Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

jueves, 31 de diciembre de 2009

El último post


Me doy cuenta de que con tanta actividad aún no he mencionado estas fechas. Y ahora, me planto en el último día del año, sin saber si hacer una alabanza de la Navidad (me encantan estas fiestas, desde el momento en que comercios y Ayuntamiento se encargan de anunciarlas, casi un mes antes, hasta el vacío después de Reyes en que hay que recoger el nacimiento y el arbolito y pensar hasta el año que viene; me gusta que la casa paterna parezca un anuncio de El Almendro, cuando reaparecen los de fuera; me dejo contagiar por la alegría loca de mis sobrinos y disfruto como si yo también fuese una enana), un recopilatorio de lo que fue este año (le pongo un positivo a este 2009, a pesar de todo, no se ha portado demasiado mal conmigo, o yo no me he portado demasiado mal con él), un brindis por el 2010 (nada original, pero esperanzador) o una lista de intenciones (prefiero no, nunca cumplo ninguna).
Me decanto por la imagen de aquí arriba (un regalo de Navidad genial) y la satisfacción de dejar constancia de este último día de dos mil nueve en este balcón nuestro.
FELIZ 2010.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Filosofía vital II. Herramientas básicas.

Cuando creí encontrar al hombre de mi vida, porque a los dos nos gustaba el queso y pasear por el campo, lo suficiente, y no nos importaba tomarnos un bocata de camino, y yo gritaba ¡qué bonito, qué alegre! y luego su largo nombre, con sus dos apellidos, como si yo fuese la Fernanda María del Monte Montes de mi Bryce Echenique, y descubrí que no debo ser muy sensible, porque no me desmayaba ante un animal abatido en la caza, y muchas cosas más. Y luego resultó que no, que no era el hombre de mi vida, aunque a mí me costase asiminarlo, pero no, no lo era, no, porque yo ya sabía lo que quería.
Después de todo eso, y sumado a ese proceso de reconstrucción vital al que yo ya me sometía antes de todo eso, y sigo sometiéndome, día a día, para mejorarme un poquito más y también para seguir convencida de que todo es tan bonito y alegre, y dirigirme emocionalmente desde la inteligencia y la lógica, y después de que Maru me convenciese para ver El Secreto, e intentar visualizar, visualizar, Mel, todo lo bueno que está por llegar, porque tú eres la que forja tu destino. ¡Qué agotamiento! Maru, que me siento culpable cuando pienso torcido.
Después de todo lo anterior, y a pesar de todo ello, por mucho que contradiga a la física quantica, por motivos genéticos, biológicos, psíquicos o histéricos, sin explicación y sin que pueda evitarlo, yo Melinda Moore, desde tiempos inmemoriales -porque no puedo decir si es de nacimiento o costumbre adquirida, que no lo recuerdo- una vez al mes lloro.
Lloro, nada más levantarme, sin motivo aparente, de forma descontrolada, enlazando un pensamiento con otra y haciendo desfilar toda mi filosofía vital por mi cabeza. Y ya estoy harta de sentirme culpable, desde hoy en adelante, sin complejos, incorporo la llantina mensual a mi filosofía vital, porque tengo todo el derecho del mundo a limpiarme por dentro de vez en cuando, sin sentirme por ello ilógica, pesimista, ceniza o derrotista (lo siento Maru).
Decidido, llantina incorporada y clasificada en el cajón de herramientas básicas, junto al paseo sin rumbo, mejor bajo la lluvia, y por supuesto, la verborrea loca de palabras en negro sobre fondo blanco.
¡Ay, que a gusto me he quedado!

martes, 22 de diciembre de 2009

El relojito



Recopilo datos para mi tesis doctoral, es apasionante, su título es: La empresa cutre, historia, evolución y reminiscencias en la España "moderna".

Me llega el testimonio de X:


Trabajar en un cortijo, tiene esas cosas, salidas de tono y ambiente enrarecido, que huele a rancio. La última ha sido la del reloj. Un reloj con sistema de reconocimiento de huella digital para controlar las entradas y salidas de la inmanejable muchedumbre formada por trece personas, ahí es nada.
Y yo, que quieres, que soy rebelde por naturaleza y bocazas de fuerza mayor, no me pude contener. Pero, esto de daros mi huella ¿es legal?
Y para qué abriría la boca, porque ante tan descarada pregunta, tuve una lógica contestación de superior seguro de sí mismo. Sabes que te digo, que si tan ilegal te parece todo ya sabes dónde tienes la puerta. Le agradecí la invitación, pero señalé que por el momento no tenía intención de marcharme.
Pienso que hubiese sido todo más normal si antes de instalar ese relojito -del que habíamos tenido noticia gracias a "Radio Macuto del Cortijo"- y situarnos ante él a la voz de "X, ven aquí un momento y pon el dedo donde yo te diga", nos hubiesen avisado de su existencia. Pero quizás es mucho pedir que alguien te informe de algo cuando se cuenta con un servicio de noticias tan completo como "Radio Macuto", aunque la novedad te oblige a dar un dato que hasta el momento sólo me había pedido la policía. Y en un momento en que la Ley de Protección de Datos parece haber complicado tanto la vida a todas las empresas.
No sé si soy especialmente quisquillosa, pero a mi hay cosas en la empresa "moderna" que me siguen escamando bastante.


A mi también, X, desde luego mi tesis no tiene desperdicio, algún día la publicaré.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Shopping woman

Lo he logrado. Impresionante. Estamos a día dieciocho y ya tengo comprados, escondidos y envueltos todos los regalos de Navidad. Miento, me queda uno, pero intuyo que si todo sigue así este año no se me verá a las tres de la tarde del día de nochebuena recorriendo todas las tiendas del barrio para comprar algo de última hora.
Es cierto que he vuelto a sobrepasar mi presupuesto. No es que hubiese marcado un presupuesto, eso es demasiada planificación para mí. Pero mi sufrida cuenta bancaria me advierte que he sobrepasado mi presupuesto, es un hecho objetivo y mesurable, pero creo que controlable. He sobrepasado mi presupuesto porque es lo que ocurre siempre con los regalos de navidad cuando perteneces a una familia numerosa, sin embargo este año he comprado con cabeza y controladamente. O al menos eso creo.
He comprado lo que quería, he ido a tiro hecho o he encontrado algo apetecible sin demasiado esfuerzo -será por la ausencia de pressing-, en las mejores horas, he evitado los días punta de aglomeración, no he tenido que esperar colas eternas (excepto en una ocasión) y, bueno, espero que les guste.
Me siento feliz, creo que cierro 2009 con la satisfacción de haber alcanzado un objetivo más: me pongo un notable alto en gestión de regalos navideños. ¡Soy un hacha!

domingo, 13 de diciembre de 2009

Filosofía vital



En nuestra búsqueda de una filosofía vital, quedo con Maru para ver El Secreto a través de youtube. Empezamos muy aplicadas, incluso tomamos algún apunte, pero como no nos hemos visto el fin de semana terminamos escuchándonos a nosotras mismas más que a la película. No obstante, nos cala la teoría de los pensamientos-imán (atraes lo que piensas), la física cuántica y el pensamiento universal. Nos sentimos preparadas para afrontar nuestra nueva vida desde una perspectiva distinta. Quedamos en vernos al día siguiente para intercambiar impresiones.
Lo hacemos en un bar cerca de casa, separadas por la mesa-tonel, encaramadas a unas banquetas imposibles casi tan altas como la mesa, muy rústico-chics, pero incomodísimas.
He reflexionado mucho Maru, pero más que relajarme, creo que nuestra nueva visión me estresa -Noto que Maru se pone tensa, en alerta. Continúo- vale, digamos que a través de mis pensamientos convoco siempre hombres inestables, carentes de sinceridad y cargados de problemas afectivos. Pero no lo creo, porque cada vez que conozco a alguien autogenero un optimismo desbordante, que debería tener un resultado totalmente opuesto. Así que me he dado cuenta de algo terrible.
Noto que Maru se tambalea en su banqueta, pero como no dice nada, yo sigo.
He pensado que debo ser yo la que posteriormente, gracias a involuntarios pensamientos cargados de inseguridad, convierto a esos ángeles de la naturaleza, en monstruos despiadados, depredadores del género femenino. Así que en realidad me siento fatal, creo que estoy envenenando el mundo, acabando con los últimos solteros adorables. Ahora soy yo la que pierdo la calma, noto que los nervios me invaden y un nudo en la garganta.
Rápida y veloz Maru reacciona.
Mel, respira hondo, inspira-espira, inspira-espira, no te preocupes, es sólo un bloqueo mental por el cambio de actitud, tu organismo se está rebelando a la revelación. Inspira-espira, inspira-espira, a partir de ahora concentraté en el primer paso, generar pensamientos positivos y desechar los negativos. Es el primer paso, inspira-espira, inspira-espira. Piensa en algo agradable.
¿En qué?
No sé, en pulpo con cachelos, pido una ración, no te muevas, agarrate a la mesa y sigue respirando.
La pobre Maru corre a la barra, me concentro en la visión de una plato con tortitas con nata y sigo respirando, saco tripa y pongo las manos sobre ella, para que la gente crea que soy una embarazada en plena bajada de azucar, y pienso en lo duro que es acercarse a los cuarenta sin una clara filosofía vital.

martes, 8 de diciembre de 2009

Investigación literaria



Voy con Maruchi a casa de C., que en un momento de la conversación saca su cuadernillo de literatura hispanoamericana y me propone identificar a los autores de los dos poemas que debe comentar este trimestre.
Ojeo la primera, encuentro adjetivos rimbombantes, melódicos, y un cierto aire a cuento oriental. Este es Rubén Darío, me suena a Margarita. C. se vuelve hacia su envidiable librería de puertas acristaladas y saca su antología de Rubén, mira el índice de primeros versos y ¡Bingo!
Me pongo con la segunda. Huy, hija, este lenguaje tan semi-medieval, tiene que ser por lo menos el Inca Garcilaso. Estoy a punto de rendirme cuando se me enciende la luz. C., esto es Martín Fierro, seguro. Me queda la duda, porque no podemos confirmarlo en la biblioteca de C., pero al llegar a casa busco el verso cuatro mil y pico en mi cutrísima edición y lo encuentro. Le mando a C. un mensaje a la una y pico de la mañana sólo para celebrar mi sagacidad.
Me siento genial, supercultureta, y me prometo que retomaré la lectura de mi libro de literatura medieval -comprado en uno de mis intentos fallidos de estudiar vía UNED, como C.-, asistiré a conferencias y mantendré mi antorcha humanística viva y activa.
Me sorprendo a mí misma, qué tontería, pero me hace ilusión pensar que mis lecturas a la larga sirven para algo.

Carta de Reyes



He visto a Maru revolver en mi bolso, sé que busca mi carta a los Reyes, le parece una costumbre absurda, pero bien que el año pasado se marcó un post a mi costa. Este año no lo hará, me someto voluntariamente al escrutinio público.

Queridos Reyes Magos:

Este año os sigo pidiendo lo imposible, pero por pedir, que no quede.

En primer lugar me gustaría un cartel de vendido, para ponerlo en mi casa de la sierra, me da igual la tipografía y el color, no soy exigente.

Después, bueno, os tengo que confesar que necesito otro Geyperman. El del año pasado no duró mucho, yo creo que fui cuidadosa, pero me temo que venía defectuoso. Me parece, no os ofendais, que me lo trajisteis ya con un cierto problema de estabilidad y a la larga le falló el sistema cardiaco. Me hubiese gustado arreglarlo, pero no tenía remedio. Por favor, que no sea el modelo nuevo-agricultor, ni el modelo llorón, algo nuevo, a ver qué podéis encontrar.

Y una última cosa, un maletín de especialista médico en micro-economías en vías de recuperación, sé que está agotadísimo, pero es que hacia el segundo mes del año me gustaría poder celebrar algo muy especial.

Pues nada más, que tengáis buen viaje y no comáis demasiado antes de llegar a casa que luego me dejáis el aperitivo intacto y me da coraje.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Telefonía a medida



Lo hago por primera vez, velo por mi economía revisando la factura del móvil. No la entiendo. Llamo a atención al cliente. Espero, espero, espero, vale, ya comprendo uno de mis interrogantes, pero sigo sin estar de acuerdo con unas conexiones a intenet imposibles (hace tiempo llamé a desconectar ese servicio, accedía involuntariamente con una sola pulsación extra de la tecla de retroceso).
Por fin me cogen el teléfono, tenía yo razón, el servicio está desactivado, entre esta factura y las anteriores me van a abonar cerca de siete euros. Comento con el amable -en serio- teleoperador que el plan de precios en el que me di de alta hace unos meses me parece poco rentable, me aconseja pasar de una tarifa plana -en la que tengo derecho a 100 minutos al mes que nunca consumiré, a pesar de que mi amiga L piense que soy una móviladicta- a una tarifa plana mini. Lo hago, cambio de plan de precios.
Me siento superahorradora, he optimizado mi gasto telefónico, sin embargo aún me resisto a atender esas llamadas de las diferentes compañías de servicios en las que te ofrecen superofertas irrenunciables, no me veo comparando precios y adaptándolos a mis necesidades.
Tengo aún mucho que aprender en cuestión de ahorro, pero he dado un primer paso.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Creatividad y desapego




Sigo muerta de frio en Madrid. Trabajo en una nevera, pero no desespero. Desde que pisé suelo madrileño parece que mi vida se ha acelerado, siento como si la gran ciudad me hubiese integrado en su ritmo estrésante y eso fuese lo más natural y lógico. En estos días, aún no he tenido ocasión de sentarme tranquilamente a desperdiciar mi tiempo, funciono a más revoluciones, estoy un poco tensa, pero me gusta, me siento viva.
Sin embargo, mi cuerpo se rebela, después de tanto paseo y tanta actividad física la semana pasada, hoy me he sorprendido levantando la pierna en el archivo, con un movimiento pseudo-gimnástico absurdo y, estoy segura, ridículo.
Me levanto un poco antes, ahora trabajo una hora más, así que al salir, el anhelo de un plato calentito me llevan hacia el autobús, en lugar de a un relajante paseo de vuelta a casa, además, tengo las manos heladas. Llego, como, y no hago sobremesa, continúo activa, he de hacer algo, lo que sea, tiendo, pongo una lavadora y practico el desapego, renovarse o morir, mi cajón de calcetines es hoy el objetivo, tiro lo viejo reviejo y recoloco, mis nuevas adquisiciones creerán por unos días que su dueña es una persona meticulosa.
Y luego me siento y escribo este post. Así cumplo dos de los objetivos que en mi planning diario tengo asignados: practicar el desapego y crear algo, lo que sea.

martes, 1 de diciembre de 2009

¡Externalizate!

He ido al externista.
¿Al externista? Me pregunta Marú ¿Para qué?
Me hacía falta, me sentía otoñal, era hora de volver a enfocar mi visión, me ha confirmado el diagnóstico. Estarás de acuerdo conmigo en que todo acontecimiento externo produce en tí una interiorización, una reflexión. Vamos como una moto a todas partes, pendientes de lo que tenemos que hacer, sin pararnos a contemplar lo que tenemos alrededor, demasiado ocupados en nosotros mismos. Si sólo nos dejamos impresionar por hechos aislados que nos preocupan...
Te sigo, te comes la cabeza con lo primero que se cruza en tu camino.
Exacto, contra esa vertiginosa internalización, lo mejor que puedes hacer es poner a funcionar a tope tus cinco sentidos, para continuar captando estímulos y relativizar ciertas cosas. Esta visita al externista ha reactivado mis sentidos, cuando noto que me he abstraido demasiado sacudo la cabeza y me pongo alerta. Escucho los ruidos de la calle, la risa de los niños, miro hacia lo alto de los edificios, los balcones, las azoteas, las terrazas de los áticos, la gente que pasa, capto risas y sonrisas, huelo el aroma de las pastelerías, paseo disfrutando del paisaje y renuevo mis pensamientos.
Mel, estás fatal.
Maru siempre me dice lo mismo, pero sé que me escucha, le hago pensar, seguro que ha vuelto a casa externalizando.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Experimento


Camino siempre con una libreta y un bolígrafo en el bolso. Confieso que no los uso a diario, pero sí los saco a ratos, y escribo. Lo hago con naturalidad y confianza cuando tengo un perímetro de aislamiento suficiente para no sentirme intimidada por miradas ajenas. No sé si será afan de protagonismo o reflejo de mi propia vena cotilla -cuando me aburro en el transporte público intento adivinar cual es el libro que lee el de al lado, e incluso a veces escucho con cara de poker conversaciones ajenas-, pero pensar que alguien puede dedicarse a mirar lo que escribo por encima de mi hombro, me da corte. Cosa un poco estúpida, pues cualquiera que entre en este blog puede leer tranquilamente qué es lo que escribo.
El caso es que he decidido que es importante para mí alcanzar un grado de autonomía total a la hora de atrapar palabras al vuelo, por eso hago el experimento.
Me introduzco en hora punta en un cafe local monísimo, con nombre de pintor francés, lleno de gente. Únicamente queda una mesa libre, entre otras dos que apenas distan medio metro de la primera. Pido un café con leche, me tomo lo primero la sabrosísima mini pasta de avellana que viene de acompañamiento, y saco mi pequeña libreta negra.
Empiezo con ella ladeada, ligeramente apoyada en el canto de la mesa. Siento poco a poco que voy superando la prueba, he logrado disminuir el grado de inclinación de la libreta y finalmente la apoyo completamente en la mesa. Ya está, soy la típica tía interesante, sentada en la mesa de un café, absorta en sus escritos.
Prueba superada, no me mira ni el tato. Seguiré practicando, quizás acabe emulando al genial Jardiel, rodeada de pegamento, tijeritas, dibujos, escritos... montando todo un espectáculo intelectual, en los más diversos y chics cafés del universo mundo.

Vuelta a casa



Vuelta a Madrid. Me muero de frío. Da igual el cuello vuelto, las botas, los calcetines de lanilla. Tengo el frío seco de Madrid metido en el cuerpo.
Vuelvo a poner el despertador, a desoirlo, a levantarme corriendo para llegar tarde, a coger el autobús por los pelos, a entrar en la oficina y decir buenos días, a encender el ordenador, a ponerme a trabajar. De regalo me dicen que a partir de mañana añadimos otra hora diaria a nuestro horario, habrá que madrugar más.
¿Vuelta a la runina? Para nada, pienso utilizar la energía norteña y perpetuarla durante un tiempo, paseando Madrid con los ojos abiertos, sacándole jugo a mi tiempo libre.
Pero hoy me quedo en casa, aprovecho que tengo cerquita las manos calentitas de Martín, dibujando, jugando a los gormitis o lo que haga falta. Hoy me quedo en casa, a ver si con un poquito de calor de hogar se me entona el cuerpo.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Talasoterapia

Pues no, al final no me adentré en el Cantábrico, pero pasé más de dos horas a remojo en agua salada, con vistas a la Playa de Poniente. Ya había anochecido, así que veíamos las luces del puerto deportivo. No estaba mal, aunque la panorámica de día debe ser digna de ver.

Por lo demás la experiencia recomendable, muy recomendable. Seguimos nuestro libre albedrío por el circuito de piscinas de agua marina, incluso nos aventuramos a salir a la piscina exterior en una carrerita suicida, reconozco que no aguanté ni cuatro minutos, que una cosa es que haga buen tiempo y otra que me pasee en bikini al fresco de la noche gijonesa. Pasamos al área lúdico-acuático, nos tiramos por uno de los toboganes -el chiquitito- y hasta me di un largo en la piscina -con nota media de "necesita mejorar" en resistencia-. Regresamos al área de Talaso, subimos al piso de arriba, y continuamos por los circuitos térmicos: sauna, pozas de agua fría, duchas escocesas, fuentes de hielo, baño turco, piscina cromo-sonoterapeutica, la locura...

Nos despedimos repitiendo en el "flotarium" y salimos de allí arrugaditas como pasas, relajaditas, felices como codornices y, hay que reconocerlo, con una agradable sensación de cansacio-me-voy-a-la-cama muy de agradecer a esas horas.

El mega-spa se llama Talasoponiente, y por cierto, dicen que el restaurante también es recomendable, muy recomendable.

jueves, 26 de noviembre de 2009

La sirena, un paseo en bici y un poco de cocina



Me dicen que llueve en Madrid. Aquí ha vuelto el sol. A lo largo de la mañana y mis paseos he visto un buen número de gente probando las olas del Cantábrico, me dan envidia y me digo que yo también debería intentar un baño otoñal, pero desoyendo el viejo refrán lo dejaré para mañana.

Salgo de casa y encuentro de nuevo el grupo de curiosos mirando a la bañista del otro día, efectivamente lleva poca ropa encima. No sé si es su persona en topless o que también su público piensa que deberían intentar el baño otoñal, el caso es que despierta expectación. Yo la he bautizado como la sirena de Gijón.

Sigo mi camino y a la altura de la escalera 11 me desvío. Voy a hacer uso de una de las bicicletas que el Ayuntamiento pone a disposición de sus ciudadanos. Tras pelearme con la máquina agarro mi vehículo y tiro millas, por el carril bici. Espero que cuando Madrid deje de ser Zanjas City -expresión paterna- nuestro Ayuntamiento se apunte a este sistema de préstamo de bicicletas tan cómodo, carriles bici incluidos.

Repito el mismo camino que el otro día, por el muro y más allá. Voy y vuelvo, los bañistas se han multiplicado. Devuelvo la bici, hago unas cuantas compras y regreso a casa, a sacar mi lado más Arguiñano, no, no me he convertido en la mujer barbuda, simplemente cocino, pulpo con patatinas. ¿Alguien se apunta?

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Lluvia



Se me ha levantado Gijón con el día torcido, mustio, como un novio llorón. Vale, le digo, pero no pienses que me voy a quedar aquí, contemplando como te lamentas.
Así que me he bajado a la calle.
No te hagas la víctima, sigo discutiéndole, y qué si las nubes te ponen sombrío. A mí me gustas también así.
Yo camino, él que haga lo que quiera.
Me gusta recorrer sus calles, sin necesidad de un mapa. A veces me despisto y aparezco en una plaza que no esperaba encontrar. Da igual, no me vas a liar, sé que caminado hacia allí recupero mi rumbo. Te crees que me desconciertas, pero no, con estos tejemanejes lo único que consigues es que cada vez te conozca mejor.
Al final, Gijón se sonrie, llueva o haga sol siempre es encantador.
Y es que las ciudades son más fáciles de contentar que muchas personas.

martes, 24 de noviembre de 2009

Por el muro y más allá



Salgo de nuevo a pasear Gijón. ¿Qué mejor que aprovechar mi estancia para absorber esta energía verde, azul y luminosa, que sé echaré de menos durante meses?
Hoy, hasta se podría tomar el sol en la playa, en un lugar resguardado, como la pareja del fondo, o ser tan valiente como esa turista –lo deduzco por la tonalidad rubia de su pelo- que detiene el paseo de un buen número de gijoneses que permanecen acodados en la barandilla cercana a La Escalerona. Alta la marea, a apenas quince metros del muro, la extranjera flota boca arriba, con las piernas hacia el horizonte, seguro que más de uno se pregunta si recibe los embates del mar a cuerpo totalmente descubierto.
Por el muro pasea gente a todas horas. Ayer mi amiga Maruchi -mi anfitriona-, y yo, lo recorrimos ya anochecido, en patines y en bici, respectivamente. Hoy el día está totalmente despejado, hay gente de todas las edades, un montón de abuelos pasean empujando un carrito, con cara de abuelos orgullosos de sus nietos/as. Me adelantan corredores cada dos por tres. Yo paseo.
Y el muro, que termina en el extremo este de la playa de San Lorenzo, se prolonga hasta el más allá, así que puedes seguir la orilla del mar. Escuchando las olas, que rompen incansablemente, hoy de manera tranquila.
Y en ese más allá de la playa de San Lorenzo está ella. La Lloca del Rinconín, oficialmente la Madre del Emigrante. Me enamoré de ella la primera vez que la vi y procuro no dejar de visitarla. Así que en el camino de ida le he guiñado un ojo y a la vuelta, como le había prometido, me he parado a visitarla. Le he hecho unas cuantas fotos y me he sentado a su vera, con el sol calentando mi costado izquierdo. Sentada en el suelo, apoyada en el murete que circunda su placita. (Con un poco de desconfianza hacia la rejilla adosada a su perímetro, cruzando los dedos para que de su interior no salga ningún bicho.)
Estoy frente a ella, un poquito a su derecha, la lloquita es de miembros grandes, como yo –manos, pies, nariz, ojos- lleva un vestido largo, que acaba en el comienzo de sus pantorrillas, el viento la despeina, enredándole el pelo y pega la ropa a su cuerpo.
Mira hacia el horizonte, hacia un más allá mucho más allá del Cantábrico, hacia donde navegaron tantos y tantos hijos de esta tierra de emigrantes, igual que el padre del abuelo. Así que esta lloquita de rostro, más que triste, preocupado por el hijo que camina hacia un futuro incierto, es un poco tatarabuela mía.
Tiene un brazo extendido y a mí me dan ganas de abrazarme a su cuerpo de bronce, cálido como el de una madre.

Único, singular, extraordinario

Lo he oído, en la Radio de Julia, es la tercera acepción del diccionario -aunque si os digo la verdad, lo he buscado en la versión digital de la RAE y no lo he encontrado, da igual, yo la incorporo- para el término impar, una palabra que se emplea hoy para definir a las personas sin pareja. Un sector apetitoso para el mercado y una realidad cada vez más común.
Me gustó, desde ahora repetiré estas tres palabras: única, singular y extraordinaria, como un mantra. Impares o pares nos reconstruimos día a día para sobrellevar cambios, vicisitudes y nuevas situaciones, y es un buen aliciente recordarnos a diario que todos y cada uno de nosotros somos únicos, singulares y extraordinarios.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Verde y azul

Levanto la persiana. Frente a mí, diez pisos más abajo, la Playa de San Lorenzo, en toda su extensión, se me regala. El aturdimiento del despertar reciente me hace preguntarme qué son esas manchas negras que se apiñan a veinte metros de la orilla. ¿Pájaros? ¿Focas? Por fin abro completamente los ojos –y el cerebro- son surfistas, me río de mi misma. Son las diez de la mañana y el paseo marítimo -el muro- está lleno de gente, en la playa dos o tres bañistas caminan hacia el mar.
Hace un día precioso. No hay nada tan revitalizante como contemplar la costa asturiana cuando las nubes se separan lo suficiente para dejar pasar la luz del sol. Me siento bien, estoy llena de energía, no veo la hora de bajar y convertirme en otra paseante más de este Gijón que me va a adoptar durante una semana.

Mudanza

Me llama Maru. "Melinda, nos mudamos"
¿?
Sí, nos mudamos de Blog, ha llegado la hora de ocupar nuestro propio espacio.
Así que aquí estoy, rodeada de cajas con mis pertenencias, intentando reubicar cada cosa en su sitio, en este espacio que tengo preparado desde hace tiempo. Tenía planificado utilizarlo más adelante, haciendo coincidir mi mudanza física con la mudanza virtual, pero es cierto, ha llegado el momento de tener nuestro propio rinconcito, físico o virtual, campar a nuestras anchar y seguir caminando.