Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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lunes, 26 de noviembre de 2012

Listado de premiados



Queridos lectores y concursantes,

Un año más quedo sorprendida de la lealtad y espíritu participativo de mis cuatro lectores declarados. Y en premio a la constancia demostrada, y a pesar de que vuestra capacidad de comprensión lectora, en lo que respecta a las reglas del concurso, quede bastante en entredicho, he de deciros que ahora mismo queda multiplicado el número de galardones.

Pero con la misma libertad de interpretación de las bases que habéis demostrado, me pongo yo este post por montera y declaro que los cuatro autores de los nueve comentarios publicados a día de hoy en la entrada titulada “Premios El Balcón 2012” tenéis derecho a reclamar vuestro premio en el próximo mes, a contar desde ahora mismo.

Vosotros cuatro, incluido uno que carece de imaginación (y no lo digo yo), tenéis derecho a contactar con El Balcón para reclamar un aperitivo castizo en el sitio que elijáis.

Como excepción, la misteriosa señorita Cecilia Von de Faber, única que ha escrito más de veinte líneas y ha estrenado con ellas nuestra dirección de correo, podrá reclamar, en lugar de un aperitivo, una cena japonesa, eso si es capaz de salir sola a la calle, claro. Lo siento ser tan cruel con las patologías ajenas, pero las bases son las bases.

Y ahora, lo que todos esperabais, con los datos de nuestros queridos comentaristas, investigadores y literatos, os reconstruiré mi propia historia. Permitidme que escriba en tercera persona, que me da pudor. Me ha dejado helada vuestra intuición:

Pues sí, queridos, harta de la falta de tacto en la mano izquierda (por una parálisis nerviosa de tipo endémica) de mi último “affaire”, dejé la peluquería canina para hacer uso de un vale regalo que apareció una mañana en mi caja de cereales. El vale era canjeable por una beca para estudiar cirugía Express en Seedtown, Oklahoma. Allí aprendí lo suficiente como para inventarme un curriculo y echarle morro, por lo que ahora mismo recorro el mundo vendiendo tónico para aumentar la percepción táctil de las terminaciones nerviosas y dando conferencias sobre el tema. Pero pronto me volveré a instalar en mi balcón y, mirando al mar soñé, disfrutaré de las rentas. He conseguido vender la patente de mi guante feeltop, ahora tu marido no podrá decirte que lleva seis meses sin advertir que duermes a su lado cada noche, por poca imaginación que tenga. Mientras, las vacas siguen en el prado, aunque Mel haya vuelto y el cuadro verde huela ya a podrido.

Como veis ningún parecido con la realidad puede ser reclamado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La señorita Von de Faber, seudónimo utilizado sibilinamente por la Böhl de Faber para que no la descalificase del concurso por llevar muerta más de un siglo, acepta encantada el aperitivo castizo de chuchi y otros pececitos crudos y se encargará de aparcar temporalmente a su séquito para poder hablar un ratito largo y tendido y también del tirón. Pd. Lo de la taza con lobo atlético se puede negociar?. Reciba un cordial saludo. Departamento de comunicación.