Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

jueves, 4 de marzo de 2010

Pequeños -grandes- detalles

o lo que un rotulador puede hacer por ti


Hay veces que te obcecas, parece que sólo ves esas cosas enormemente importantes que se supone que dan sentido a tu vida. Digamos, a rasgos generales y por citar algunos ejemplos, el trabajo, el estado de tu cuenta bancaria, el recibo de la hipoteca -benditos tipos que viven hoy su momento más bajo-, el tipejo que te trae loca o la ausencia de tipejo que te vuelva loca... Y cuando algo se atasca allí te bloqueas en todos los sentidos y por un momento sufres el riesgo de volverte monotema.
Y entonces sacudes la cabeza, alguien te presta el primer capítulo de su nuevo libro -qué grande eres mi pequeña Mina-, descubres un nuevo tipo de rotulador que estás deseando aplicar a tus dibujos -a ver si por fin encuentras el toque de color que andas buscando después de tantos años-, improvisas una comida con unas amigas, te ríes con la ocurrencia de alguno de los habituales de tu bandeja de entrada, te llama tu sobrino de cinco años haciéndose pasar por tu jefe o te marcas un paseo por una calle del centro.
Y entonces te das cuenta de que esto -cada uno de esos pequeños detalles- es vida, sientes esa sensación indefinible de felicidad extrema que dura unos segundos pero que te hace desconectar de todo y ves abrirse en abanico todas las opciones de tu menú de habitante del planeta.

Cuídate, asegúrate de llevar bien instalado el software, ya sabes: ojos abiertos 7.7, sonrisa preparada 8.3, imaginación 10.0 y capacidad de asombro de 8.5. O lo que es lo mismo, relájate y disfruta.

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