Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

martes, 31 de julio de 2012

Up


Uno de los temas de conversación preferidos por aquí, como en el resto del universo mundo, es el tiempo. Pero es que aquí, además, the weather acompaña bastante, porque nunca sabes si las nubes vienen o van o, peor aún, dónde empiezan y dónde acaban.


Hay días que el cielo está oculto tras una enorme nube, pero eso puede cambiar y en poco menos de una hora te puedes encontrar con que las nubes se han desvanecido. El otro día, sin ir más lejos iba yo pedaleando en mi dublinbike con el sol calentando mi espalda cuando una nube caprichosa decidió que necesitaba refrescarme. Os lo prometo, igual que en un episodio de Hanna-Barbera, aquella nube me persiguió durante un par de kilómetros torpedeando mi cara con unas gotas ridículas pero matonas...



No sé si será por estas irregularidades atmosféricas que la arquitectura de Dublín no suele superar el cuarto piso. Aquí el cielo está cerca, muy cerca. Es algo que siempre me ha gustado de las islas, estás en pleno centro urbano, pero la sensación es de estar en el campo. O al menos a mí, urbanita madrileña, así me lo parece.

Cuando la gente ve que soy española una de las preguntas más frecuentes es: Do you like the weather?. Mi respuesta es siempre la misma: It's not bad, Madrid is very hot now. No es por agradar, cuando pienso en los cuarenta grados que han rondado Madrid durante este mes de julio me felicito a mi misma de haber elegido este destino. Además el cielo, cualquier cielo, siempre me parece un espectáculo fascinante, y tanto movimiento da mucho de sí.

Claro, que unos grados más arriba estando tan cerca de la playita no le harían mal a nadie 





lunes, 30 de julio de 2012

The Quiet Man



En mi familia siempre fuimos bastante peliculeros, y no porque nos dediquemos a inventar las historias más disparatadas, que puede que también, sino porque reunirnos alrededor de la tele para ver buenas películas fue un clásico en nuestro salón-comedor. Si llegabas de los primeros podías acomodarte en el sillón, si no, una buena opción era poner un cojín bajo tu cabeza y tumbarte en el suelo, la Técnica Alexander nos ha enseñado después que además es una costumbre muy saludable.

Entre los clásicos, a blanco y negro o en technicolor, que cualquiera de nosotros conoce a la perfección, El Hombre Tranquilo siempre tuvo un lugar privilegiado pues era, y sigue siendo, el film favorito del patriarca.

Siguiendo los pasos de "culo gordo" -mi madre cuyos ancestros provienen de una aldea de vaqueros asturianos nunca vio con buenos ojos al enorme cowboy del otro lado del charco, para el cual ideó este bonito apodo que también forma parte del acervo familiar- los habitantes de la casadeloro caímos enamorados de Irlanda mucho antes de que nuestro apellido se quedase a formar parte de su paisaje.

Después de poneros en antecedentes, podréis comprender el entusiasmo con que subí al autobús a las 7 de la mañana para recorrer Connemara en 8 horas, mas 6 horas de ida-vuelta que supone el viaje Dublin-Galway-Dublin. Por fin iba a seguir los pasos de Maureen y John (Mary Kate y Sean en la película) por esos verdes prados delimitados por cercas de piedra que pueden saltarse atléticamente. Allí en el folleto aparecía la foto del famoso puente en el que transcurren algunas de las escenas de la película.

Por poner un ejemplo...
Y así fue, en cuanto el paisaje empezó a adquirir el mismo aspecto que la pantalla de nuestra vieja Thompson, el parlanchín guide-driver nos indicó que el puente quedaba a nuestra izquierda. Y allí estaba. Y allí se quedó, porque el conductor no paró. Y yo estaba sentada a la derecha, así que no pude fotografiarlo. Fue entonces cuando comprendí que estaba atrapada en una excursión by bus, into de bus, con una única parada en Kylemore Abbey donde podríamos visitar la abadía, la pequeña capilla gótica, los jardines, disfrutar del paisaje, ir to the toilet, pasear y have lunch, todo ello en dos horas. Lo conseguimos, y además hicimos otras pequeñas paradas de dos minutos cada una en diferentes lugares para acariciar al Connemara Pony, ver el árbol de los deseos (?) o tomar bonitas fotos, por ejemplo.
Kylemore Abbey

Parece una locura, pero fue una bonita excursión, el paisaje de Connemara es impresionante, diferente y  cambiante. Cada vez que visito un lugar nuevo me doy cuenta de lo mucho que me gusta este país y lo añado a mi lista de lugares a los que tengo que volver...

En cuanto a mi lado cinéfilo, os diré que el día no termino en aquel puente abandonado. Horas después y sacando fuerzas y un disfraz de pirata de nuestras mochilas, L. y yo nos presentamos en una fancy party en pleno corazón de Dublín. Imaginaos mi sorpresa cuando el doble de Spencer Tracy apareció por la puerta. Como no soy pelirroja ni descarada, mi inglés no es una maravilla y además venía de pasar cerca de catorce horas en un autobús, no creo que mi pose a lo Katherine Hepburn le deslumbrará. Pero eso sí, conseguí una exclusiva periodística bastante buena, Spencer me contó que su padre aparece corriendo, con sesenta años menos de los que pueda tener ahora, tras las ruedas del coche nupcial de Mary Kate y Sean. No crucé el famoso bridge, pero conocí al descendiente de uno de los extras que aparece en The Quiet Man. ¿No os parece que la vida tiene detalles maravillosos?

miércoles, 25 de julio de 2012

Dos truquitos turísticos


Sí, hoy voy a ser práctica y os voy a regalar dos truquitos y medio para disfrutar de Dublín como buenos guiris.

El primero es que hagáis uso de los Free Tours de Sandemans Neweurope. Todos los días salen desde el City Hall, a las 11:00 y a las 13:00. Si eliges la primera hora, puedes escoger entre un guía español o uno inglés. Si aún no conoces Dublin te recomiendo hacer este Tour el primer día, pues consiste en un largo paseo por la zona más céntrica de la ciudad. Si ya conoces la ciudad tampoco te lo pierdas, es una oportunidad muy buena de dar un agradable paseo en compañía por el centro y disfrutar de un speech ameno y divertido. Cada uno de los guías te dará su propia visión de la ciudad y te regalará alguna anécdota sobre su historia que seguramente no conozcas todavía. Lo mejor de todo es que estas visitas guiadas funcionan en diferentes ciudades europeas y Madrid es una de ellas. Así que aunque de momento no tengáis pensado viajar fuera de España y si la Plaza Mayor de la capital no os pilla muy lejos os sugiero un paseo guiado por el centro. ¿Por qué no elegir un guía en inglés para practicar? Eso sí, dado el horario, yo lo dejaría casi para septiembre. No puedo ni imaginarme un paseo de tres horas por el centro de Madrid allá por el "medio día" en pleno mes de julio, o agosto...

El segundo es que hagáis uso de dublinbikes, las bicicletas que el Ayuntamiento pone a disposición de habitantes y visitantes. La única pega es que solo existen dos modalidades de tickets, la anual, que para una visita ocasional no merece la pena, y la de tres días que se queda corta. Desde aquí sugiero la tarjeta semanal o mensual, por si algún responsable aparece por el balcón algún día (que lo dudo).
Dublin es una ciudad cómoda para montar en bici: no tiene grandes cuestas, muchas de sus calles cuentan con carril bici y, lo que es más importante, los conductores respetan a los ciclistas. A veces, en el centro, con tráfico, la circulación es un poco caótica, sobre todo si eres "novato" y no tienes muy claro el sentido de las calles. Por cierto, recuerda que siempre debes pedalear por tu izquierda...
Ojalá Madrid tomase ejemplo y se adoptasen las medidas necesarias para facilitar el uso de la bici, de una vez por todas, como otras ciudades europeas hacen. Mientras tanto seguiré dando todo mi apoyo moral a bicicrítica.

Me falta medio truquito más, pero este es sencillo: si vienes, ponte los ojos de mirarlo todo, trae los oídos abiertos, un paraguas en la mochila, la sonrisa preparada y tu "yo" más disfrutón, Dublin es una ciudad muy, muy fácil, solo tienes que querer sentirla... a tu manera, sea la que sea.

Como veis mis consejos son universales. Vayas donde vayas, busca: una forma simpática de conocer la ciudad, una bici si es posible, y... a disfrutar. Ah, y no olvides que ahora el guiri eres tú. Eso me encanta: salir de casa con una falda y sandalias un día caluroso, sacar de la mochila unos pantalones de ciclista para pedalear sin problemas si el fuerte viento te levanta la falda, que comience a llover y recorras de vuelta el camino de la playa para dirigirte al cine, en pleno centro, sin que esas pintas de loca te hagan desistir de la idea... I love it!

martes, 24 de julio de 2012

Los pájaros


Tras días de observación he decidido que ya es hora de recuperar la periodicidad usual, si es que la tiene, de este blog. Mes y medio después me siento preparada para ofreceros algunos datos interesantes sobre la fauna, flora, costumbres, lugares y demás peculiaridades de la Isla Esmeralda. Siempre desde la subjetiva mirada de estos peninsulares ojos pardos con pigmentos verdosos...

Patos silvestres de diverso tipo
Os parecerá una tontería, o quizás no, pero algo que me ha llamado la atención desde el primer momento es la numerosa población de pajarracos de diversos tipos que sobrevuelan estas tierras. Los dividiré en tres grupos:

El primero lo forman las palomas, un poco más limpias que las de mi ciudad natal, pero tan carentes de interés para mí como aquellas. Lo siento, no me gustan las palomas urbanas. Se arremolinan en plazas y cuando oyen mis pasos, levantan el vuelo sin importarles el pánico que me da verme envuelta en un remolino de alas desplegadas. Entonces me pongo en alerta y vigilo, con cara de espanto, que ninguna se estrelle contra mí. Sí, una de las peores cosas que me podrían pasar en esta vida es que una paloma urbana chocase con mi cuerpo.

Polluelos del pequeño pato
El segundo grupo lo forman las ánades. Viven en el Canal y en los estanques de los numerosos parques. Ya visteis como los cisnes de St. Stephen's Green me presentaron a sus polluelos en mi primer paseo por el parque. Además tenemos los típicos patos silvestres: unos pardos y otros multicolores con su cabeza verde. El que más gracia me hace, quizás por ser el más original, es un pato pequeñajo de color negro y pico naranja, digno de cualquier jardín japones. Serio, pero con una mueca burlona, recorre con su cuellito estirado las aguas laterales del canal, cerca de los juncos de la orilla, donde se esconden sus nidos.

Son todos los pájaros de estas islas descarados a más no poder. Os prometo que no tienen ningún miedo a la presencia humana y te puedes acercar a ellos mucho más de lo esperado. Pero en este descaro y en miradas retadoras, se llevan la palma los integrantes del tercer grupo. Mi preferido:

Gaviotas, cuervos y urracas conviven y se entremezclan para deleite de mis ojos. Nunca fui amante de los pájaros, lo reconozco y la peli de Hitchcock me pone de los nervios. Tipi, top, tipi, top... me imagino que resuenan los zapatos de la pobre Tippi, bajando por aquella cuesta, mientras corre el riesgo de estampar su nariz contra el asfalto, al tiempo que una gaviota desaprensiva le despeina su elegante moño. Los pelillos de mis brazos se erizan, sólo de pensarlo.


Sin embargo, aquí en la Isla, la fascinación que siempre he sentido por las urracas -soy un poco rarita, lo sé, pero la urraca siempre ha sido mi pájaro favorito, con su frac, tan elegante y burlona- se ha ampliado a las otras dos especies. Cuando llueve, Gaviotas, cuervos y urracas, se posan sobre el césped de los parques, en bandadas, entremezclados y conspiran. La mirada de las gaviotas es sin duda la más maligna y peligrosa de todas.


Ahora sé que sólo un nativo de las Islas del Norte podía haber creado una historia como la de los pájaros. No os penséis que el mago del suspense tuvo que trabajar mucho esta vez, cualquiera podría imaginar una invasión avícola observando una de esas reuniones... intimidan.

Cualquier otro día os hablaré del gato rabón de mi calle. Callejero y descarado a más no poder. También temo un ataque por su parte cualquier noche. La fauna dublinesa es verdaderamente salvaje...

(Este post va dedicado a mi pajarraco favorito: Gavilán Palomo, no podía ser de otra manera)

miércoles, 11 de julio de 2012

Titanic (lease tai-tanic)


Impresionante el edificio, por fuera y por dentro

Soy de las pocas personas que nunca vieron la historia de Leonardo y Kate desde el principio hasta el final. Eso sí, creo que reuniendo un trocito aquí, otro trocito allá, quizás no me quede ningún fotograma que descubrir.

Anyway, que dicen aquí, reconozco que la historia del Titanic tiene todos los ingredientes necesarios para atrapar el interés humano: glamour, leyenda, lujo, vanidad que se desploma, aventura, hombre contra naturaleza, historias individuales, heroísmo...

Giants Causeway
Es sorprendente, pero lógico, que el interés por una catástrofe de tales magnitudes se haya mantenido vivo durante un siglo entero. Porque aunque a algunos les parezca imposible, antes de que Leonardo nos lo contase a todo color, el trágico viaje del Titanic hacia las profundidades marinas era de sobra conocido por la mayoría de los mortales, al menos en mi pueblo.

A lo que iba -hace tanto que no os escribo que me enrollo como las persianas- el sábado viajé hacia tierras del Norte. La primera parada con fines meramente turísticos fue el museo del Titanic.

¿Lo recomiendo? Pues mira, yo es que soy más de exteriores. Si tenéis pensado visitar Belfast y tenéis tiempo merece la pena acercarse. Pero convertir el museo del Titanic en la única motivación del viaje, pues no.
Eso sí, el edificio es impresionante. La exhibición, como creo que es habitual en Irlanda, está muy cuidada y da gusto visitarla. La información es exhaustiva, imposible digerirla toda, pero es genial que sea de esa manera, si quieres saciar la curiosidad la saciaras, sin duda.

De Belfast poco os puedo contar, nuestro siguiente objetivo era Giants Causeway. Impresionante, allí si, allí podéis encaminaros sin más ambiciones y gastar vuestro tiempo walking, walking, walking... Yo creo que ese sí que es un buen sitio para perderse...
Camino de Carrick-a-Rede (el puente que nunca cruzaré)