Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

martes, 11 de agosto de 2020

Música y silencios

 

Dicen que el calla otorga. A veces el que calla sencillamente calla y flota, mientras el tiempo pasa, cual barco a la deriva. Hasta que un día se harta, agarra el timón y desaparece.

Marco se fue de casa tres días antes de que terminara el confinamiento. Se fue de madrugada, mientras Eli aún dormía. Tal vez para ahorrarse uno de sus silencios o para evitar que la policía le parase y le pidiera explicaciones de a dónde iba.

Con un simple vistazo, Eli supo que se había llevado la mochila roja con un par de vaqueros, algunas camisetas, varios calzoncillos, el libro que estaba leyendo, el cepillo de dientes y la maquinilla eléctrica. ¿Dónde se fue? A casa de sus padres, a casa de Rodri o vete tú a saber, qué más daba. Eli ya no quería hacer más preguntas, ni dar más explicaciones, ni tener que imaginarlas.

Silencio, silencio, silencio. Ella, tan amante del silencio, carecía de herramientas para sobrellevar los silencios de su amante. A lo largo de esos años de convivencia había tenido que aprender a intuir, había fabricado -se decía, recordando aquel juego de construcción de coloridas piezas de madera con que había jugado de niña- complicadas, pero inestables, torres. Pieza tras pieza, encajaba las ambigüas respuestas de Marco a sus preguntas, en difícil equilibrio, no queriendo reconocer que aquello no se sostenía.

No le extrañó, pero sí le dolió ese último silencio, tan traidor. Aunque tal vez era mejor eso que la respuesta sin verdadera respuesta que sin duda encontraría marcando el número de Marco. Le dolió, la encendió, la puso al borde de las lágrimas, la desbordó, la enloqueció y, finalmente... la cabreó como ya no recordaba que podía cabrearse. Estuvo a punto de agarrar SU colección de vinilos y hacerla trizas contra la pared, o grabar en ellos preciosos dibujitos que atravesaran los surcos en diagonal.

Estaba decidida. Pero algo la detuvo, ¿una señal?, ¿un pensamiento? El caso es que le salió su lado más friki, o su lado más zen, nunca se sabe. De forma aleatoria, sin mirar las portadas, fue poniendo los discos, dejando que las canciones le hablaran, le dijeran todas aquellas palabras que Marco no le había dicho a lo largo de todos esos años. Letras cuyo significado ni siquiera se paró a intentar entender. Aquellas canciones eran Marco, tal vez si a lo largo de aquellos años les hubiera prestado más atención habría podido penetrar un poco en Marco, o tal vez no. 

Daba igual, Eli solo necesitaba una despedida sincera y valiente, algo que Marco no le iba a dar en persona, pero sí en música, en energía o en conexión cósmica. Llámadlo como queráis.