Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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martes, 8 de noviembre de 2011

El niño de la bicicleta


El niño de la bicicleta necesita un abrazo muy grande, que le digan que él no es el problema, sino que su padre es un desgraciado (bueno, eso no es necesario que se lo digan tan a lo bruto, pero sí que lo entienda). El niño de la bicicleta tiene suerte, porque por azar abraza a la persona adecuada. El niño de la bicicleta sufre situaciones que ningún niño debería sufrir. El niño de la bicicleta necesita amor, mucho amor, y la persona adecuada está dispuesta a dárselo. Lo único que no todo se ve en pantalla.
El niño de la bicicleta es una peli muy europea (es belga con capital francés), pero no precisamente mediterránea. Por eso la espectadora española echa de menos palabras, aspavientos, y más abrazos. Aunque todo se intuye. El niño de la bicicleta es una sucesión de situaciones que generan reacciones, algunas aparecen en pantalla y otras no.
El niño de la bicicleta es una historia preciosa, pero contenida. Contenida en su relato, pero llena de emociones implícitas (o a lo mejor es la espectadora española la que está llena de emociones). A lo mejor es una película que te exige ser empática para disfrutarla (Ummmh, es otra teoría). A lo mejor el niño de la bicicleta te parece lenta, no lo sé. ¿Te la recomiendo? No lo sé. Yo la he disfrutado y me alegro de haber acompañado al niño de la bicicleta durante un par de horas, es como si le hubiese apoyado un poquito.
El niño de la bicicleta transcurre en unos paisajes muy cercanos -humana, no geográfica, mente hablando-, me gustan sus escenarios, pueblos belgas imagino.
(Lo he vuelto a hacer, me he ido sola al cine, esta vez la V.O. en francés. Me encanta, creo que acabaré viciándome).

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