Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

martes, 11 de diciembre de 2018

Una entradilla


Se me pasan los días, los meses, los años, sin añadir palabra. En ocasiones he pensado en echar definitivamente las contraventanas de este balcón y crearme un nuevo cuaderno de bitácora en el bloguniverso. Me digo que he cambiado, que es hora de abrir una nueva etapa, pero en el fondo...

Cuando recorro todos estos años que han quedado grabados en letra virtual me doy cuenta de que quizás no soy la misma, pero que a fin de cuentas está aquí mi esencia. Pensamientos antigüos que tal vez ya no comparto o quizás sí, son testigos de una evolución cuyo resultado soy la yo de aquí y ahora.

Además, este balcón tiene muy buenas vistas y tampoco hay motivo para abandonarlo. Es una buena lanzadera para de a poquito y sin hacer mucho ruido ir recuperando el pulso y las pulsaciones, a ver si me lanzo de nuevo a testimoniar mi vida de mirona de a pie y de entusiasta a ratos.

Digo de a poquito y sin hacer mucho ruido porque ya han sido algunas mis intentonas de retomar el hilo, pero nada, que llevo ya un par de años de sequía escribidora y esto hay que remediarlo, pero ver para creer.

Una entradilla he titulado, más bien una entrada vacía que lanzaré a la nada digital, solo por saber que lo hice. Como un primer paso de una promesa o de un propósito de nuevo año, antes de que empiece el año. Un poco al buen tuntún y sin pensar, que quizás deberíamos hacer así muchas veces las cosas...

jueves, 8 de febrero de 2018

¿PortaQUÉ?


Ultima hora de la tarde. Me siento un momento delante de la tele y me encuentro a Irene Montero, Podemos, pidiendo el reconocimiento del término "portavoza". ¡Toma ya! Yo que daba por cerrado el día, recibo un bofetón que me pone en acción.

Quería Irene, me has tocado la fibra sensible. Por favor, dejad de pedir es-tu-pi-de-ces, creo que hay más cosas por las que luchar desde el feminismo: poner fin a la violencia de género, alcanzar la igualdad salarial, cambiar la mentalidad de todos los machotes y machos ibéricos y foráneos... y sí, incluso en algunas ocasiones, defender la igualdad de género en el propio idioma.

Pero, mira, desde mis visión de seudolingüista te diré que no encuentro ninguna lógica a feminizar el término portavoz. Y te lo voy a argumentar:

Portavoz es una palabra compuesta, formada por la tercera persona de singular del presente del verbo portar y el sustantivo voz. Su significado viene a ser una asociación de ideas tipo: "el que porta la voz". ¿Lo coges? A mí no me cuadra lo de "la que porta la voza". Voza no es nada, sí existe boza, pero entonces cambiaríamos el sentido de la palabra.

El verbo es la categoría gramatical más igualatoria que existe; se refiere a personas, pero no distingue géneros: Basilio porta y Restituta porta, no cambia.

El sustantivo voz, por su parte, designa una realidad asexuada (quitando la división de géneros que la naturaleza establece en los seres vivos, el resto de elementos naturales y artificiales que existen en el universo son asexuados). La lengua española, por exigencias gramaticales, asigna a todos los sustantivos que representan una realidad asexuada -concreta o abstracta- un género, y lo hace de manera arbitraria. Y ¡oh, sorpresa!, a la voz, eso que sale de nuestras gargantas, le tocó el género femenino.

Por último, como resultado del proceso de composición obtenemos un nuevo sustantivo de, ¡no te lo pierdas!: GENERO COMÚN; lo que quiere decir que el sustantivo no varía, pues es común para ambos géneros (el/la portavoz). Repetimos: el término no es masculino, es masculino y femenino a la vez, y así lo reconoce el DRAE.

Así que, estoy convencida de que estáis totalmente equivocados. Creo que, en todo caso, y puestos a fastidiar el idioma, pues que se fastidien ellos por una vez y se queden con la palabra fea. Os propongo que pidais el reconocimiento del término "portabozo" para el género másculino, igual hasta alguno rejuvenece, vuelve a los tiempos de la inocencia y se mejora un poquito la cosa.

Nada más. Bueno sí, que gracias por provocarme y lograr que haya corrido a abrir las puertas del balcón para gritar: "estaissss fataaaallll".