Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

jueves, 23 de junio de 2011

Cosas del verano

Qué calor, qué calor.
Es que a mí estas temperaturas me derriten el cerebro, al más puro estilo Daliniano. Veo espejismos.
El otro día me detuvieron mientras nadaba en la Cibeles, "¡Anda, no sabía que había lecheras en el Sahara!" le dije al policía que me sacó de lo que yo había confundido con un oasis. Eran las cinco de la tarde y no había bebido nada, lo prometo.
"Bueno y la sirena ¿qué se cuenta?" me soltó el sargento con un tono irónico que no dejaba lugar a dudas.
"La sirena", le dije yo poniéndome en jarras que es la postura en la que llegué al mundo, "le dice a usted que como siga haciendo comentarios machistas se le va a caer el pelo".
Oí aplausos a mis espaldas, había allí un batallón de indignados que habían sido detenidos por intentar aproximarse a la sede de la Soberanía Nacional, es decir, al Congreso.
"Excusi monsieur", emergió una morenita madurita de entre los detenidos, "vous vous trompez, vous ne connais qui je suis" continuó en un francés mucho más perfecto que mi transcripción, aunque con un ligero acento italiano.
"¿Qué dice ésta?" preguntó el sargento que cada vez que abría la boca parecía más bruto.
"No sé que dice" respondió un tío altísimo y con rastas, que muchos hubieran descrito con un simple perriflauta, pero que a mí me pareció un cañón, aunque tuviese toda la pinta de declararse pacifista, "pero a esa la he visto yo antes de ayer en la última de Woody Allen y me temo que, si no me equivoco, ha detenido usted a Madame Sarkozy"
Los indignados se pusieron de nuevo a aplaudir, muertos de risa, mientras el sargento enrojecía y Madame Sarkozy empezaba a cantar "La vie en rose", cosa que me extrañó -yo no sabía que ella versionase- pero no me impidió acercarme al de las rastas por si se ponía tierno. Y ya no os cuento más, que eso entra ya dentro de mi parcelita de vida privada.

viernes, 17 de junio de 2011

Midnigth in Paris

Se ilumina la pantalla y aparece París, de día y de noche, bajo el sol y bajo la lluvia. Woody me tiene ya enganchada. Entonces empieza la película, y allí está Owen Wilson replanteándose su vida, haciendo de tipo normal -y no de payaso, se le da muy bien hacer de payaso, pero es genial comprobar que sus tipos normales superaran a sus payasos-, de americano adorable.
Unos fotogramas después empiezan a sucederle cosas sorprendentes -se supone que no puedo contar nada, que es mejor encontrarte la sopresa- y él tan pichi, disfrutando de todo lo que se le presenta, que no es poco. Muchos daríamos lo que fuera por una experiencia tan friki-retro.
La música genial, pero ya sabéis de mi ignorancia musical, no puedo aportar más datos. Y como sorpresa el encontrarme dos veces en menos de una semana (en ésta y en "Pequeñas mentiras sin importancia", tampoco la dejéis pasar) con la misma actriz, Marion Cotillard. Lo que me permite nuevamente confirmar mi ignorancia y sacudirla un poquito -siempre gracias a Internet- porque la, para mí, hasta el momento desconocida actriz (y eso que sale en Big Fish que es una película que he visto más de una y dos veces) fue la ganadora del Oscar a la mejor actriz en 2008 por su interpretación de Edith Piaf en "La vida en Rosa".
Quizás no sea un peliculón, pero es una de esas películas de Woody Allen sencillas, humanas, simpáticas, y llenas de imaginación. En resumen, consigue lo que yo le pido a una película: que me saque del cine con una sonrisa en la boca, una buena sensación y la intención de comentarla o seguir pensando en ella un ratito más.
Si os pasa como a mí -que os gustan las pelis buenas de Allen, os encanta París y os pierde el surrealismo- no os la perdais.

miércoles, 8 de junio de 2011

Las fotos del día 8 de junio: Bonito, luminoso y fresco día. Perfecto, diría yo


LOS SIMPSON
Madrid, hora de la siesta (quien la disfrute). Vuelta a casa. Miro al horizonte y mi cabeza canta: 
"Los-Simp-son" (por desgracia mi móvil carece de zoom).

LA SOMBRA AL ATARDECER ES ALARGADA
Parque de El Retiro. Sombra sobre asfalto después de correr. 

jueves, 2 de junio de 2011

Akira

Ayer estuve de día libre -ventajas de cortijo, que también las tiene- y me organicé un día de amigas, sin prisas y sin planes preconcebidos. Andando, andandito, que diría Elena Fortun, y después de comer en un sitio ideal -"La Vaquería Suiza" en la calle Blanca de Navarra- nos acercamos a la calle Amaniel y nos metimos en el museo ABC, que ya tenía yo ganas de ilustrarme. Y nunca mejor dicho.

Me encantó el edificio, sencillo, diáfano, luminoso (en alguna de sus partes), sólo por verlo merece la pena acercarse y curiosear en la librería.
Pero si podéis, acercaos antes del 12 de junio que es el día que termina la exposición "La mirada del Samurai", compuesta por 120 dibujos que forman parte de los storyboards de los seis últimos proyectos del director de cine Japonés Akira Kurosawa.
Pero no os confundáis, los 120 dibujos son auténticos cuadros. Preciosos, además.
Y ahí me entró un sentimiento de ignorancia occidental de no te menees. Akira Kurosawa es uno de los pocos nombres japoneses que todos nosotros hemos oído alguna vez, seguramente sin enterarnos, en una de esas conversaciones sobre cine "cultureta" de la que terminamos por evadirnos, pensando que los que la mantienen son unos frikis exhibicionistas, o perdiendo el quesito rosa del trivial,  por ejemplo con la pregunta ¿Quién dirigió los siete samurais? (¿A que ésta os suena?)
Junto a los dibujos de Kurosawa hay pantallas con imágenes de sus películas. Películas llenas de un colorido que, no sé porqué, tu -o mi- ignorancia de prepotente occidental -ay, como duele la ignorancia de cinéfila holiwoodiense- era incapaz de asociar con el mundo japonés. Ignorancia supina, claro, porque no hay más que contemplar un kimono para llenarse los ojos de flores, pájaros y colores.
Yo adornaría mis paredes con cualquiera de sus cuadros y, no sé cuando, pero me comprometo a ver alguna de sus películas, aunque sólo sea por acallar mi ignorancia durante un tiempo.
¡En serio, acercaos, es gratis, está céntrico, puedes verlo rápido o recrearte -la cafetería de arriba tiene una pinta bárbara- y creo que hasta tienen wi-fi! ¿Qué más queréis?
(Creo que debería empezar a cobrar por hacer publicidad?)

miércoles, 1 de junio de 2011

Endorfinas

De mis paseos por la Feria del Libro Antiguo, además del Pinocho de rigor, me traje un libro capricho. Es decir, un libro del que no había oído hablar en mi vida y que me enganchó sólo por su título, "Pintar urgentemente las ventanas de azul", y sí, como los más perspicaces habréis supuesto, es uno de esos libros que puedes encontrarte en las estanterías de auto-ayuda de cualquier librería y que Mel me pasa de vez en cuando, para apoyar mi "crecimiento" vital.
Como de todo sacas provecho, entre los relatos de la Psicóloga que es su autora -Cristina Torrado-, he encontrado varias frases a subrayar y una interesantísima lista de cosas, además de las que ya todos conocemos -la risa, el enamoramiento, el sexo, el chocolate-, que estimulan la producción de endorfinas: la meditación (¿os suena?), el contacto con la naturaleza, practicar una afición, hacer ejercicio de resistencia, tomar café, cambiar las rutinas diarias, la música melodiosa, curiosear (que no cotillear) en diferentes temas, recordar situaciones placenteras y momentos felices (dejarse llevar por la imaginación supongo que también producirá el mismo efecto), mantenerse activo...
Supongo que no os descubro nada nuevo, pero cuando yo leí todo eso me di la enhorabuena, tengo el secreto en las manos -y en el día a día- para ser una auténtica fábrica de "hormonas de la felicidad", la cuidaré para que no se ponga en huelga.

Sombras

Me siento, tercer banco a la izquierda. De pronto se me acerca una sombra.
¿Eres Mel? - me pregunta.
"¡Ay! ¿Y este cómo lo sabe?", me sobresalto. ¿Te conozco? - le digo y me regaño por ser siempre tan brusca, pero la verdad es que no, que no caigo.
No, pero te he leído. Pasaba por aquí y probé a acercarme al tercer banco a la izquierda. Tenía curiosidad de saber cómo eras.
¿Y qué te ha parecido?
No sé -contesta, se encoge de hombros y da media vuelta mientras me dice - Te seguiré leyendo.
Le sigo con la mirada mientras se aleja. Después, me inclino sobre mi cuaderno y continúo escribiendo, ¿qué otra cosa puedo hacer?

Las fotos del día


Atardecer en Bilbao (Madrid)

Redundancia