Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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lunes, 18 de noviembre de 2013

Una cena y un divorcio


Cena con amigos y El divorcio de Fígaro

Este ha sido un fin de semana frente a las tablas, las tablas del teatro. Sí, el sábado, premeditadamente, me acerqué a El Sol de York a ver una cena entre amigos. En realidad era el fin de muchas cenas entre amigos, asistí al derrumbe de una relación a cuatro. Dos parejas que han crecido juntas: se han casado con poco tiempo de diferencia, incluso los primeros presentaron a los segundos; han tenido sus hijos casi al mismo tiempo; y se han tenido por los mejores amigos durante años, se supone que lo saben todo de todos.

Pero este equilibrio se rompe el día que una de las parejas decide separarse porque uno de los maridos se ha enamorado de otra mujer. Nadie lo entiende, tres se sienten engañados, uno se siente incomprendido. Todos se replantean su vida. Los supervivientes se miran y remiran, buscando o descubriendo también cambios en ellos.

Y el domingo, el domingo la fortuna me sonrió de nuevo y me encontré en la butaca 4 de la fila 2. Teatro Fernán Gómez (Fernán Gomez por los siglos de los siglos, alcaldesa), escenario central, a pie de butacas, rodeado por estas en tres de sus lados y al fondo el foro. Dos parejas también, por una parte los Condes de Almaviva, que avanzan por el bosque después de perderlo todo, casi arrastrados, protegidos y salvados por la otra pareja, la que forman sus dos criados, Fígaro y Susana.

Aquí también su mundo se les ha desmoronado. Los condes, que se niegan a aceptar ese derrumbamiento y sueñan con poder mantener sus antiguos privilegios y la pareja de criados, que por iniciativa de Fígaro, decide romper con esos lazos y afrontar la situación de una manera más realista. ¿Lo conseguirán o hay cosas que no cambian, o que uno no puede cambiar porque forman parte de él mismo, como la tierra que lo vio nacer?

En este caso, los cuatro principales, están rodeados por multitud de personajes. En total, si no me equivoco, llegan a veintiuno, interpretados con acierto, dinamismo, y mucha versatilidad por tan solo siete actores. Muy buenos todos, por cierto.

Una tarde mágica, como anécdota os contaré que tras la función me encontré al conde relatando a un grupo de amigos que la obra, adaptada y dirigida por Alfonso Lara -que, además, interpreta a Fígaro- es original de Ödön von Horváth, un dramaturgo y novelista austrohúngaro de primera mitad del siglo XX, en cuyas obras los bosques son un elemento recurrente, lo que resulta más interesante si sabes que el pobre hombre murió alcanzado por un rayo en plenos Campos Elíseos.

No os las perdais, en ambos casos disfrutaréis de la originalidad de la escenografía, de temas muy humanos y de una buena función. Si compráis por internet las entradas, veréis teatro a precio de cine o incluso más barato, que la crisis no sea la excusa.

El divorcio de Fígaro. Hasta el 1 de diciembre en el Teatro Fernán Gómez (Plaza de Colón). De Miércoles a sábado a las 20:30 y el domingo a las 19:30.

Cena con amigos. También hasta el 1 de diciembre en El Sol de York (Arapiles, 16). De jueves a sábado a las 20:30 y el domingo a las 19:00.

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