Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

sábado, 25 de enero de 2014

Escribir


Soy de la teoría de que todo el mundo puede escribir, lo único que hay que hacer es ponerse a ello. Ocurre lo mismo que con el dibujo, cuando somos pequeños dibujamos sin descanso y sin complejos. Llega un momento, para la gran mayoría, en que esa vena artística se nos trunca, empezamos a pensar que nuestros dibujos no valen nada comparados con las maravillas que otros hacen. Nuestros dibujos quedan fosilizados en la época infantil y no dejamos de repetirnos esa cantinela de "yo no sé dibujar", "soy incapaz". Pero todo el mundo puede hacerlo, para disfrutar de ello no hace falta ser Picasso, Van Gogh o Antonio López, la cosa es echarle ganas y practicar.

Escribir es fácil. Por dos sencillas razones. La primera es que dominamos la herramienta, las palabras nos rodean desde que asomamos a este mundo y pronto, sin dificultad, empezamos a utilizarlas sin darnos cuenta. La segunda es que todo lo que nos rodea nos sirve de fuente de inspiración: una palabra cogida al vuelo, el gesto de alguien, una anécdota tonta que llama tu atención, el señor de la parada del bus, la vecina del tercero...

Pero escribir ¿para qué? Pues para disfrutar, expresarte, conocerte, mostrarte, crear, ser tú mismo, dialogar contigo o con los otros, liberarte de ideas abrumadoras, dar forma a las ideas brillantes, adornar las ideas sencillas, inventar otras realidades, jugar con las posibilidades, lanzar palabras al aire y atrapar las que caigan en una red, declararte, quejarte, exagerar, minimizar, relativizar, ordenar o desordenar, hacer malabarismos, desdibujar el entorno, redibujarlo, ponerlo boca abajo, o boca arriba, convertir en poesía la lista de la compra, entender otros puntos de vista, rebelarte, atreverte, darte la vuelta...

Tengo gente querida que me repite que debería tomarme esto en serio, escribir algo bueno e intentar publicarlo, y puede que algún día lo haga, o tal vez no. Durante muchos años viví con la herida de no poder ganarme el pan juntando palabras "sin solución de continuidad". Hace poco me di cuenta de que no es indispensable, también me di cuenta de que hay muchos otros caminos para convertir las etéreas palabras en mundanal sustento y en esas estamos.

Pero proyectos al margen, lo importante es que la escritura y yo tenemos una relación intensa y satisfactoria. Me divierte, me ha dado lo que yo quería, tengo en mis manos una herramienta poderosa que me hace ser más yo, más segura, más firme.

Yo que tú probaba. La escritura es facilona, se va con cualquiera que la mime un poco, se deja moldear, se hace querer. Venga, no te cortes, introduce con gesto de culpabilidad esa libreta en blanco en tu bolso o bolsillo y ese viejo boli y lánzate a la calle, atrapa ideas al vuelo, dibuja fuentes, perros, escaleras, ancianos cascarrabias, adolescentes locos, guiris despistados, cámbiales el peinado, la ropa, el espacio o el tiempo, el humor, la sonrisa... y luego me lo cuentas.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

De los creadores de "Tendido supino"... "Matáme Tremebunda" proximamente en sus librerías

Maruxiña dijo...

Me encantaría, socia. ¿Nos lanzamos?

Anónimo dijo...

Cuando tu digas ma belle fille

Cristina dijo...

Como si fuera tan fácil........