Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Crónica prenavideña

Desde hace un mes anda Madrid engalanado de Navidad. Desde hace un mes me digo que voy a salir por la noche con mi cámara para inmortalizar las jaulas de la calle Goya, los círculos multicolores de Serrano o las lámparas imposibles de Ortega y Gasset. Todavía no lo he hecho y las fotos con el móvil se me distorsionan de noche.
Así que no tengo foto navideña con que animar icónicamente el blog. Sin embargo, trabajar en una quinta planta tiene una ventaja maravillosa. La primera imagen que tengo por las mañanas al salir del ascensor es el cielo madrileño. Camino por el largo pasillo, lleno de cristaleras, analizando la fisionomía de las nubes o llenándome los ojos con la luz de las alturas. También me digo que tengo que meter la cámara en el bolso, lo bueno es que la luz diurna queda muy bien en el móvil.

Ya os iré mostrando su evolución a lo largo del año. Y aprovechad que la luna está llena y todavía sigue luciendo a primera hora de la mañana, no os la perdáis (la luna queda fatal en el móvil). Otro motivo de alegría: ya hemos superado la noche más larga del año, a partir de ahora empieza a decrecer.
Amigos invisibles, reuniones con viejas amigas, inauguraciones de hogares, copas navideñas, exposiciones... no es que mi agenda sea el no va más, pero tampoco me puedo quejar. Lo típico de las navidades, o lo típico de unos meses a esta parte (aunque algunos me acusen, con toda la razón, de bostezar, nunca de aburrimiento lo prometo, por los rincones)
Dos días antes de Nochebuena respiro tranquila, tengo comprados los regalos familiares. Otro año en tiempo. Me ahorro las carreras de última hora buscando una tienda abierta entre las dos y las seis de la tarde. Una sensación horrible, que hace ya dos años no sufro. Podré entregarme al aperitivo clásico sin remordimientos.
Visito a mi dentista y planificamos el dispendio de los próximos meses. Mon Dieu. No problem, creo que mi crisis de fin de año ha sido superada, nada puede nublarme el ánimo, estoy totalmente entregada al espíritu navideño.
Me encamino a clase de yoga. No hay nada más maravilloso que tumbarse en la esterilla con los ojos cerrados, centrar tu energía y disfrutar de cada uno de los movimientos. Ese punto en que, mientras tus músculos parecen gritarte "deja de estirar mujeruca ¿te crees la mujer de goma?", te das cuenta que todo tu cuerpo, todo tu ser advierte que precisamente esa postura te hace tanto bien. Es flipante, llegar, centrarte en el tercer ojo y salir en otra onda. Es difícil de explicar y supongo que es difícil de entender. En serio, pruebalo.

Atención: seis seguidores, gracias Ruchi, quienquiera que seas eres bienvenido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y por si fuera poco todo lo que nos has contado va Ruchi y aparece en escena...
Te hgo que apuntarme a yoga para encontrar ese tercer ojo?

Anónimo dijo...

Inmenso el cielo e inquietante la luna llena, súbamos al tejado y dejemos que nuestros ojos se rasguen, se nos erice el pelo, ahí, detrás, en la nuca, vamos a deslizarnos entre las antenas y a caminar sigilósamente, atiende, algo va a llegar para tí, seguro, 2011 pour toi, je te le donne.