Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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lunes, 18 de febrero de 2013

Los ojos de la Verdú


Os confieso que es la primera vez que me siento a ver los Goya con intención de hacerlo. Me enganché tarde y me salté algún trozo que otro, así que no os puedo hacer una crónica integral. Tampoco es mi intención.

De todo lo que vi me quedo con la Verdú. Hace años que quedó claro que aquella niña que, junto con Jorge Sanz, copó durante año la cartelera española, sabe lo que se hace. Seguro que su madre, a la que le dedicó el premio con todo su cariño, y la gente que la rodea tienen mucho que ver con eso. Maribel Verdú ha hecho las cosas con cabeza. Apuesta por los proyectos que le gustan y además de discreta y elegante nadie negará que cada día está más guapa.

Vi como la entrevistaban a la entrada y como contestaba con esa naturalidad que es una marca en ella. Me encantó su vestido y su aspecto en general, pero las crónicas de moda tampoco son lo mío. Ole, ole y olé, me dije para mi cuando dedico el premio a las personas afectadas por la crisis y sobre todo cuando denunció la injusticia de un sistema caduco que roba a los pobres para dárselo a los ricos. Sin aspavientos, sin efectismos, sin protagonismo, tan elegante y natural como ella misma.

Pero lo que más me gustó, lo que más me emociona de la Verdú, lo que hace imposible que la envidia patria (si es que eso existe) recaiga con ella, son sus ojos. ¿Os habéis parado a mirar los ojos de la Verdú? Supongo que sí, es imposible no darse cuenta. La Verdú sigue teniendo en sus ojos toda la inocencia, la curiosidad, la emoción, las ganas de comerse la vida, etc, etc... con que llegó al cine con apenas 13 años.

Así que yo miro los ojos de la Verdú y me digo ¡Ay, si todo la gente pudiese ver la vida a través de los ojos de la Verdú, otro gallo cantaría!

(Y cambiando de tema: me parto con Julián López, no lo puedo evitar).

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