Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

lunes, 6 de abril de 2020

Un día tonto


Levantarte pronto, subir las persianas, hacer yoga y asomarte luego a la ventana. Esta noche ha llovido, respiras, respiras, respiras y el olor a humedad que te llega te hace pensar en Asturias. Qué cosas ¿Será que el nivel de contaminación ha bajado tanto en Madrid que hasta se respira de otra manera?

Me paso la mañana encerrada en el último cuartito de la casa, estudiando, siempre con la impresión de que cunde menos de lo que debería. Después de comer me vuelvo a encerrar, pero me despisto y en lugar de seguir con el estudio, me escucho El quinto de la tarde, edición revival (gracias, A.). Mientras, hago dibujitos. Dibujitos, o más bien garabatos, es la única cosa que soy capaz de hacer a la vez que pienso, o escucho, me ayuda a concentrarme... y a perder el tiempo.

Unas semanas después da la impresión que nos hemos acostumbrado a estar entre cuatro paredes. Me parece que hace siglos que nos reunimos a comer en casa de D. (Te quiero D., verás que abrazo te ganas en cuanto te vea). Pienso en el primer día que salgamos, ese del que aún no sabemos muy bien cómo será. ¿Iremos solo de casa al trabajo y del trabajo a casa? ¿No podremos salir de Madrid en meses? ¿Cuándo veré de nuevo amanecer en el pueblo? ¡Por favor, que alguien me despierte un día de estos con un bonito amanecer parrao!

Agarro el ordenador y me traslado a la "terraza" acristalada, el lugar más luminoso de la casa. Por su orientación, solo recoge un rayito de sol diario entre las tres y las cuatro, pero tiene luz desde la salida de sol hasta el ocaso. Hoy esta nublado y no hay rayito, pero se ve el más allá. El más allá son las casas de enfrente y dos o tres manzanas hacia la derecha y lo mismo hacia la izquierda.

Abro la ventana, de vez en cuando, y me asomo a respirar aire puro o no tan puro, aire de Madrid, más limpio que antes, más silencioso que antes. Los árboles se han llenado de hojas y de palomos y palomas enormes y gordotes que parece que van a tronchar las ramas. Hace unos días unas cotorras gigantes venían a robar ramitas para hacer su nido, ya han debido de terminarlo, la vida sigue detrás de los balcones.

Me extraña que la gente no asome las cabezas de vez en cuando por las ventanas a respirar y me pregunto si es desaconsejable asomar la cabeza por la ventana. No creo, ¿no?

Aquí cada día, a las ocho, se llenan más ventanas y balcones de gente que se une a los aplausos, tenemos un vecino muy patriota en el edificio de enfrente que pone luego el himno, no son muy de Resistiré en este barrio, ni de fiestas discotequeras, ni de talent shows. Es lo que hay, escuchamos el himno sin prejuicios políticos y luego aplaudimos de nuevo. Ayer saludé a la viejita de enfrente y me devolvió el saludo.

Ahora tengo cita todos los días a las 18:30, yoga online en directo, otra ventana al más allá.

Unas semanas después parece que nos hemos acostumbrado a estar entre cuatro paredes. Lo llevo bien, pero creo que he tenido un arrebato de aburrimiento hace un rato, supongo que este post tan desbaratado y deslucido es simplemente un antídoto para no sucumbir. Escribo con mi ordenador, otra ventana al más allá, sobre mi cojín de meditación, que a su vez descansa sobre mis piernas estiradas y apoyadas en la pared de enfrente. La pared que soporta la línea de ventanas que me asoma al más allá.

Os dejo, queridos habitantes del más allá. Gracias por escucharme un rato, me voy a vestir de yogini para mi segunda práctica diaria. Os quiero, cuidaos y si os entra el aburrimiento sacudioslo o disfrutadlo, que todo tiene su aquel.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ánimo, tambiés esto pasará y en Asturias estaremos encantados con vuestra visita!
Un beso.