Me persigue la crisis. Qué tía más asquerosa. Me meto en una tienda, agarro la manga de un jersey y allí está ella.
- Hola chata, si quieres llámame Cris.
- Sí, lo que me faltaba, que vayas usurpando personalidades. Quita bruja, no ves que no te hago caso, que soy abanderada de la alegría, el optimismo y el buen humor. Conmigo lo llevas claro.
- Sí, sí, pero mira como corres.
Tiene razón, he huido. Pero para retarla, una vez que he comprobado que no me sigue, me meto en un café coquetón y me pido un capuccino ¡toma ya! Soy feliz, me entretengo recordando las mejores escenas de Top Secret, no sé porqué, supongo que estoy nerviosa y tengo una regresión a la época en que mis hermanos recitaban sus diálogos de memoria. Decido que será mejor que me centre en el tercer ojo, cierro los otros dos. Y entonces, entonces entran dos hombres de más que mediana edad.
- No veas la crisis, me tiene loco. No dejo de pensar en ella.
- ¿Y tu mujer qué dice? ¿No se pone celosa?
- Para nada, hay veces que nos acostamos los tres juntos.
- Caray, qué cambio.
Ni ajo, ni estacas, guiños amables |
Cuando termino, en plan superabuela, recorro el camino a casa dando volteretas. Llego, cierro la puerta y para emular las "buenas" películas de terror, me pego de espaldas a ella con los brazos en cruz. Me siento tan natural en esa pose que decido hacer una meditación y me centro en el tacto de la madera contra mi espalda. Quince minutos después me dan calambres, así que me dirijo al salón y enciendo la tele. Horror, ella está ahí, lo protagoniza todo, lo que vamos a gastar estas Navidades, o mejor, lo que no vamos a gastar. Apaga, apaga, apaga.
Saco mis cuadernos, mis bolis, mis lápices y me pongo a crear, más o menos acertadamente. Ahora sí que puedo con ella. Con estas manitas y un poquito más. Lo siento mona, lo quieras o no, y cueste lo que cueste, te voy a vencer a golpe de imaginación, nada dura eternamente.
1 comentario:
"quita tuso". Me encanta.
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