Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

lunes, 1 de noviembre de 2010

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Sí, pero para plan ¡chas! el mío. El sábado me prestaron una pareja. Encantador, cortés y de mirada cómplice. ¡Si las cosas fuesen siempre tan sencillas! Me recogió en la puerta de mi casa, y como dos conocidos nos personamos en la escena diez de una película de Woody Allen.
Allí estábamos catorce personajes en busca de autor, dispuestos a degustar un menú figurativo en el salón de una galería. La mitad -y no fue capricho, éramos los que cabíamos- elegimos la mesa redonda, con aplastante mayoría masculina -otro dato surrealista en mi realidad cotidiana-, a saber: un psicólogo -Woody total, ya os digo-, un pintor hispanojaponés, una mujer de mundo, un arquitecto solidario, un productor discográfico, un enigmático sommelier, y una bloggera con el corazón abierto. (Le he ganado a Maru por la mano, pensé, ya tengo argumento para el cómic).
Y allá que nos pusimos, bocado tras bocado, a dibujarnos a nosotros mismos a través de nuestras palabras, nuestras miradas, nuestros gestos. A intuirnos, a adivinarmos, en resumen, a conocernos. Y yo, que miro más que hablo y escucho con toda la intensidad de mi único oído, disfruté de lo lindo.
¿Os he dicho alguna vez lo que me gustan las personas?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ma cherie, yo de mayor quiero ser como vous.
Cine, teatro, escenas de Woody Allen...
Cómo ces´t possible tanto glamour!
Tal vez probando a oubrir mon coeur?

(Nota: leer con acento)