Hace unos días, al salir de casa me encontré con este especímen de
rosa común. Roja, grande y con los pétalos bien abiertos. Se esforzaba por
alcanzar al ciprés de la puerta en su camino al cielo.
Imposible mirarla desde arriba. Nunca había visto un rosal tan alto, o
al menos ninguno tan evidente como para quedar registrado en mi canon de
plantas que pueden alcanzar cierta altura.
La imagen era hermosa, así que desenfundé mi smartphone y le hice una
foto. "Grandes Esperanzas" fue el título que se me ocurrió para
acompañarla escuetamente.
Hoy que la
rescato, la miro y la remiro. La convierto en postal y se la dedico a todos aquellos que cada mañana se estiran, sin miedo
al ridículo, para tocar un pedacito de cielo. Aunque las apariencias lo
nieguen, las nubes no se hicieron solo para cipreses.
2 comentarios:
Es la típica que utilizan un gigante y una giganta para marcarse un tango, lo he visto en un documental de la dos, peut etre
Bien sûr. Ya me les estoy imaginando, grandes y redondos como escapados de un cuadro de Botero y vestidos de rojo y verde vivo, por lo menos. ¡Bonita imagen!
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