Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

martes, 13 de diciembre de 2011

Radiografía registral


Imagina una empresa en la que, una vez descontados los gastos, se reparten todos los beneficios, mes a mes ( por si te lo preguntas, un 60 por ciento el empresario y un 40 por ciento entre todos los empleados). Date cuenta de que cuando vengan las vacas flacas, la empresa no tendrá "fondos de previsión".

Imagina que ese empresario no tuvo que invertir dinero en crear esa empresa (es cierto que invirtió muchas horas de estudio y mucho tiempo de su vida en aprobar). Sí, nuestro empresario es funcionario, pero gestiona una empresa privada con unos empleados (heredados, en su mayor parte, eso sí) que no lo son.

El empresario, tiene opción de optar a otra de las empresas "del grupo". El empleado permanece allí por los siglos de los siglos, generando, en ocasiones, verdaderos "clanes" (naturalmente, a la hora de contratar a alguien es preferible conocido, si es de la familia mejor), frente a los cuales, cualquier empleado ajeno, de las últimas hornadas, lo lleva clarinete. En ocasiones, también los empresarios de los que hablamos van dejando algún amigo o familiar "intocable" por las empresas por las que pasan.

En algunas ocasiones, y según el talante del empresario, de sus asalariados, y del poderío de los "clanes", se generan situaciones no muy equitativas, en las que el empresario prefiere no intervenir -total, su paso por allí es temporal-, que los empleados más favorecidos tampoco se preocupan en cambiar (Date cuenta que cuando un empleado promociona, su sueldo aumenta "a costa del de los demás", un 40 por ciento es un 40 por ciento. Lo que crea un ambiente bastante "viciado"). Digamos que el divide y vencerás está a la orden del día en algunas de estas empresas donde nepotismo y despotismo van de la mano.

Y abuso del "en ocasiones" porque todo depende de la empresa a la que mires. Aunque todas pertenecen al mismo colectivo, cada una de esas pequeñas empresas funciona a su libre albedrío. El reparto del 40 por ciento entre los empleados, y en general, las relaciones laborales de estas empresas, están sujeta a unas reglas poco definidas y bastante obsoletas. En realidad, el Convenio que las rige lo es: se firmó en 1992 y según su artículo 3: "La duración del mismo será de cinco años, pudiendo ser denunciado, bien en su totalidad, bien parcialmente, transcurridos tres años, entendiéndose que, en caso de no producirse denuncia, el mismo se prorrogará indefinidamente por iguales períodos y con iguales plazos de denuncia..." No ha existido renovación alguna, lo que hace suponer que no ha habido denuncia alguna, pero desde que tengo "uso de razón" por estos lares existen "conversaciones" -por llamar de alguna manera al desencuentro total entre sindicatos y patronal- para modificar el convenio desde hace más de ocho años.

Pero el convenio no solo es obsoleto por la fecha en que se firmó, es que hay elementos fundamentales del mismo, que han sido eliminados unilateralmente, como el establecido en el siguiente párrafo de su preámbulo: "Extraordinaria importancia tiene en el presente Convenio la Comisión de Vigilancia y Segimiento prevista en el artículo 91 del Estatuto de los Trabajadores, ya que a ella corresponden destacadas funciones que son necesarias dadas las peculiaridades de la regulación pactada. La Comisión, sin perjuicio de la competencia de los Tribunales, es la que interpreta y vela por la aplicación de lo pactado en el Convenio."

A día de hoy esa Comisión, debido al "gran entendimiento" entre las partes, ha sido despojada por la patronal de muchas de sus funciones, como de la participación en los exámenes de promoción. Aunque dada la naturaleza de dicha Comisión -principalmente participada por el sindicato mayoritario, una especie de "sindicato vertical de los intereses de los antiguos clanes"- la cosa no tiene mucha importancia.

Este es un pequeño -aunque se me ha alargado un poco- boceto del "peculiar" funcionamiento de los Registros de la Propiedad. Sí, esas empresas existen. Un sistema que perpetúa sus carácter decimonónico, por no decir medieval, gracias, sobre todo, a dos circunstancias: 1.- la institución cumple sus objetivos -salvaguardar los derechos de los propietarios de inmuebles- con gran eficacia y 2.- la mayoría de los ciudadanos desconocen esta forma de funcionar -algo favorecido por el silencio mediático, parece increíble que una institución tan arcaica en sus formas no esté más presente en los medios, pero donde hay poderío, hay poderío-.

Este relato pretende ser lo más objetivo posible, pero claro, cada uno da su visión del asunto y hay argumentos de desde todos los frentes (os reto a encontrarlos en Internet, es difícil, no creáis). Lo único que sé es que detrás de todo esto hay un montón de empleados perplejos e indefensos ante la crisis.

El caso que yo conozco, hace un par de días, revisó sus nóminas de hace nueve años, y dos categoría profesionales más allá, la diferencia era inexistente o incluso nostálgica. Buscó consuelo en la lectura del "convenio vigente" y tarareó: Las noticias que traigo, mire usted, las noticias que traigo, da ganas de llorar, Do Re MI, Do Re Fa, dan ganas de llorar...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sorry por lo que yo tenga de culpa en todo esto mon amour.