Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

martes, 17 de agosto de 2010

Mel en estado puro


No sé si estoy cambiando o me he retomado. Yo creo que esto último, al fin y al cabo hace unos días hablaba con alguien de que me paso la vida en construcción y reconstrucción, creo que ya lo he dicho muchas veces en este balconcito mío. Me muevo entre el conformismo tranquilizador y nuevas experiencias que de pronto me devuelven a mi sitio, a mi estado natural, aquél en que se me abren los ojos de mirarlo todo y hasta el último porito de la piel. Siento, y se me quedan cortas las palabras; mentira, las palabras nunca se quedan cortas, diré que me circunda un baile de palabras.
Cualquiera pensará que se me ha vuelto a aflojar el tornillo, en realidad estoy más viva y soy más yo que nunca.
Me he dado al té, al negro y al verde, aderezado con hierbas aromáticas, y a las infusiones. No he dejado el café, pero con uno al día me basta. He cambiado mis hábitos alimentarios, el desayuno ha sido el más afectado. Me encierro en la cocina y cocino, -sí, pellízcate, cocino- preferentemente verduras.
Echo en falta mis clases de yoga, así que me he comprado un libro y practico un poquito en casa. Paseo el agosto madrileño. Aprovecho el tiempo y se me hace corto, pero no me estreso, hay tiempo para todo.
Llevo, gracias a Mina, que me la ha descubierto, a Virginia -Woolf- en el bolso; y sigo maravillándome, con ella, de lo contenta que estoy de ser mujer. Creo que somos seres apasionantes -podemos enloquecer, como yo estos días, esas extravagancias son propias de nosotras- y que gracias a mujeres como ella llevamos un gran camino recorrido, aunque aún quede mucho por hacer. Subrayo en el autobús una frase de su Orlando "¿De qué me sirve ser una hermosa muchacha en la flor de la edad -se preguntó- si tengo que pasar toda la mañana observando moscas y moscardones con un Archiduque?", que me parece genial y aunque sea desde un personalísimo punto de vista que sólo yo comparta, resume toda su impotencia de mujer de principios del siglo XX llena de inquietudes.
Me digo que si lo nuestro ha sido duro, adoptar el papel de "hombretón" debe ser aún más duro, y entiendo algunas cosas (repito, al menos nosotras, podemos enloquecer, divagar, contemplar una flor y ponerte a llorar, ya sabéis lo que me gusta llorar).
Busco un libro de Buda y encuentro uno de Borges sobre el tema. ¿No es lindo? Por cierto, leo a Woolf traducida por Borges, ¿No es relindo?
Estoy feliz y espero no cansarme de estarlo en mucho tiempo, me gusta.

No hay comentarios: