Adios, 2020:
Seguramente no habrá año más denostado que tú,
pero me niego a repudiarte.
Para bien o para mal,
formas parte de nuestra vida.
Digamos que has sido un año de crecimiento.
Sin rencor, me has enseñado:
que el que no te quiere, no te querrá;
que el que no te quiere escuchar, no te escuchará;
que la gente que quiere seguir a tu lado, seguirá;
que el miedo mata a los cobardes;
que no pasa nada por perder -o ganar-
unos meses en la clandestinidad;
que las desilusiones te hacen más fuerte;
que siempre hay un presente y un futuro;
que nadie pierde por amar;
que la ilusión sigue en los ojos de un niño...
y en los de muchos adultos;
que siempre nos quedará un lugar entre las montañas;
y que si te pones a escribir en el metro
seguramente te pasarás de parada.
Adios, 2020,
no te echaremos de menos,
pero seguro que no te olvidaremos.