Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

martes, 23 de octubre de 2012

Paisajes


Saben Dios, mi madre, digo yo, y la gente que me conoce que soy una urbanita con alma de alondra. Sea lo que sea eso.
Mi vida se ha desarrollado sobre suelo asfaltado, me puedo perder por Madrid y no echar nada en falta. Es más, puedo pasear por mi ciudad imaginariamente, sin necesidad física de recorrer sus calles. Soy como un googlemaps de corte prehistórico. Así que no es raro que desde hace unos meses me sorprenda a mí misma preguntándome qué hace una chica como yo cogiendo un autobús todas las tardes camino de las montañas, y viceversa por las mañanas.
Tengo respuestas lógicas, estratégicas, históricas y sociológicas, más o menos absurdas. Pero la que más me gusta no está compuesta de palabras. Es el silencio lleno de significado que me invade cuando abro la ventana de mi cuarto y me encuentro un amanecer sobre las cumbres, o cuando de regreso levanto la mirada del libro y veo la silueta serrana cada vez más cerca.
No sé cuanto tiempo durará esto, pero mientras tanto merece la pena disfrutarlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mi me pasa exactamente lo mismo de madrugada, camino del monte pelao mi querida Heidi.