Ya está. Se acabaron las vacaciones. Hoy me levanté al menos tres horas antes de lo que he estado haciéndolo la semana pasada. He vuelto a mis desayunos de días laborables (yo soy así, el contenido de mi desayunos varía según sea un día laborable o un día festivo). He salido de casa y ha amanecido mientras me trasladaba al trabajo.
Me he levantado de buen humor, en serio. He llegado a la parada al tiempo que el autobús ¡bien! Me he podido sentar en el metro ¡bien! He sido capaz de levantarme pronto, no perder demasiado tiempo y llegar en buena hora al trabajo. ¡Bien! He saludado al cielo de Madrid, desde más cerca, una vez aterrizada en la quinta planta.
El tiempo no se me ha pasado ni rápido, ni lento. He vuelto a casa para despedirme de los últimos vestigios de las Navidades, mis leprechauns regresan mañana a sus verdes tierras y con ellos se cerrará definitivamente el Belén de estas fiestas.
No sé si es la edad o un simple cambio de actitud propio de la mujer veleta que soy (es decir, algo puntual, sin necesidad de repetirse), pero en el fondo estoy encantada de volver a mi rutina. ¿Será que mi rutina no es tan rutina? En realidad, nunca sabes que esconde la rutina. Querido 2011, nos empezamos a ver las caras!!!
CENA DE YAYOS Y PRETENDIDA MODERNIDAD
Hace 5 años
1 comentario:
Me levanté y me dirigí al trabajo, me cayó una manta de agua gótica y había olvidado el paragüas, la canguro no se presentó y mi marido llegó tres horas tarde al curro. Nos hemos convertido en la unidad de infeccionsos con dos casos de gripe en menos de 5 días y con el temor de haberlo transmitido a nuestro sobrinito recien nacido. Querido 2011 como te pille te tuneo
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