Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

jueves, 26 de septiembre de 2013

Confianza en Visual Thinking



Desde hace unos meses el Visual Thinking me tiene atrapada. Creo que es un medio idóneo para plasmar el modo en que recibo, canalizo y comparto la información que me llega. El otro día estuve en una conferencia organizada por I con I, llamado visual/mente. En ella me di cuenta que ya utilizaba el método, de forma bastante más rudimentaria, en mi época de estudiante, realizando dibujitos junto a las líneas de mis apuntes. Y también, sin saberlo, fue la forma que elegí para exponer en CIVSEM mi proyecto de vida.

Así que he decidido practicar, mientras espero a que me lluevan las ofertas para poner al servicio de quién lo necesite mis habilidades. Y qué mejor para comenzar que los valores de CIVSEM. Empiezo con la CONFIANZA, parafraseando, con su permiso, a Antonio Moya y según mis apuntes.




lunes, 23 de septiembre de 2013

Casi cincuenta


Hay quien sostiene que es un espejismo, que como mucho puede ser temporal, pero que desde luego eso del amor eterno no existe, que es un mito. Y lo más seguro es que sea verdad. Pero lo que sí existen son parejas que encuentran la fórmula, el secreto de caminar juntos a través de los tiempos, a través de los cambios, a través de la dificultades, a través de la vida en definitiva, superando lo malo y disfrutando a tope de lo bueno. Y construyen su mundo, sobreviven a los vendavales y contribuyen a perpetuar el ciclo de la vida transmitiendo, de la mejor manera que saben hacerlo, su amor y sus valores a su descendencia.

Mírales qué riquines
No me voy a poner filosófica, ni os voy a descubrir la fórmula de la pareja ideal, Dios me libre, está claro que es un tema del que no tengo ni idea. Pero hoy mis padres celebran su 49 aniversario de casados, más los 4 que pasaron de noviazgo... A veces te cuestionas si se acuerdan de lo que era vivir el uno sin el otro.

Mis padres no son perfectos, a Dios gracias, en ocasiones te preguntas como se aguanta y en otras comprendes perfectamente porque están hecho el uno para el otro. No conozco su fórmula, ni falta que hace. Sólo sé que fueron los pilares, cada uno a su manera, de que esa casa de locos funcionara. Los que nos llenaron la cabeza de cuentos, de ilusiones, de imágenes. Los que, a pesar de sus seis hijos, o motivado por ello, todavía dejaron espacio para que un perro, dos galápagos, varias decenas de pájaros, algún que otro pez, una tortuga que otra y hasta un gato, fueran incorporándose a la familia a lo largo de los años.

Nos llevaron al rio, a la montaña, al mar y al extranjero. Viajábamos cual familia de Forges, incluida la suegra con la jaula del pájaro sobre sus rodillas. Nos contaron chistes absurdos y bailaron a nuestro alrededor hasta el agotamiento. Nos enseñaron a disfrutar de las cosas sencillas: de una excursión al campo, de un paseo por la ciudad, del verde de los montes, de las olas del mar, de la amistad, de la familia, del amor, del cariño...

Todavía hoy ponen la mesa en casa y van haciendo hueco, a medida que se van apuntando unos u otros, así sin avisar. Son los abuelos de nueve criaturas, algunos ya criaturazas, también con la cabeza llena de cuentos, imágenes y sentido del humor, que les adoran. No siempre estamos de acuerdo con ellos, ni ellos con nosotros. Hay cosas que seguimos haciendo a su manera y otras en que nos quedamos ojipláticos por su forma de actuar, y claro, viceversa.

En lo que estoy segura que estamos todos de acuerdo, toda su descendencia, es en que aunque no seamos perfectos, a Dios gracias, estamos muy orgullosos de ser sus hijos o sus nietos. No lo han hecho nada mal, al fin y al cabo tienen lo que no todo el mundo tiene, el secreto de caminar juntos a través de la vida. ¡Felicidades Papis y muuuuuchas gracias!

martes, 17 de septiembre de 2013

El arte de ir creciendo


Hoy he pasado gran parte de mi día dándole un repaso general a la historia del arte, desde Grecia y Roma hasta el romanticismo. He pasado por épocas ya conocidas para afianzar un poquito más mis conocimientos, que son generales pero bastante bien ordenados, da gusto confirmar eso.

A medida que avanzaba me maravillaba de los pasos que hemos ido dando, unas veces para delante y otras para detrás, hacia la extensión de la cultura y el bienestar. Pasos lentos, eso sí, nos cuesta siglos cambiar las cosas. Pero se cambian en pequeños detalles, que son revoluciones. Pasar del simbolismo románico al afán divulgador del gótico es abrir las puertas secretas del conocimiento a un número más grande de personas. Alejarse del oscurantismo religioso para exaltar la obra del creador, la naturaleza, el milagro de la vida humana, es evolucionar a mejor. Ver como los artesanos se convierten en burguesía es ver como el aforo se aumenta poco a poco. Podemos hacerlo, cuando nos lo proponemos somos grandes.

Eso sí, nos queda mucho. Ayer miles de subsaharianos se precipitaron en masa a escalar la valla metálica de la frontera de Ceuta, otros tantos se lanzaron al océano en pequeñas embarcaciones, algunos optaron por terminar la hazaña a nado para alcanzar la costa española. Se puede ver desde diversos ángulos ¿qué hacer con esa gente que llega? Yo prefiero imaginarme la triste travesía de esa persona, individual, sola, que atraviesa medio África, dejando atrás su lugar conocido, su familia, su hermosa tierra devastada por el hambre y el expolio.

¿Cuantos siglos necesitaremos para acabar con el hambre de los niños, el sufrimiento de las familias sin recursos, la injusticia, la desigualdad, las guerras motivadas por intereses económicos o por erróneas creencias de lo que debe ser la religión, etc, etc, etc...? Muchos seguramente, pero yo confío que algún día encontraremos la fórmula, poco a poco y granito a granito. Confío, porque cuando nos lo proponemos, somos grandes. Hoy acabo el día dando gracias al Cosmos por la capacidad humana de crear y porque esa creatividad, a pesar de todo, es siempre más fuerte que nuestro afán destructivo. Que ustedes creen muchas cosas buenas.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Júbilo terminal en El Sol de York


Siempre que entro en una sala de teatro y la sala está medio vacía algo me sobrecoge. Eso sí, entono el mea culpa, porque tampoco me preocupo de ir al teatro todo lo que quisiera. Con el cine no me pasa, una sala de cine medio vacía es más intima, a George, a Julia, a Matt, reproducidos en múltiples pantallas al mismo tiempo no les afecta si el público lo formamos ocho, veinte o ciento cincuenta personas.

Pero cuando la función comienza, el actor de teatro hace entrada en el escenario, o se levanta del lugar donde estaba tumbado formando parte de la escenografía, y comienza a hablar ante una sala que debería estar repleta y no lo está, me da vergüenza, rabia, qué se yo... ¿Como pueden perderse tantos ojos el día, hipnotizados frente a las siluetas televisivas de los más zafios personajes sociales y, por contra, es tan difícil llenar las butacas de una sala de teatro, de buen teatro además?

Pero retomaré el rumbo de este post para contaros que ayer inauguré mi temporada en El Sol de York. Ahora mismo tienen tres obras en cartel, que espero ir viendo. Para empezar opté por Júbilo Terminal. En cuanto José Pedro Carrión, el actor, abrió la boca, me quedé hipnotizada. Uauuuu, me dije, una de esas que desde el primer momento te dice que aquello si es TEATRO, con mayúsculas. Quizás alguno de mis acompañantes os diga que la primera parte de la obra es un poco indefinible y que en algún momento te preguntas ¿Qué me dices? ¿Por donde vas a salir?

Os lo digo por avisaros, sin embargo, para mi la sensación fue otra. Yo soy así, un poco cursi diréis algunos, bueno lo asumo, pero os prometo que cuando danzan palabras, sobrevuelan mis oídos, entran en mi cerebro y estimulan mi mente, hay algo que se eleva desde mi cuarto chakra. En serio, me siento inundada, feliz, retada, en lugar conocido, dentro de un juego... Ay, no sé como contároslo. Allí estaba yo con la intertextualidad danzando entre mis orejas y mi cerebro, rabiando porque ante mis ojos pasaba el Rey Lear y otros personajes Shakespearianos, Vania y otros de Chejov, versos de Machado... y yo rabiando, sí, porque no los identificaba. Mi cultura teatral es demasiado escasa, me decía, pero me retaba, me comprometía a irlos incorporando a mi propio acervo. Al que reconocí, sin lugar a dudas, fue a mi querido Cyrano, menos mal, me dije, uno de cincuenta.

Y luego está la otra parte, el diálogo entre los dos personajes, porque allí apareció ella, Valery Tellechea, ante el Yayo, a pedirle cuentas por la deriva del teatro actual, a hablarle de las aspiraciones de los jóvenes actores, los que se preparan, los que quieren hacer teatro de verdad y se encuentran con un muro. La profesión teatral, el teatro mismo, con sus luces y sus sombras, su presente y su futuro, problemas éticos y comerciales. ¿Y eso como se come? ¿Y como se gestiona? Debate eterno, pero necesario, estimulante, ¿sin solución?

Júbilo al terminar es lo que yo sentí, que salté de la butaca para aplaudir de pie, cosa que normalmente o no me provoca o me acongoja un poco, la timidez es boba. Pero ayer no dudé. Me encantó. Os la recomiendo, en general a todos, pero sobre todo, sobre todo, si sois actores...

Y la escenografía y la puesta en escena también me atraparon. Juego de colores. Lindo.

Júbilo Terminal en El Sol de York (Arapiles, 16. Madrid) ¡Hasta el 22 de septiembre!

miércoles, 11 de septiembre de 2013

La rentrée


Parece mentira que a pesar de estar en paro te sientas acechado por el síndrome post-vacacional. Pero es lo que hay. Los humanos somos así, estamos acostumbrados a medir el tiempo en ciclos y septiembre es  como diciembre y enero, pero a principios de otoño.

Será por eso que se me han vuelto a pasar los días, casi dos semanas, sin invertir toquecillos dactilares en darle forma a un post. Ando liada entregando papeles, buscando ofertas de trabajo, ¡acudiendo a alguna que otra entrevista! Perfilando proyectos y acariciando sueños para el próximo curso, espero poder ir contando...

Lo mejor de todo, mi agenda vuelve a estar llena. La gente vuelve de vacaciones y hay ganas de verse. Mis civselianos se han puesto las pilas y rara es la semana en que no nos juntamos para unas cosas u otras. Reuniones, talleres, charlas, conferencias, cursos, ocio, networking...

Me gustan el otoño y la primavera, son épocas de cambio. Tiempo variable, colores que se suceden en la naturaleza, berrea en los montes, movimiento en las ciudades, propósitos de nuevos proyectos, mentes en ebullición, oportunidades...

Si se sabe disfrutar, la incertidumbre es un mundo de posibilidades que irán apareciendo. Por eso yo abro los ojos, los sentidos todos, el espíritu y mis chakras, para estar alerta, descubrir lo que llegue, acariciarlo, agradecerlo y compartirlo...

Así que así inauguro septiembre, un poco tarde, lo sé, deseando que el otoño que ya nos acecha os traiga/nos traiga sorpresas y cositas que estimulen los sentidos, la curiosidad y la voluntad de aprendizaje. Disfrutadlo.