Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

jueves, 31 de marzo de 2011

Vidas tangentes

"Mucho trabajo. ¡Ya! Estáis ahí todos ¿No?". "Pues claro que estamos todos. Mira tengo que dejarte". Mario cuelga el teléfono, con la misma sensación de todas las tardes. Cada vez se le hacen más cuesta arriba los cabreos y reproches de Laura. Mira a su alrededor. Es mentira, la oficina se vació hace dos horas, pero eso no lo entendería Laura, que el resto sea una panda de irresponsables no es asunto suyo. Él tiene trabajo, mucho trabajo que hacer. Coge el café que tiene sobre la mesa, el sexto del día, se vuelve hacia la pared de cristal, y mira hacia abajo. "Ya está ahí ese colgado" piensa "¿de dónde sacará esas bolas?".

Cinco pisos más abajo, en la calle, Cleto camina directo hacia la marquesina del autobús. Es su objetivo y no aparta la mirada de ella. Camina rápido, al tiempo que su mano abre un trozo de cremallera de la mochila azul que lleva colgada al pecho, extrae una pelota de gomaespuma naranja y la rodea con su mano, de tal forma que ya sólo se ve la mitad de la bola. Cinco metros antes de alcanzar la marquesina acelera el paso, casi corriendo. Levanta la mano y salta, como si la marquesina fuera una canasta de baloncesto. La pelota queda estratégicamente colocada sobre el tejado de la marquesina, junto a otras dos bolas similares, pero más descoloridas, que han conseguido escapar a los servicios de limpieza del Ayuntamiento.

Desde hace dos años, Cleto hace todos los días el mismo recorrido, colando pelotas de gomaespuma -desde hace mes y medio naranjas, pero antes fueron amarillas, rosas, verdes, moradas, según capricho propio- en ciertos lugares estratégicos más o menos escondidos. Es su contribución, más demente que plástica, al arte urbano. Se sonríe, quién sabe si algún día se hablará de él como precursor de algún tipo de nueva corriente artística.

Cleto celebra la canasta levantando los brazos y mirando hacia lo alto. Su mirada tropieza con la silueta de Mario. "Ya está ahí ese colgado" piensa Cleto "¿No tendrá un lugar a donde ir?". Siente que sus lacrimales se cargan y decide apartar la mirada, prefiere no recordar. Hay que dejar atrás el pasado Cleto, se dice, mientras esboza una sonrisa y busca en su mochila una nueva pelota de gomaespuma naranja.

martes, 29 de marzo de 2011

Pagagnini

Para una inculta musical confesa (la unidades didácticas con que estudié música fueron un libro de texto, unos discos rayados y una monja que en su juventud había bailado el charlestón), acudir a un espectáculo musical es todo un acontecimiento. No sé si os he dicho que mi cabeza registra y recuerda melodías, las selecciona y clasifica como agradables, indiferentes y desagradables, pero es incapaz de unirlas con su autor, título o momento (hasta cierto punto claro, creo que no atribuiría una composición de Mozart a los Beatles y sería capaz de hacer un guiño humorístico relacionando a Beethoven con Miguel Ríos, pero no me pidáis mucho más). También, por supuesto, con muchas se me van los pies, o todo el cuerpo.

Digamos que soy la típica fiera que la música amansa.

Así que el otro día disfruté como una enana con Pagagnini. Música en directo, humor y... "qué guapo el alto, ¿verdad Maru?, mira qué elasticidad, cómo se agacha y contorsiona, ese hace yoga, seguro" me dijo Mel a mitad de la representación (con Mel al lado una tiene siempre la certeza de no ser nunca la más frívola y acultural).

En resumen, que otra que os recomiendo, especialmente para que vayáis con niños, de cinco años en adelante. Una forma divertida de acercarles a la música y alejarles de la ignorancia de la que personajes como yo adolecemos.

(Aunque en Madrid va a ser ya difícil. Como siempre he llegado tarde, al ir a buscaros el enlace me he dado cuenta de que el domingo se despidieron. Eso os pasa por no estar atentos a la cartelera. Y a mí, ya me vale... menuda cronista cultural estoy hecha).

Thinking

Recorro el dial y doy con una tertulia sobre la mujer y los puestos directivos. Me interesa, me paro. La he pillado a la mitad, así que desconozco los nombres de los participantes. Uno de ellos -hombre- ha publicado un libro sobre el tema, con entrevistas a grandes directivos, hombres y mujeres.
El programa está a cargo de una mujer y da la impresión de que de manera habitual tratan temas de igualdad. Está interesante. De pronto la moderadora me deja boquiabierta y presta a sacar las uñas. "Entonces -dice, con voz pícara- tú que les conoces a fondo, ¿qué diferencias hay entre el directivo hombre y la directiva mujer? porque está claro que nosotras somos más... astuuutaas". Ese astutas me suena a malignas, conspiradoras, aplastacabezas, maquiavélicas, traidoras (por no citar especies animales en su sentido más humanamente peyorativo, términos auténticamente machistas y que desde hoy lucho por erradicar de mi vocabulario, donde por desgracia se encuentran bastante incorporados).
Siento que se me hincha la vena de la sien derecha y me sublevo contra esa idea que oigo repetir a más de una mujer "es que nosotras somos más malas". "Pues seréis tú y tus amigas que sois una panda de arpías", me dan ganas de contestar, porque yo no pienso eso de las que me rodean, ni de mí misma.
Y es que a veces somos nuestra propia trampa. Hasta que no aprendamos a vernos como personas, en general -hay tías geniales y tíos geniales, de la misma forma que hay mujeres veneno como hay hombres veneno- no alcanzaremos la igualdad.
Claro que también caemos en otros errores porque ¿quién me asegura a mí que adiviné bien la intención de la periodista? A lo mejor le di mi propia interpretación, desde una perspectiva de auto-defensa. Tal vez para alcanzar la igualdad también tenemos que aprender a no ser tan susceptibles, a eliminar ciertos complejos, ciertas ideas preconcebidas sobre lo que los demás piensan.
Queda mucho por hacer, desde todos los ángulos.

domingo, 27 de marzo de 2011

B.

Mi querida B,

Hoy me he levantado cantando "Rosario se ha escapado, se ha ido de su casa...", y así, asociando ideas y recuerdos me he puesto a hablar contigo. Ya sabes que de vez en cuando conversamos en silencio tú y yo; y me ayudas a redimensionar la perspectiva.
Debe ser que hace tiempo no manteníamos una de esas conversaciones de las nuestras. El caso es que de pronto se me ha nublado la mirada y me he acordado de las fechas en que estamos. Hace ya muchos años que no celebramos el final de marzo. Y en momentos como estos me doy cuenta de que falta alguien.
De "Rosario se ha escapado...", he pasado a ese otro "temazo" de Kaka de Luxe que ocupó muchas tardes de uno de nuestros verano de la edad del pavo (¿o más allá?). Una canción mucho más gamberra de lo que nunca fuimos ninguna de nosotras. No es la mejor canción para hacer un regalo, pero seguro que de fondo se podrán escuchar nuestras risas.

martes, 22 de marzo de 2011

Examen de conciencia

Están pasando tantas cosas en el mundo, que el otro día nos quedamos mudas. Tuvimos una reunión de redacción. El asunto era que nuestros blogs favoritos se hacían eco del terremoto de Japón o de la situación en Libia, mientras que nosotras seguíamos a nuestro rollito frívolo y egocéntrico.
Tanto Maru como yo coincidimos en que poco podíamos aportar, periodísticamente hablando, a estos acontecimientos: no disponemos de corresponsales, con lo que nuestra información no dejaría de ser de segunda mano, y además, carecemos de los conocimientos suficientes para hacer una valoración económica, histórica o política de los mismos.
Pensamos en poner una bandera japonesa en una esquina del blog, pero ¿hasta cuando será necesaria? ¿no sería también lógico poner una bandera haitiana, otra libia, otra marroquí, otra tunecina...?
Y en esas nos quedamos, un poco pasmadas la verdad, ya lo habéis comprobado.
La globalización nos acerca a otros países, a otras gentes, a otros problemas. En la distancia hacemos nuestros los anhelos, las desgracias, las esperanzas de otros. Nos tocan el corazón, algo se mueve en nosotros: compasión, solidaridad, preocupación. Pero también la impotencia, o quizás la parálisis de no dar un paso más. Este es el año del voluntariado y aquí sigo, sentada en mi sillón conmoviéndome con las desgracias ajenas. Siempre hay alguna excusa para retrasar el momento.
Maru y yo hemos llegado a la conclusión de que el compromiso exige un paso más. Mientras, continuaremos dándole a la tecla según nuestro albedrío de cada momento, más o menos frívolas, más o menos comprometidas, más o menos imperfectas.

Destino oculto

Si dentro de un tiempo un domingo de invierno de esos de no moverte del sillón -porque saliste el día anterior o porque hace frío y llueve y es tu domingo mensual de tumbing- ves que empieza Destino oculto. Pues si te apetece no moverte ni para coger el mando. En esas circunstancias, recuéstate y la ves, si te quedas dormido tampoco te perderás nada.
Yo esperaría a entonces. Porque si te pasa como a mí hoy, que buscas una película en un horario determinado y de las que hay la que más se te ajusta es esa, mejor espera a la siguiente sesión o date un homenaje y meriéndate unas tortitas con nata y luego te vuelves a casa tan feliz.
Destino oculto es un "rizar el rizo" de la típica comedia romántica con ángeles de por medio. Pero "rizar el rizo" en plan bucles de la pequeña Lulú. Una historia rocambolesca sin pies ni cabeza, con una frasecita final que pretende darle un sentido profundo.
Matt ¿cómo pudiste hacerme esto a mí? Aunque en realidad Matt -Damon- es lo único bueno de la película, y eso que en sus últimas películas está como fondonzote y ha dejado de ser el jovencito que era para convertirse en un casi-madurito que empieza a perder sex-appeal (no para todas). Será que últimamente me gustan rubios y fondoncetes, además de que una no puede negar que tiene ya una cierta edad.

martes, 15 de marzo de 2011

Heroínas


Quedo con Mel en el vestíbulo del Thyssen. Sacamos nuestras entradas por separado, yo tengo acreditación, no en vano soy la responsable de la sección "cultura" del balcón. Desde que descubrí las audio-guías me he hecho adicta a ellas, así que cojo una. Sin embargo, desde los primeros cuadros me doy cuenta de que he cometido un error. No sé si soy yo que no tengo el día o es que esta exposición no precisa de información adicional. El caso es que dejo descansar el aparatito colgado de mi cuello y le doy el uso imprescindible.

Está bien la exposición, pero no me sobrecoge, ni me envuelve. Me gusta la primera sala "solas" y en especial la Habitación de hotel de Edward Hopper. De las "Cariátides" me quedo con las campesinas de Jules Breton; en la sala de las "Ménades" mi preferida es la peculiar Iris, la mensajera de los dioses de Rodin; de las "atletas", por elegir una, la Diana cazadora de Rubens; de las "acorazadas" me quedo con Juana de Arco de Rosetti; y entre las amazonas hay divertidas propuestas, lo reconozco.
Cuando termino me doy cuenta de que me queda lo mejor: Magas, mártires, místicas, lectoras y pintoras, están en la Fundación Cajamadrid. Me prometo que habrá segunda parte.

Estoy a punto de retirarme con Mel, pero decido que voy a investigar la otra exposición: Jean-Léon Gérome. Desconozco -o desconocía- todo sobre este pintor-escultor hasta hoy. Pero la suya se convierte en la exposición del día. Sus cuadros están llenos de colorido. Italia, Oriente, sus viajes se reflejan en sus cuadros, pienso que los pintores viajeros fueron los primeros encargados de abrir los ojos europeos a otras culturas. Gérome es innovador. Algunos de sus cuadros ofrecen un momento posterior al que habrían elegido la mayoría. En La muerte de César o en La muerte del Mariscal Ney, el acontecimiento ya ha pasado, los asesinos de ambos se alejan mientras el cuerpo queda sin vida en primer plano. Lo mismo ocurre con su Crucifixión -o Consumatum- donde en la parte inferior derecha del cuadro aparecen las sombras de las tres cruces -Jesucristo y los dos ladrones- mientras en la parte superior izquierda, los verdugos y espectadores abandonan el lugar en lenta caravana. Y también tiene sentido del humor, en la sala dedicada a "El artista en su taller", cada cuadro es un "cameo" del anterior. Y en el pasillo final no os perdáis a Diógenes y mucho menos a La verdad saliendo del pozo armada con su azote para castigar a la humanidad. Las esculturas son también digas de una larga mirada.

En resumen, que yo vería Gérome y de paso Heroínas. Eso o esperáis a que vea como son las magas, mártires, místicas, lectoras y pintoras y os diga por donde empezar primero.

Todo esto sin olvidar que esta es simplemente la opinión de una mirona de a pie.

No es un día cualquiera

Día libre caído de la nada, pero en esta ocasión con tiempo para planificarlo. Llevo saboreando desde hace tres días lo que haré con él. No lo perderé me digo, esta vez no. Salgo de casa con la "mochila" a cuestas, hoy me he levantado y tengo ganas de pasear (cada uno amolda el ocio a su manera).
Me voy a yoga. Las clases matutinas son diferentes a las vespertinas. Aunque parezca obvio, las matutinas son una buena forma de empezar el día (te ponen las pilas) y las vespertinas son una manera estupenda de terminarlo (canalizas la actividad de la jornada, el cansancio, las preocupaciones, y cierras con la energía en su sitio). Diferentes. Ni mejores ni peores, cada una tiene su encanto. Uno de los puntos fuertes de las matutinas es que puedes alargar el momento desayunando con alguna de las chicas.
Y luego, cada mochuelo a su olivo. Yo me pierdo por Augusto Figueroa y más allá. Busco zapatos para una boda. Como siempre, no los encuentro. Como a veces me sucede, los únicos que encuentro son demasiado caros. Un capricho. "Quiero el camello, lo quiero, lo quiero repitió el niño", me vienen a la cabeza estos versos infantiles. Los zapatos han despertado mi lado consumista, algo que no suele ocurrirme, o que me ocurre sólo de vez en cuando. Lo que quiere decir, una de dos: a) que estoy cegada; o b) que son monísimos, ideales para mi modeluki y perfectos. El caso es que no encuentro ningún otro par que supere al elegido (según mis amigas soy también así de exigente con los hombres, lo que no aprecian es que raramente conozco hombres nuevos).
Me alejo de los zapatos diciéndome que quizás vuelva a por ellos ("busque, compare y si encuentra algo mejor, comprelo" la gente de mi generación recibió este legado del hombre blanco de Colón y lo llevamos marcado a sangre y fuego).
Es el único capricho del día que no me permito. El leitmotiv de hoy es hacer lo que me venga en gana, sin pausa y sin prisa. Sigo caminando, cruzo la Gran Vía y callejeo por Sol y más allá. Soy como una guiri en mi propia ciudad. A la hora de la comida elijo "Estado Puro" y me tomo un caldo de cocido y un flamenquín de jamón y foie, ahora sí que me doy el capricho. Lo disfruto, pero me doy cuenta de que me he equivocado de sitio, las tapas de Roncero son para ir en compañía, compartiendo disfrutas de más variedad y las mesas son demasiado altas para una tipa sola con un cuaderno y un bolígrafo.
Cuando termino me encamino al Thyssen, me encuentro allí con Maru que está estrenando su carnet de prensa, con cara de niña con zapatos nuevos. Vemos juntas heroínas, pero no os digo más, los contenidos culturetas son su especialidad. Me despido de ella -la dejo alargando el contenido de su invitación- y me pierdo un rato por la tienda del museo. Me encanta cotillear las tiendas de los museos.
Continuo andando. Me he dado la vuelta a Madrid, pero hoy no cojo transporte alguno. Decido seguir andando hacia casa y tomar un cafetito, dado que la comida fue escasa. Elijo una pastelería art deco, saco mi cuaderno, y pido un café y la palmera que me recomendó K.
Un día mío, mío, por mí y para mí.
Os lo recomiendo: regalaos alguno, de vez en cuando.

Ocho seguidores (lo que hace la publicidad gratuita).

lunes, 14 de marzo de 2011

Técnica Alexander

Cuando hace unos años J. se nos marcho al otro lado del canal de La Mancha a estudiar "Técnica Alexander", todos movimos la cabeza afirmativamente y le deseamos lo mejor. J. pasó allí cerca de un lustro estudiando su técnica -de lo que está reportera dejó su particular testimonio- y cortando jamón ibérico en pleno corazón de Portobello, somos una familia verdaderamente original, argumentaban sus hermanas ante ese gesto de morriña patria entre puré de guisantes.
A lo largo de estos años, gracias a sus explicaciones y a las "ordenes" de sus manos hemos aprendido, de algún modo, a explicar qué es eso de la "Técnica Alexander". En palabras mías: Su creador, F.M. Alexander, un actor australiano buscó en su propio cuerpo razones para explicar la afonía que padecía. De estas observaciones llegó a la conclusión de que a lo largo de nuestra vida adquirimos hábitos negativos para nuestro cuerpo que hacen que usemos éste de manera incorrecta (encorvamos los hombros, arqueamos la espalda...), con las correspondientes molestias y dolores. Un uso incorrecto que contrasta con la naturalidad perfecta de los recién nacidos y los niños de corta edad, que todavía no han incorporado esos errores a su "funcionamiento".
La técnica Alexander consiste pues en "reaprender" a usar nuestro cuerpo, con todas las ventajas que esto supone (eliminar dolores, recuperar elegancia corporal, mejorar el uso de nuestra voz...). En pocas palabras: optimizar el uso de nuestra maquinaria.
J. regresó hace unos meses un poquito más sabio y con sus manos mágicas empezó a enderezar cuerpos patrios. Si miráis a la izquierda de la página, donde hemos mejorado el apartado "De blog en blog" con un gadget más inteligente, veréis que hemos incorporado su dirección, por si tenéis ganas de enmendaros el cuerpo. Ya sabéis "mens sana in corpore sano" que decía Juvenal.

viernes, 11 de marzo de 2011

El cisne negro

Pues a mí me ha gustado. Había recibido informaciones contradictorias, totalmente contradictorias. Decidí valorar por mí misma y me plante ayer en el cine.
Debo reconocer que no me sorprendió, en cuanto al argumento, con los comentarios que la gente que la ha visto va soltando delante tuyo, te haces más o menos una idea de qué va la cosa. Pero lo mejor es la forma en la que está contado, no reserva el quiz de la cuestión como golpe de efecto final. Digamos que la película te explica el entorno, desde la óptica de la protagonista sobre todo, y tú atas los cabos.
Tiene escenas denterosas, de esas de taparte los ojos y estremecerte de auténtico repelús (no soy muy dada a las películas de miedo y sangre a borbotones, así que ciertas cosas me siguen encogiendo en la butaca). Y luego, claro, todo en contraste con los aspectos agradables de la película: la música, los movimientos, los elegantes cuerpos de los bailarines.
Vamos, que está muy bien contada, muy bien filmada y muy bien actuada. Recomendable.

miércoles, 9 de marzo de 2011

De nuevo, miscelánea

Hace días que no me asomo al balcón. Con el estado nirvánico de Mel, cualquiera. Mi vida sigue igual, que decía Julio en sus años mozos, aunque estoy a la expectativa: invoco, ergo, intuyo cambios ¡los necesito! He vuelto a reengancharme a la lectura compulsiva (es algo que va por épocas y el que no lo sienta así que tire la primera piedra), ahora llevo en el bolso una novela de intriga sueca que me regalaron por mi cumpleaños.
Ayer, día de la mujer trabajadora confirmé la aversión que siento por mis jefes, su falta de educación es preocupante ¿preocupante?, en realidad creo que no le preocupa a nadie, la falta de educación empresarial es un mal endémico de la península, pero no me voy a poner política, que luego me sale sarpullido. También me di cuenta de que sigo sin gestionarme bien: sonreír, afirmar y callar, es una máxima lógica que en determinados momentos soy incapaz de procesar.
Agito todo esto y me lanzo a la calle, abocada a un rato de relax. Se me presenta en formato peluquería. Saco del bolso mi novela sueca y me sumerjo en ella rodeada de secadores que rugen, a todo gas. Me pongo en manos de mi peluquero, típico prototipo de peluquero de película, en serio (y un no sé qué que queda balbuciendo). Le dejo que me cuele los extras de champú, suavizante, peinado especial -se ha enterado de que tengo boda en dos semanas y ha decidido unilateralmente que va a ensayar un peinado en mi cabeza- y me vengo no dejándole propina. Me siento mezquina, pero me repongo. La vida es así. Me junto con mi coalición argentino-eslovena preferida y un par de ursus y me tomo un tinto de verano (toma esa Mel) aderezado con un chorrito de licor de melón, regalo del camarero. Como tiene ojos dulces le perdono, pero me cuesta que alguien decida por mí, sobre todo cuando he sido capaz de articular una decisión yo sola (vino+casera ¿alguien habló de Melón?).
Me meto en la cama con Mac y os cuento esto, menos da una piedra y mañana será otro día...

lunes, 7 de marzo de 2011

Estrategia empresarial

Después del éxito de nuestra primera versión de "21 días" en formato blog y periodo temporal bíblico (40 días, no vamos a ser nosotros menos), la dirección del balcón anda reunida estudiando posibles secuelas. Es lo que tenemos los mass media, que en cuanto algo tiene éxito nos repetimos hasta aburrirnos.
Estamos haciendo unos estudios de mercado y unas prospecciones de audiencia potencial. Vamos que hemos llamado a C., a E. a S. y a cuatro más y les hemos propuesto las siguientes opciones:
"40 días disfrutando de Madrid cultural" (este lo propuso Maru, que ya sabéis que va de cultureta);
"40 días, 40 frases", en donde elegiríamos la frase del día y le dedicaríamos un post, no es tan mala idea, hay que encontrar la frase -esto es lo más difícil, pues hay días áridos-, explicar donde apareció y lo que significa;
"40 días para echar un p....", sí, lo habéis leído bien, estamos pensando en darle una dimensión más sensual al blog, aquí hubo gran discusión, el sector masculino argumentó que si la reportera era mujer con 40 segundos le bastaría, el sector femenino flipó en colores y señaló con estadísticas que era ardua tarea si lo que queríamos conseguir era un p.... de calidad, o como mínimo agradable para la reportera, el sector masculino arremetió con el siguiente argumento, tan respetable como otro cualquiera, "si vais a empezar con gilipolleces y recatos monjiles mejor lo dejáis", no será real; tampoco será real si el experimento consiste en "sector masculino quieres echar un p.... Sí, gracias", eso no daría ni para media entrada; bueno, pues el programa sobre gases lo dejamos para más adelante, se desmarcó Rosmary, la amable telefonista, dejándonos a todos boquiabiertos... Luego se propusieron retos inimaginales en tiempos de crisis "40 días para vender un piso", "40 días para ahorrar 150 euros", "40 días para conseguir una entrevista de trabajo", eso es más difícil que lo de las ventosidades dijo Rosmary.
Y aquí es donde yo exploté: "yo no me he jugado mi reputación periodística para esto, o me buscáis un buen tema o yo no vuelvo a exponer mi vida íntima durante 40 días, y ya estáis todos desapareciendo de esta entrada que el balcón se está burocratizando desmasiado".
No puedo con ellos, en serio, no puedo.

jueves, 3 de marzo de 2011

Día 40

Me levanto por las mañanas y voy al baño, me veo en el espejo, estiro los brazos, junto las manos sobre mi cabeza y me estiro, hacia arriba. Mi cuerpo nota estos cuarenta días de Sadhana, está más ligero, está más esbelto. Me gusto.
Voy a la habitación donde practico yoga. Estiro mi esterilla. Me tumbo boca arriba, cierro los ojos. Siento mi cuerpo, siento el contexto. Respiro. Inicio mis estiramientos. Cuando termino me siento en postura fácil. Articulo los mantras con que inicio mi práctica. Hago mi Kriya. Me tumbo nuevamente en savasana, esta vez final. Unos minutos después me incorporo y vuelvo a sentarme en postura fácil. Canto mi mantra mientras me centro en el tercer ojo. Siento mi cuerpo, siento el contexto. Formulo los mantras con que termino mi práctica.
Me ducho. Me doy crema. Me visto. Me preparo mi desayuno. Me lo como, con calma, sentada. Me cuido, me siento bien. Me siento a gusto.
Salgo corriendo, he de confesar que estos últimos días un poco apurada de tiempo. Mi día ha comenzado.
Han sido 40 días, pero he establecido una rutina que no quiero perder. Planeo seguir comenzando así mis días. Me activa.
No me he vuelto una persona perfecta, luminosa y omnisciente. Ni mucho menos, quizás sea aún más consciente de mis puntos flojos, de lo que tengo que esforzarme en cambiar. Sigo caminando, sigo aprendiendo, sigo viva.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Día 39


Quedan dos días y hoy me he propuesto escribir algo un poco, un poco, si no con más sentido, al menos un poco más largo. Hoy ha sido un día más, así que no tengo un gran tema en la cabeza. Sin embargo, cuando me he dirigido a mi Mac para conseguir conectarnos hoy un poquito más pronto, y más frescos de ideas, se me ha venido esta foto -que hice el sábado- a la cabeza:


y, al mismo tiempo, la frase: "el poder de lo pequeño".

Imagino que me refiero a la importancia de las pequeñas cosas, pero también a cada minuto del día a día. Llevo 39 días hablándoos de mi experiencia yoguica, con la idea de que cuarenta días después no sería la misma. Tenía razón, ninguno de nosotros somos el mismo cinco minutos antes o cinco minutos después. Por lo menos yo, no lo soy.

No creo que sea la única persona voluble, cambiante e impredecible. O a lo mejor sí. Mi cabeza es ahora mismo un hervidero: apostar, no apostar, equivocarse, paralizarse, ser lógica, ser impulsiva. Mi amiga K cree que necesito una palmera de chocolate; la vieja Mel daría lo que fuera por gritar ¡qué bonito! ¡qué alegre!, y luego compartir lo que piensa y escuchar un consejo; la nueva Mel sabe que en cuanto se lave la cara se le olvidará lo que escuecen las lágrimas y que además, al final, es ella la única que decide.

¡Mon dieu! Me queda un día para convenceros de lo maravillosa que ha sido esta experiencia, y no sé si lo estoy haciendo muy bien.

Días 37 y 38

No es un gran fin de Sadhana relatar los días a pares, pero a veces los pensamientos siguen otros derroteros. Te dejas envolver por el vertiginoso ritmo de la ciudad y no te permites un momento para ti, tu teclado y tu Mac. Supongo que tengo que sacar tiempo para otro tipo de meditación.
Lo reconozco, sigo estando en construcción. Lo bueno es que después de cada día 40 hay otro posible día 1.