Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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domingo, 28 de noviembre de 2010

Virginia, ecofeminismo y un poquito de compromiso

Hace poco que Virginia -Woolf- dejó -para mí- de ser un nombre y una biografía más o menos conocida a tener contenido. Primero cayó en mis manos Una habitación propia y luego llegó Orlando, ambas por recomendación de Mina. La prosa de Virginia es enganchante por sí sola, pero lo mejor son sus ideas, su perplejidad ante un mundo absurdo en el que la mujer -si bien ya empezaba a abrirse un caminito, unas pocas rebeldes iniciaban su lucha contra la estupidez anterior- tenía muy limitado su papel. Y todo aderezado con una imaginación desbordante, una ironía muy fina y un surrealismo envidiable. Así que el otro día, aprovechando que ahora tengo que ir a la biblioteca todos los lunes, agarré otro de sus volúmenes, Relatos completos. No siempre se puede ser brillante, pensaba yo, mientras que disfrutaba de una manera de contar insuperable, sin mucho contenido para mi gusto. Hasta que llegué a la página 191 y me encontré con Una sociedad. Otra vez Virginia a todo gas. Quise mandarles una versión electrónica a mis Witches favoritas, pero no encontré ninguna biblioteca virtual que la ofreciese.
En Una sociedad, un grupo de mujeres que se reúne periódicamente, decide investigar ese mundo que ellas dificilmente tienen nivel para entender, y disfrazadas de hombres se reparten el trabajo de introducirse en el parlamento, en un buque de guerra, en una universidad..., para luego contarles sus impresiones a las demás.
Me encantó la idea de que hace más de un siglo -ahora estoy segura de que esto ocurre desde el principio de los tiempos- las mujeres disertasen ya en encantadores reuniones como las que ahora existen a todas horas y en todos los puntos del planeta -imagino- y en las que para desconcierto del sexo opuesto no se habla, ni mucho menos, exclusivamente de trapitos y recetas de cocina.
Y luego la Witch R. nos envió aquel artículo sobre ecofeminismo, que enmarcó, renovó y reafirmó, ese lado feminista que os vengo diciendo he descubierto, últimamente, cada vez más acentuado en mí. La cosa es que durante siglos no sólo la mujer se ha visto minimizada, también lo han sido las cosas que tradicionalmente se asocian al "lado femenino": la naturaleza, la emoción, lo privado, el trabajo reproductivo; porque se le ha dado muchíiiiisima más importancia al "lado masculino", es decir, a otra serie de realidades o conceptos que se entendían como opuestos de los anteriores: la cultura, la razón, lo público, el trabajo productivo.
Y ahora ya, interpretación propia, que eso es lo que hago yo con las teorías, corrientes y religiones -supongo que como todos- escucharlas, aceptarlas o descartarlas y readaptarlas, desvariando a ratos un poco, lo reconozco. Digo, ya para resumir, que no sé lo que ocupará esta entrada como siga así -lo de los últimos cuatro días que nos hemos escaqueado, por lo menos- que el movimiento feminista, que ha hecho una gran labor a lo largo de los dos últimos siglos, ha conseguido demostrar que las mujeres somos capaces de entender, integrarnos e igualarnos en este mundo regido por las leyes masculinas. Pero que hay que darle toda una vuelta al sistema, llevamos tiempo comprobando que no funciona.
Ahora ha llegado el momento de conceder la importancia que se merecen esos otros aspectos de los que hemos hablado antes: la naturaleza, el sentimiento, lo privado y el trabajo reproductivo. En realidad creo que ha llegado el momento de que las fuerzas masculinas se pongan las pilas y se completen, como ya hemos hecho las mujeres a lo largo de estos dos siglos. Sí, somos ambivalentes -no diré superiores, por no herir susceptibilidades- podemos integrar cultura y naturaleza; sabemos usar la razón y no nos asusta guiarnos por la emoción; tenemos vida pública, sin renunciar a la privada; y lo más importante hemos demostrado que somos capaces de desempeñar trabajos productivos sin olvidarnos de los reproductivos (y aquí se incluye no sólo el traer niños al mundo, sino seguir llevando, en la mayoría de los casos, las riendas del hogar, cuidar a nuestros mayores y otro largo etcetera).
Así que durante esta semana me he planteado que ya era hora de apartarme un ratito de la frivolidad y desvelaros esta nueva visión del mundo, a la que os invito a apuntaros. Es hora de comprometerme con algo.
Y otra cosa, que nadie entienda esto como un alegato antihombres, nada más lejos de la realidad, sé que muchos de vosotros ya estáis en la nueva onda y sois hombres sensibles, preocupados por la naturaleza, que dais gran importancia a vuestra faceta privada e implicados en el trabajo reproductivo (no sé si además alguno seréis también soltero, lo que sería ya la pasada). Por eso sé que también pensais que otro mundo es posible. Ahora solo nos queda -y me incluyo- ponernos en marcha y aportar algún granito u otro de arena.
Vaya discurso ¿no?

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