Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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lunes, 4 de febrero de 2013

¡Qué elegancia!


Yo, Don Evaristo P. Envarado profesional. Exitoso empresario y rentista de pro. Alta alcurnia y nobleza de sangre en algún rinconcito de mis venas. Elegancia innata. Paso majestuoso. Siempre a la moda, a pesar de que el tiempo no pase en balde. Bufanda de seda al cuello, colocada milimétricamente para aparentar descuido. Barba bien recortada. Pelo engominado hacia atrás.

La palabra elegido se marca invisible en mi frente y me distingue. Elegido entre el resto de los mortales para pertenecer a una minoría selecta, que pasea y campea a sus anchas haciendo caso omiso de la gran mayoría. Pobres peones, chillones, desaliñados, sin clase y sin estilo.

Yo, Don Evaristo P. hago uso de mi elegancia inimitable y quito el precinto de mi nuevo paquete de tabaco... y tiro al suelo el chivato, el plastiquillo que se desprende unido al mismo, y el pequeño papelito plateado de los que tengo que deshacerme para poder fabricar una colilla, que por supuesto, también tiraré al suelo.

Yo, que me humanizo de vez en cuando sacando a pasear a mi gran dogo. Animal elegante. Menuda estampa hacemos los dos. Digna de fotografía. Camino bien erguido sin mirar hacia atrás. Me molesta tener que parar para que haga sus necesidades, me siento humillado. Miro hacia otro lado y en cuanto veo que ha acabado continúo mi camino mirando hacia delante, como si nada hubiera pasado.

Esos momentos tan terrenales me descentro, menos mal que dura sólo un minuto y puedo seguir mi camino, alejándome del maldito excremento. Menudo soy yo. ¡Faltaría más! Todavía hay clases y está claro quién soy yo.

Naturalmente, Don Evaristo, no hay duda de que es usted un CERDO.

Dedicado a todos los cerdos decimonónicos (se crean algo o no) que siguen tirando sus papeles al suelo y no se agachan a recoger las kkitas de sus perros así los maten.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Total, que la has pisado, a mí también me da mucha rabia cuando aplasto un ñordi. Desde el puesto dos de vigilancia costera, tuya siempre C.

Maruxiña dijo...

Que va, no me hace falta pisarlas (soy una gran esquivadora de zurullos). Solo con verlas ejerzo la reciprocidad en el asqueroso dueño del pobre animal.
Y ver a un tipejo dejando caer un papel al suelo me pone maaaalaaaaa.