamente sugestionables los humanos.

jueves, 9 de enero de 2014

Proyectos


Hoy he estado de rueda de estado y proyectos vitales con un grupo de buenos amigos, todos en paro. A pesar de todo, la crisis no ha sido capaz de hacernos sombra. Nos hemos puesto al día, sobre las expectativas, planes y visión de futuro de cada uno de nosotros. Digamos que hemos renovado nuestro proyecto de vida de hace unos meses.

Da gusto rodearte de personas positivas -y verte tú misma como una más de ellas- que en lugar de lamentarse, enfocan su vida hacia el futuro con ánimo de avanzar. Nos hemos propuesto seguirnos los pasos en sucesivas reuniones mensuales, al margen de que sigamos viéndonos por ahí y por allá, unos más que otros.

Espero que de aquí a unos meses nos sigamos contando proyectos, cada día más reales y cada día más firmes. Creo en ellos, creo en mí y creo en los habitantes de este país. A la larga será triunfo nuestro, el de cada una de las personas anónimas, el ir saliendo poco a poco de este panorama nacional que ya lleva mucho tiempo siendo gris. Por mucho que luego quieran vendernos la recuperación, que antes o después tiene que llegar por lógica y cuestión temporal, como el triunfo político de los oportunistas de turno.

Sonrisas, ánimo, cariñito y ganas de hacer cosas, y de hacerlas bien, esa es la fuerza capital de cualquier economía.

sábado, 4 de enero de 2014

Estrenando año


Ya tenemos otra vez la hoja en blanco. Borrón y cuenta nueva. Ya tengo esbozados algunos de los propósitos de este 2014 y todavía no he dado ninguno de los pasos para empezar a conseguirlos, pero lo remedio en un momento y, así, empiezo mi lista con el propósito número uno:

1. Sin prisa, pero sin pausa. Nada de agobios, ni culpabilidades tontas por lo que no se ha hecho. Celebrar por el contrario los pasitos que se van dando.

2. Comprarme una agenda, sí, de papel y aprender de una vez por todas a manejarla. Llevar un orden en mis cuadernos, en lugar de saltar de uno a otro sin orden aparente. Tomar nota de mis lecturas, de las películas que veo, etc. (Es algo que me propongo siempre y nunca hago, soy un poco friki).

3. Controlar el gasto, ahora que se acerca periodo de vacas flacas no queda más remedio. Eso sí, con buen humor y sin caer en agobios. (Os confieso que me he regalado el Kakebo).

4. Hacer algo de ejercicio. Salir, al menos, a pasear o a correr. Estos primeros días lluviosos son muy tentadores en sentido contrario.

5. Seguir rodeándome de gente interesante, cariñosa y divertida. Este es fácil.

6. Aumentar el número de post del balcón, llevamos dos años en franco retroceso. Ahora que la crisis remonta (según los datos de mi financiero de confianza) debemos contribuir al aumento de la producción. Ah, y volver a la costumbre de tomar fotos para darle un aspecto más visual

7. Disfrutar de lo que haga en cada momento, sea estudiar, pasear, limpiar, arreglarme, leer o estar tirada en un sillón. Eso es lo que se llama atención plena, ¿no?

8. No pretender cambiar a nadie. Estoy aprendiendo y mola.

9. Ser activa, dispuesta y optimista. Caminar por el lado luminoso de la vida, vaya.

10. Ayudar, disfrutar del dar y también del recibir.

Y por supuesto:

11. Encontrar un trabajo

12. Acabar mi Máster

13. Cambiar de nido

14. Volver a viajar

15. Seguir aprendiendo

16. Encontrarnos de una puñetera vez

17. ...

          ...

              ...