“Dame todo tu odio en forma de moneda y lo reciclo. Lo voy a
convertir en resaca esta noche.” Individuo vestido como un artista callejero
cualquiera, es decir, normal y corriente. Una calavera de plástico sin cráneo
en la mano, a modo de cuenquito.
Una frase absurda que te saca de tus pensamientos y te hace
reír, sin pararte a pensar en el significado real de esas palabras. “Gracias
guapa”, te dicen cuando parece que te alejas sin hacer caso del reclamo. En
realidad todavía no te ha dado tiempo a pararte y desenfundar el monedero.
Resalto aquí que la frase de agradecimiento también está estudiada. Ese guapa
no tiene importancia semántica, pero sí contextual, ese guapa va dirigido a una
persona joven, eh, ¡ahí te han tocado!
No hubiese hecho falta ese apoyo. La sorpresa y el humor de
la primera frase “dame tu odio en forma de moneda y lo reciclo”, ya te ha hecho
llevar la mano al bolso. Te paras, buscas algo suelto y lo echas en el macabro
cuenco.
Te alejas, analizas la frase, literalmente le has dado una
moneda a una persona que presupone que sientes algún tipo de odio y que además
te dice que la va a invertir en bebidas alcohólicas. ¿Te sientes defraudada?
Para nada. Me ha sorprendido. Ese tío es un estratega del marketing directo. En
este mundo lleno de estímulos, la sorpresa se lleva la palma.
Una sorpresa positiva y contextualizada, claro. ¿Os
imagináis que me encuentro al mismo individuo en uno de mis paseos solitarios
por el campo? ¡Mon Dieu, qué susto! No quiero ni pensarlo.
1 comentario:
Me gusta. R2D2
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