Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

martes, 13 de diciembre de 2011

Meditación express


Al fin lo he conseguido, llevo al menos una semana levantándome un poquito antes para practicar algo de yoga antes de salir de casa. Como todas las cosas buenas que pensamos que suponen un esfuerzo (cuesta tomar la decisión de sacar el pie de la cama), una vez que coges carrerilla todo va rodado. Es como ir a correr, o practicar con regularidad algún deporte, cuesta salir de casa y coger la rutina. Cuesta, cuesta, pero cuando lo consigues se agradece.
Pioneros, haberlos, hailos
A pesar de todo, lo que no he conseguido es levantarme lo suficientemente temprano para hacer yoga y además llegar sobrada de tiempo al trabajo. No, ni mucho menos. Y mañana tampoco será el día, vistas las horas a las que hoy cerraré los ojos -otra vez- de nada me vale meterme en la cama con intención de apagar antes la luz, siempre hay algo interesante que hacer, leer, escribir, dibujar o inventar (hay veces que me parece que me faltan horas del día)...
Pero como todo tiene solución se me ha ocurrido una idea genial que revolucionará el mundo del transporte urbano -la tuneladora a su lado va a quedar convertida en pura anécdota- acabo de idear y tácitamente patentar (¿será válida esta reivindicación?) el vagón meditación.
El vagón meditación puede colocarse al principio, al final o en el mismísimo centro de cada "convoy", lo mismo da. Carecerá de asientos, pero estará mullidamente enmoquetado y repleto de cojines. El viajero entrará en silencio, se descalzará (los malos olores, impensables en gente empática y espiritual, serán sancionados) y se sentará en "postura fácil de yoga", postura de medio loto o postura de loto (según gustos y habilidades propias), para unirse a la meditación en curso.
La gente saldrá feliz del metro, relajada, dispuesta a enfrentarse al día con ánimo, curiosidad y entusiasmo, y yo dejaré de llegar tarde a la oficina.

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