Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

martes, 13 de diciembre de 2011

Pesadilla por la street


Me persigue la crisis. Qué tía más asquerosa. Me meto en una tienda, agarro la manga de un jersey y allí está ella.
- Hola chata, si quieres llámame Cris.
- Sí, lo que me faltaba, que vayas usurpando personalidades. Quita bruja, no ves que no te hago caso, que soy abanderada de la alegría, el optimismo y el buen humor. Conmigo lo llevas claro.
- Sí, sí, pero mira como corres.

Tiene razón, he huido. Pero para retarla, una vez que he comprobado que no me sigue, me meto en un café coquetón y me pido un capuccino ¡toma ya! Soy feliz, me entretengo recordando las mejores escenas de Top Secret, no sé porqué, supongo que estoy nerviosa y tengo una regresión a la época en que mis hermanos recitaban sus diálogos de memoria. Decido que será mejor que me centre en el tercer ojo, cierro los otros dos. Y entonces, entonces entran dos hombres de más que mediana edad.
- No veas la crisis, me tiene loco. No dejo de pensar en ella.
- ¿Y tu mujer qué dice? ¿No se pone celosa?
- Para nada, hay veces que nos acostamos los tres juntos.
- Caray, qué cambio.

Ni ajo, ni estacas, guiños amables
La crisis, que lo revuelve todo. Salgo a la calle. Hace una noche ideal, no demasiado fría, y la niebla, recortada por los edificios, le da a la ciudad un toque acogedor (en realidad soy una fan total de esta ciudad, siempre le encuentro el punto). Me pongo romántica y hasta pienso en acercarme a mi banco y sentarme un ratito. Pero ahí vuelve, danza a mi alrededor y me nubla la vista. Quita tuso, la aparto haciendo aspavientos, muevo mis brazos y aprovecho para bailar fiebre del sábado noche en mitad de la Castellana (mi hermana tiene razón, estoy obsoleta musicalmente, tengo que renovarme).

Cuando termino, en plan superabuela, recorro el camino a casa dando volteretas. Llego, cierro la puerta y para emular las "buenas" películas de terror, me pego de espaldas a ella con los brazos en cruz. Me siento tan natural en esa pose que decido hacer una meditación y me centro en el tacto de la madera contra mi espalda. Quince minutos después me dan calambres, así que me dirijo al salón y enciendo la tele. Horror, ella está ahí, lo protagoniza todo, lo que vamos a gastar estas Navidades, o mejor, lo que no vamos a gastar. Apaga, apaga, apaga.

Saco mis cuadernos, mis bolis, mis lápices y me pongo a crear, más o menos acertadamente. Ahora sí que puedo con ella. Con estas manitas y un poquito más. Lo siento mona, lo quieras o no, y cueste lo que cueste, te voy a vencer a golpe de imaginación, nada dura eternamente.


1 comentario:

Anónimo dijo...

"quita tuso". Me encanta.