Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

jueves, 2 de junio de 2011

Akira

Ayer estuve de día libre -ventajas de cortijo, que también las tiene- y me organicé un día de amigas, sin prisas y sin planes preconcebidos. Andando, andandito, que diría Elena Fortun, y después de comer en un sitio ideal -"La Vaquería Suiza" en la calle Blanca de Navarra- nos acercamos a la calle Amaniel y nos metimos en el museo ABC, que ya tenía yo ganas de ilustrarme. Y nunca mejor dicho.

Me encantó el edificio, sencillo, diáfano, luminoso (en alguna de sus partes), sólo por verlo merece la pena acercarse y curiosear en la librería.
Pero si podéis, acercaos antes del 12 de junio que es el día que termina la exposición "La mirada del Samurai", compuesta por 120 dibujos que forman parte de los storyboards de los seis últimos proyectos del director de cine Japonés Akira Kurosawa.
Pero no os confundáis, los 120 dibujos son auténticos cuadros. Preciosos, además.
Y ahí me entró un sentimiento de ignorancia occidental de no te menees. Akira Kurosawa es uno de los pocos nombres japoneses que todos nosotros hemos oído alguna vez, seguramente sin enterarnos, en una de esas conversaciones sobre cine "cultureta" de la que terminamos por evadirnos, pensando que los que la mantienen son unos frikis exhibicionistas, o perdiendo el quesito rosa del trivial,  por ejemplo con la pregunta ¿Quién dirigió los siete samurais? (¿A que ésta os suena?)
Junto a los dibujos de Kurosawa hay pantallas con imágenes de sus películas. Películas llenas de un colorido que, no sé porqué, tu -o mi- ignorancia de prepotente occidental -ay, como duele la ignorancia de cinéfila holiwoodiense- era incapaz de asociar con el mundo japonés. Ignorancia supina, claro, porque no hay más que contemplar un kimono para llenarse los ojos de flores, pájaros y colores.
Yo adornaría mis paredes con cualquiera de sus cuadros y, no sé cuando, pero me comprometo a ver alguna de sus películas, aunque sólo sea por acallar mi ignorancia durante un tiempo.
¡En serio, acercaos, es gratis, está céntrico, puedes verlo rápido o recrearte -la cafetería de arriba tiene una pinta bárbara- y creo que hasta tienen wi-fi! ¿Qué más queréis?
(Creo que debería empezar a cobrar por hacer publicidad?)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Conozco la cafetería que dices, en ella perdí mi virginidad hace unas semanas. Si, lo sé, ya era hora. Pero la espera ha merecido la pena.
Pena Pene Pino

Anónimo dijo...

Déjate de rollos y de falsedades! Sé perfectamente donde estuviste el domingo a la tarde, y no precisamente en un cine de verano!
Ale

Anónimo dijo...

No pienso dejar de leerte nunca, querida M. Siempre pienso en ti, incluso cuando como pepinillos en vinagre. Tuya for ever, querida amiga del alma:
Amaranta

Maruxiña dijo...

Amaranta, ya te echaba yo de menos. ¿Para cuando esa tarta de pepinos almerienses que nos prometiste?