Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

miércoles, 26 de mayo de 2010

La hucha rota

Antes de comenzar pido disculpas pues quizás no me haya documentado demasiado bien, mi contacto con los medios de comunicación estos últimos días es escaso y volandero. Pero por lo que he oído, me han dicho y he captado leyendo al vuelo, parece que entre las medidas de ahorro del gasto público, es decir, lo que va a ahorrar el Estado en sus gastos ¿es así, no?, estos próceres de la Patria han incluido la rebaja de aranceles de Notarios y Registradores.
Pero alma de Dios, si de lo que tienes cero, ahorras cero. Me explico, Notarías y Registros ni cuestan ni ingresan al Estado. Notarías y Registros funcionan como empresas privadas, generan sus ingresos, gestionan sus ingresos, pagan gastos y reparten beneficios entre sus titulares, es decir el Registrador o Notario correspondiente, y sus empleados (que no son funcionarios, no) -sí, sí, reparten, en diferentes proporciones, se entiende, pero así es-. Así que yo me digo ¿qué ahorra el Estado rebajando aranceles de Notarios y Registradores? Cero pelotero.
Es como si para que yo ahorrase le pidiese a mi amiga X que gastase un cinco por ciento menos. Y yo ¿Qué ahorro con eso? Cero, pelotero, a no ser que fuese fuertemente influenciable e imitase el comportamiento de mi amiga X, pero eso es perderse en divagaciones estúpidas.
Que bajan aranceles de Notarios y Registradores, que ellos sí son funcionarios, sí, por equiparación con el resto de funcionarios. O, simplemente, porque les da la gana. Estupendo. Pero hijo, por lo menos vende la noticia a tú favor: "El ciudadano se ahorrará un cinco por ciento en los gastos de Notaría y Registro". Así, sí, señores próceres, una medida social y vendible, entre tanto recorte. Un caramelito para el ciudadano de a pie. No sé quién será su Jefe de Comunicación, pero no les duela, no, su bajada del cinco por ciento.

Y nada, que era por comentar un poco de actualidad. Que hace días que tengo el balcón cerrado ¡Con el buen tiempo que hace! Pero si os interesa el tema pues podéis seguir preguntando, porqué el empleado -no funcionario- del Registro recibe de rebote el recorte del 5 por ciento, cómo se puede estar negociando un nuevo convenio durante siete años y cualquier otro interrogante que se os plantee sobre el sorprendente y arcano mundo de Notarías y Registros.

domingo, 16 de mayo de 2010

Madrid me basta


Nos perdimos en Madrid y nos lo perdimos todo. Llegamos tarde a todas partes. Pero dio igual. Vimos la ciudad llena de gente, como si nos hubiesen citado a todos a la misma hora.
Nos hicimos fotos, que nunca ganaran un concurso, sobre la alfombra azul que engalanaba una Gran Vía sin coches y, poco a poco, despojándose de multitudes. Algunos fetichistas recortaban, más que retazos, esterillas enteras en donde constaba bien claro que aquello era por los cien años.
Y sólo un par de horas más tarde, cuando volvimos a asomarnos a la calle, ya no quedaba nada, nada. Qué eficacia. Y los coches volvían a ser dueños de la calzada, y ya no podíamos jugar a que todos éramos Eduardo Noriega rodando una película.
Madrid ha estado alfombrado todo el fin de semana, alfombrado de gente que se ha lanzado a la calle a celebrar. San Isidro primero y un domingo de sol despampanante después. El Retiro estaba esta mañana muchísimo más lleno que otras veces. Para no variar, he llegado al final del concierto, y he accedido por el subterráneo a contracorriente de una marabunta de gente que se encaminaba al metro. También me he enterado esta tarde de que había un concierto en La Latina, cuando los músicos estaban ya recogiendo el equipo.
Puedo decir que yo estuve allí. Tarde, nunca y mal. Pero me da igual. A mí, Madrid me basta.

lunes, 10 de mayo de 2010

Ya tenemos contador

Más que por hacernos las innovadoras, fue por mero cotilleo. Mel y yo decidimos buscar la manera de pillaros infraganti. Mel quería contratar una especie de cámara de video vigilancia para poneros rostro, nombres y apellidos. Pero eso era demasiada técnica y "futurismo" para nosotras. Así que uniendo esfuerzos y conocimientos informáticos -es decir, recurrimos a google- encontramos una pagina dispuesta a prestarnos un contador para saber, al menos, cuantos de vosotros nos leeis. Porque nos leeis ¿no?
Yo estaba tan emocionada, podría preparar estadísticas anuales sobre nuestros lectores e incluso presentar una instancia a la OJD, con documentación acreditativa de la calidad y cantidad de los seguidores de El Balcón. Pero mi gozo en un pozo. He de confesar que los contadores no son fiables. Cada vez que Mel o yo entramos en El Balcón se marca una visita, con lo cual lo único que podréis comprobar ahí abajo es: 1.-que tanto Mel como yo tenemos El Balcón como página de inicio; 2.-que ambas entramos compulsivamente en Internet cada vez que nos aburrimos y no sabemos que hacer; 3.-que si contratásemos a nuestros sobrinos y a voluntariosos conocidos con poca vida social, en cinco días podríamos batir el record de página más visitada dando la vuelta al contador una vez tras otra hasta hacerlo reventar.
Ahora entiendo que en la misma manifestación pueda haber cien personas o cinco millones de individuos, según quien esté contando. El mundo de la estadística es ficticio y relativo. ¿Cómo se medirán las audiencias televisivas? me pregunto, ¿cómo se definirán las muestras aleatorias de un estudio de intención de voto?
Os dejo con estos grandes interrogantes...

El cuento de nunca acabar

Existe la Ley de Murphy, y luego existe la aún innombrada, pero inexorable, Ley del Dentista. Consiste en los siguiente: puedes pasar años sin visitar a tu dentista y por ende sin problemas dentales, pero ay de ti el día que vuelves a visitarle. Sea porque te empezó a doler una muela o porque tu conciencia te encaminó a una simple revisión, lo mismo da. Desde el momento que pones un pie en su consulta el efecto mariposa se adueñará de tu existencia. De nada te servirá darte a la teoría de la atracción y empeñarte en visualizar la incorruptibilidad de tus incisivos y molares, da igual que seas un fanático del cepillo y adorador del hilo dental. Da igual. En el momento en que el dentista posa su mirada en ellos, tus dientes se derriten y empiezan a soltar por esa boquita.
Quizás si eres de férreas convicciones y confías plenamente en ti mismo, serás capaz de no sucumbir a las amables indicaciones de tu especialista. Pero entre mis múltiples defectos se encuentra una lealtad plena y una total confianza en mi dentista, en el momento en que abro mis fauces en una consulta, le entrego mi treinta y dos piezas y mi alma entera.
Mi último reencuentro con el dentista fue a causa de un flemón de mal aspecto que se venía anunciando unos meses atrás. Desde ese momento y en sólo seis visitas me he quedado en treinta y una, he renovado dos empastes y he sufrido una reconstrucción (o sea, un empaste más curradito y por ende más oneroso). Ahora mismo me encuentro inmersa en un "saneamiento" de encías que será muy positivo para mi salud dental. Pero lo que nunca hubiese podido imaginar es que el travieso colmillito que hace un tiempo comezó a ladearse, cual modelo coqueta ante una cámara fotográfica, sea merecedor del premio gordo: los ansiados y rejuvenecedores brackets, el adorno que toda cuarentañera necesita para volver a la adolescencia.
Una oferta tentadora, lo malo es que de un tiempo a esta parte me da la sensación de que trabajo para mi dentista, que no digo que no se lo merezca. Sin duda, el problema es mío, que no puedo contenerme y en cuanto me sobra un euro me da por cuidarme los dientes...

miércoles, 5 de mayo de 2010

Inconvenientes (y ventajas) de ser Impar I

Mientras espero que nuevos y grandes acontecimientos desequilibren mi vida (para bien o para mal) y den contenido a mis post, me lanzo a crear nuevos espacios y secciones en El Balcón.
Inconveniente: El escorzo cremalleril. Es sorprendente lo fácil que es subirse una cremallera espaldera a primera hora de la mañana y lo complicado que resulta bajarla a última hora de la noche. Decidido, un hombre a tu vera es muy útil -a la par que más sensual- a la hora de desvestirte.
Ventaja: Después del esfuerzo, puedes tirar la ropa, sin doblar, sobre el primer sofá, silla o parecido que encuentres, sin que tu reputación de mujer ordenada y metódica se vea desprestigiada (aquí, entre nosotros).

Francamente, querido...

Hija Mel, cuéntate algo, me dice Maru, que últimamente tienes taaaaaaaaan abandonado el blog. Y es verdad, van pasando los días y aunque no paro en casa, estoy en una de esas épocas en que parece que no ocurre nada digno de mención. Me paro a pensar y me doy cuenta de que estoy feliz, como un colibrí. Hace dos meses o más que no recurro a mi terapia mensual de llanto; mis libros de autoayuda permanecen olvidados en su rincón y ni siquiera se han reproducido; cuando el típico pesado -parece que la palabra típico generaliza, pero siempre es uno y bien concreto- del trabajo viene a darme la murga le escucho, le digo bien o vale y sigo trabajando, sin alterarme; no conjuro llamadas, ni cuento el número de coches de determinado modelo que pasan por mi lado. Debo tener el ying y el yang estables y en su sitio.
Me preocupa, yo no soy así, me echo de menos, ¿habré llegado a la madurez? ¿seré desde ahora reflexiva y práctica como Maru? ¿tendré que dejarle las riendas de este universo mundo nuestro que es el blog? ¡Ni hablar!, me digo, mi papel es hacer equilibrios con la inseguridad, la emotividad, tener los sentimientos a flor de piel, en estado de alerta y, aún más, en estado de alarma. Me despido de Maru y corro a casa, a dejar mi huellita en el blog. Me pellizco repetidamente en el brazo por el camino, a ver si se me escapa alguna lágrima, pero en lugar de eso me da la risa floja.
Podría rendirme, pero no me rindo. Sé que en el fondo es sólo una etapa. Pasará, y espero que lo haga pronto, me digo alarmada mientras descubro un nuevo síntoma de mi "madurez": en lugar de preocuparme por la pobre Scarlett abandonada, ahora pienso que efectivamente "Scarlett O'Hara no era buena" y entiendo muy bien lo que sentía Rhett al decir "Francamente, querida, me importa un bledo".