Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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domingo, 31 de enero de 2010

AVATAR

Ayer viví mi primera experiencia 3D en salas comerciales. Sí, me estrené con Avatar. Me encantó. Puede que no sea la película del siglo, ni trate un tema nuevo, pero cumplió mis expectativas.
He oido comentarios sobre su originalidad o no. Avatar tiene, como Harry Potter la originalidad de juntar en una coctelera elementos ya conocidos para crear un combinado nuevo, sorprendente y enganchante.
Los paisajes de Pandora son impresionantes, sus especies animales y vegetales nuevas y fascinantes.
Avatar es un manifiesto ecologista y consigue nuestra indignación ante un tema al que nunca acabamos de prestarle la suficiente atención, como no sea ante una pantalla cinematográfica.
Reproduce la lucha de las tribus indígenas por defender su ecosistema, el todo vale del "mundo civilizado" para hacerse con los recursos naturales, su codicia insensible. Materializa, a través de la original conexión nerviosa de todas las especies de Pandora, la idea de una Madre naturaleza con la que formamos un todo.
Sigourney, a la que no esperaba encontrar, la verdad es que no me preocupé de informarme sobre el reparto, está estupenda con su pelo pelirrojo ¿pero cuantos años tiene esa mujer?. Y el protagonista, San Worthington es mono, moníiiisimo, aunque al final de la película no sabes si te gusta más él o su azulado alter-ego extraplanetario.
Las tres horas se pasan volando, así que estoy de acuerdo, hay que verla. Eso sí, a estas alturas todavía hay que sacar las entradas con bastante antelación.
Y el único fallo: después de tanto esfuerzo por concienciarnos, a la salida de la sala no encontré ningún contenedor para depositar las gafas 3D y reutilizarlas. Por si acaso las he guardado en casa, no vaya a ser que en tres meses el 3D sea nuestro pan de cada día y tengas que llevar las gafas directamente desde casa.

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