Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

jueves, 28 de febrero de 2013

Rarunos somos todos


Ya ha pasado un año desde que os hablé de mi pequeña C. y hoy vuelve a ser el día de las Enfermedades Raras. Os podría contar mil y una aventuras de la rubia pizpireta que sigue volviéndonos locos de alegría a los que disfrutamos de su compañía. La misma alegría que nos provocan los otros ocho elementos a los que llamo sobrinos, todos ellos especiales y diferentes aunque puedan comer carne y pescado.

Pero hoy os voy a hablar de Patricia Lorente y su libro Sándwiches de mermelada. Y me diréis ¿qué nos vas a decir si se te ve el plumero y la autora es tu hermana? Pues os diré que aunque sea mi hermana y por encima de eso os recomiendo que os hagáis con un ejemplar de Sándwiches de mermelada, lo leáis, habléis de él y si tenéis algún adolescente o jovenzuelo a vuestro alrededor se lo paséis o se lo regaléis.

Pat, que es la pequeña de mi casa pero que muchas veces me ha hecho de hermana mayor, es lista como el hambre, ingeniosa como Jardiel y tan perseverante como cariñosa. Con estos ingredientes y muchos más lleva años escribiendo e intentando publicar sus novelas. Desde que C. apareció en su vida, en sus libros se cuela algún que otro personaje que sabe muy bien que es eso del PKU.

Un día se le ocurrió enseñarle el manuscrito de Sándwiches de Mermelada a los Laboratorios Nutricia y alguien de dentro pensó que era bueno y que colaborarían en su publicación. A cambio, de la venta de cada uno de los ejemplares (7 € V.P.) un euro se destinará a Asfema (Asociación de PKU y OTM de Madrid).

El protagonista es un adolescente en el último año de instituto que le da vueltas a la cabeza, lo normal, hasta que Chiti se cruza en su camino y le saca de su ensimismamiento ¿Qué tendrá esa chica que la hace tan especial? Si queréis saberlo pinchad aquí  y sabréis como conseguirlo.

Por cierto, feliz y diferente día de las enfermedades raras.

lunes, 25 de febrero de 2013

En invierno, película y manta.


Después de tanta actividad la semana anterior llegó la calma, o no. El balcón permanece mudo. Yo me asomo de vez en cuando y echo una ojeada, por si las vistas me inspiran. 

Pero no sé, no me arranco. No es que sea por falta de actividad, la semana pasada he hecho bastantes cosas, añadir un año más a mi edad, entre otras. Pero pese a que no he parado en casa supongo que mi realidad ha sido más intimista, vamos que me lo he guardado todo todito para mí. Hay veces que hay que cerrar el balcón, echar las cortinas y disfrutar del silencio.

No sé si me he amodorrado mucho o que los virus gripales de los pequeñajos que se cruzan en mi camino están haciendo mella en mí, pero sigo un poco perezosa. Aun así no me resisto a manifestar que me alegro de que el Oscar a la mejor película sea para Argo, ya os expliqué los motivos. Y ya puestos pues sigo con el cine, para que veáis que sí he salido de casa.

Django desencadenado no me gustó demasiado, lo siento. Tiene un comienzo bueno, no lo negaré, pero cuando se inicia la carnicería empieza el sinsentido. Sé de buena tinta que no todo el mundo estará de acuerdo conmigo, pero sinceramente yo esperaba más. Las escenas finales son lo más ridículo que he visto en mucho tiempo. (Rivalizan con la frase que Daniel Day-Lewis le dice a Madeleine Stowe al final de El último Mohicano: en invierno viviremos en nosedonde y en primavera vendremos a ver a papá, o algo así quedó grabado en mi cabeza cuando la vi).

Pero El lado bueno de las cosas me encantó. Es una comedia romántica original y diferente. Los actores son geniales, todos ellos. Además de la pareja protagonista Jennifer Lawrence y Bradley Cooper, ambos nominados a mejor actriz/actor y ella ganadora, no hay que olvidar a De Niro. Es gracioso pensar que uno de los grandes gánsters del cine sea ahora el preferido para encarnar a los más peculiares padres de familia. La peli tiene muy buenos golpes y el drama que puede suponer las circunstancias del protagonista está muy compensado con esa vis cómica que se puede encontrar en todas las situaciones. Es una de esas películas de gente corriente, como la vida misma, con sus sombras, pero también con ese lado bueno de las cosas...

Ahhhh, y me acabo de enterar que Paperman ha ganado el Oscar al mejor corto de animación. Ideal. Circula por Internet, me ha llegado por Facebook, pero yo la vi en cine la primera vez. Recuperando esa costumbre antigua de poner cortos antes de la peli, tan propia de nuestras infancias viejunas, hace de telonera de Rompe Ralph, otra muy recomendable, sobre todo para ir con niños.

Al final os he relatado todo el catálogo. Y es que en esto de escribir y contar, todo es empezar... Y ustedes que las disfruten.


lunes, 18 de febrero de 2013

Los ojos de la Verdú


Os confieso que es la primera vez que me siento a ver los Goya con intención de hacerlo. Me enganché tarde y me salté algún trozo que otro, así que no os puedo hacer una crónica integral. Tampoco es mi intención.

De todo lo que vi me quedo con la Verdú. Hace años que quedó claro que aquella niña que, junto con Jorge Sanz, copó durante año la cartelera española, sabe lo que se hace. Seguro que su madre, a la que le dedicó el premio con todo su cariño, y la gente que la rodea tienen mucho que ver con eso. Maribel Verdú ha hecho las cosas con cabeza. Apuesta por los proyectos que le gustan y además de discreta y elegante nadie negará que cada día está más guapa.

Vi como la entrevistaban a la entrada y como contestaba con esa naturalidad que es una marca en ella. Me encantó su vestido y su aspecto en general, pero las crónicas de moda tampoco son lo mío. Ole, ole y olé, me dije para mi cuando dedico el premio a las personas afectadas por la crisis y sobre todo cuando denunció la injusticia de un sistema caduco que roba a los pobres para dárselo a los ricos. Sin aspavientos, sin efectismos, sin protagonismo, tan elegante y natural como ella misma.

Pero lo que más me gustó, lo que más me emociona de la Verdú, lo que hace imposible que la envidia patria (si es que eso existe) recaiga con ella, son sus ojos. ¿Os habéis parado a mirar los ojos de la Verdú? Supongo que sí, es imposible no darse cuenta. La Verdú sigue teniendo en sus ojos toda la inocencia, la curiosidad, la emoción, las ganas de comerse la vida, etc, etc... con que llegó al cine con apenas 13 años.

Así que yo miro los ojos de la Verdú y me digo ¡Ay, si todo la gente pudiese ver la vida a través de los ojos de la Verdú, otro gallo cantaría!

(Y cambiando de tema: me parto con Julián López, no lo puedo evitar).

viernes, 15 de febrero de 2013

Una cita ilustrada


Ayer tenía dos opciones. Una, proclamar a los cuatro vientos que San Valentín es un invento comercial de nuestros grandes almacenes patrios. Dos, abrir los ojos y lanzarme a compartir (es una acción que suele ser recíproca).

Mi elección la había hecho un par de semanas antes, cuando la programación de la Casa del Lector me puso ante los ojos la propuesta de participar en una Cita Ilustrada organizada por i con i (creadores de uno de los másteres más tentadores del mercado, desde mi punto de vista). ¿Cómo no sucumbir? Los libros ilustrados son una de las tentaciones más sabrosas para los amantes de las historias, los libros, la narración, las imágenes, el arte, el juego, el dibujo, el humor... ¿sigo? Y encontrarte en una sala rodeada de adultos que también comparten, y superan, ese vicio me pareció una forma muy bonita de darle un toque especial al catorce de febrero.

Así que allí me fui, acompañada del Ladrón de Gallinas que un día me entró por los ojos en una librería y del que no me he podido olvidar. Una historia de animales sin palabras con los ingredientes propios de cualquier drama shakespeariano: secuestro, familia ultrajada, persecución, viaje accidentado, amor...  Ideal para convertir en lector autónomo a cualquier personajillo de cualquier edad, aunque no sepa leer, y para provocar en nosotros un más allá en la lectura, ese busca, escudriña, interpreta y disfruta de las imágenes que muchas veces olvidamos si tenemos texto al lado.

De regalo me traje una tarde entretenida con un grupo de gente muy interesante, un montón de títulos presentados con pasión (todos ellos culpables de algún flechazo literario) y un precioso ramito de flores preparado con mimo y mucho arte. ¡Gracias!

Una sugerencia: salid ahí fuera, buscad, aprovechad, disfrutad... Madrid (o cualquiera que sea el lugar donde vives) está lleno de propuestas muy interesantes, muchas gratuitas como esta de Cita Ilustrada, y seguro que alguna hace aflorar tus pasiones.




jueves, 14 de febrero de 2013

Querido San Valentín


Querido San Valentín,

Sé que te extrañará que te escriba esta carta. Ya sé que se dice, se rumorea y se comenta que estoy peleada contigo desde hace tiempo, que te evito, que me escondo detrás de los árboles -que por eso me gusta perderme en el Retiro- y practico todo tipo de escorzos para huir de tus flechas.

Son esas mismas malas lenguas las que dicen que estas harto de mí, que hace tiempo que dejaste de intentar alcanzarme con tus dardos, que mis excusas te parecen aburridas y que no te cansas de repetir que llevo un escudo fabricado de prejuicios.

Por favor, no les hagas ni caso. Te propongo que sellemos la paz con un abrazo (contigo un apretón de manos se quedaría muy corto).

En mi descargo te diré dos cosas. La primera es que te estoy muy agradecida. Está claro que soy afortunada, vivo rodeada de amor, de gente que me quiere y se preocupa por mí. Además, sin presumir de ser una experta, creo que manejo "a nivel de usuario" esas herramientas para regalar cariño, amor y alegría, que pones en manos del que quiera emplearlas.

La segunda es que reconozco mis errores, que no son pocos, así que te hago una promesa. De ahora en adelante seré menos miedosa, menos quisquillosa, menos autosuficiente y sabioncilla y dejaré de levantar mi petulante "naricilla" como si ciertas cosas no me importasen lo más mínimo.

A cambio sólo te pido que me ayudes a tener los ojos un poco más abiertos, la despreocupación un poco más activa, la sonrisa siempre preparada y el corazón abierto.

¿Te hace?**

(Y para Maru te pido lo mismo, ya sabes que ella es un poco orgullosa y jamás te haría en público una petición de este tipo)

**(uuuuyyyy, qué expresión más viejuna, me ha hecho "retrotraerme")

miércoles, 13 de febrero de 2013

Una mala sombra


Por fin sucumbimos, sí, sucumbimos, lo digo en plural, que aunque Maru recurra a mí cuando no quiere dar la cara, ambas somos culpables. Nos lo pusieron delante de los ojos, lo cogimos con estas manitas y nos lo ventilamos en apenas tres días.

Qué si, que engancha. En nuestro caso la principal motivación era averiguar como acabaría todo eso, o mejor, como estaba enfocada la historia. A estas alturas no vamos a hacer una nueva reseña de Cincuenta sombras de Grey, seguro que encontraréis miles de ellas con solo teclear el título en Google.

Por eso no me detendré en que es simple, en que más que mal escrita es que no para de repetir las mismas frases a lo largo de las quinientas y pico páginas, ni en que las escenas de sexo son más que light y que lo único que tienen de diferente es un lenguaje más explícito que erótico, en que la diosa interior de la protagonista chirría o en que el sado se reduce a la mención de un par de aparatejos, cuatro latigazos y un par de azotes (afortunadamente).

Lo que de verdad me deja perpleja, escandalizada, asombrada y patidifusa, es que alguien defina la trama como una historia de amor o que, según recogía un suplemento dominical esta semana, haya lectoras que encuentren a Grey irresistible y lleguen a proclamar que quieren uno en su vida.

Y aquí, lo siento, mi diosa interior se pone como una hidra. Grey no deja de ser un cretino ególatra lleno de problemas afectivos que se encapricha de una mujer a la que trata como un objeto. Pero claro, para cretina ella, que se llega a plantear la firma de un contrato con un tipo que no le permite ni tocarle. ¡Toma geroma, historia de amor!

Si las mujeres llevamos años siendo educadas en la horrible trampa del príncipe azul, Cincuenta sombras es la apología total de la otra trampa afectiva en la que caemos las mujeres: toparnos con un raro de cojones y creer que nuestro amor conseguirá transformarlo en un hombre normal, o mejor aún, en un príncipe azul.

La leyenda del príncipe azul, al menos, nos hacía esperar un tipejo que nos tuviese en palmitas. La segunda trampa es aún peor y muchas veces sirve para justificar desde el lado de la que lo recibe el maltrato psicológico o, peor, físico.

Y esa es la verdadera sombra de Grey, desde mi punto de vista claro. Acúsenme de cínica, desengañada, resentida (¿tanto se nota?) o lo que quieran (por cierto, no estaría mal que os marcaseis algún comentario que otro, para variar).

En cuanto a si me leeré las otras dos partes, vale, confieso, en cuanto alguien me preste el segundo lo haré, del tercero pues ya hablaremos...

jueves, 7 de febrero de 2013

Héroes de hoy en día


El otro día paseaba por Ópera con mi amiga P. cuando vimos a cinco jovenzuelos con mallas de leopardo esperando a que el público rodease el escenario que una ristra de flores delimitaba en el suelo de la plaza.

Cuando consideraron que el público, la mayoría integrado por cuasi-veinteañeras (estoy segura que alguna de ellas, más que paseante espontánea, es ya seguidora oficial del quinteto), dio comienzo el espectáculo. Con gran desparpajo, algo de salero y nada de vergüenza, los model breakers (ese es su nombre) se marcaron un desfile de modelos y quedaron a pecho descubierto durante unos instantes (en pleno enero, si les vieran sus madres!!!). Después se pusieron en faena y se entregaron al Break, que es lo suyo, y para finalizar deleitaron a su público, ya totalmente entregado, con una sorpresa que no voy a desvelar por no aguarles el espectáculo. 

¡Qué graciosos! Me encantó ver a chicos tan jóvenes buscando una manera divertida de pasarlo bien, darse a conocer, hacer lo que les gusta y ganarse unas perrillas. (¿Sueno tan mayor como soy? Ufff).

Son esas pequeñas acciones y gente tan animada las que nos hacen olvidarnos de la crisis. Gente como la que se embarca en proyectos de los que tengo pendiente hablaros, gente emprendedora y positiva, como los socios de El Sol de York, defensores de que la cultura no es un lujo (no os perdáis la pestaña de ofertas de su página), la autora de Sándwiches de Mermelada un libro tan especial como su protagonista o las chicas de Freehappyworkers, por poneros algunos ejemplos que me tocan muy de cerca y que no dejan de ser fuente de inspiración y optimismo.

A todos ellos y a muchos más gracias. Gracias por demostrarnos que hay vida, ánimo y risas más allá de la crisis.

lunes, 4 de febrero de 2013

¡Qué elegancia!


Yo, Don Evaristo P. Envarado profesional. Exitoso empresario y rentista de pro. Alta alcurnia y nobleza de sangre en algún rinconcito de mis venas. Elegancia innata. Paso majestuoso. Siempre a la moda, a pesar de que el tiempo no pase en balde. Bufanda de seda al cuello, colocada milimétricamente para aparentar descuido. Barba bien recortada. Pelo engominado hacia atrás.

La palabra elegido se marca invisible en mi frente y me distingue. Elegido entre el resto de los mortales para pertenecer a una minoría selecta, que pasea y campea a sus anchas haciendo caso omiso de la gran mayoría. Pobres peones, chillones, desaliñados, sin clase y sin estilo.

Yo, Don Evaristo P. hago uso de mi elegancia inimitable y quito el precinto de mi nuevo paquete de tabaco... y tiro al suelo el chivato, el plastiquillo que se desprende unido al mismo, y el pequeño papelito plateado de los que tengo que deshacerme para poder fabricar una colilla, que por supuesto, también tiraré al suelo.

Yo, que me humanizo de vez en cuando sacando a pasear a mi gran dogo. Animal elegante. Menuda estampa hacemos los dos. Digna de fotografía. Camino bien erguido sin mirar hacia atrás. Me molesta tener que parar para que haga sus necesidades, me siento humillado. Miro hacia otro lado y en cuanto veo que ha acabado continúo mi camino mirando hacia delante, como si nada hubiera pasado.

Esos momentos tan terrenales me descentro, menos mal que dura sólo un minuto y puedo seguir mi camino, alejándome del maldito excremento. Menudo soy yo. ¡Faltaría más! Todavía hay clases y está claro quién soy yo.

Naturalmente, Don Evaristo, no hay duda de que es usted un CERDO.

Dedicado a todos los cerdos decimonónicos (se crean algo o no) que siguen tirando sus papeles al suelo y no se agachan a recoger las kkitas de sus perros así los maten.