Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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sábado, 15 de junio de 2013

Este pueblo


Huyendo del calor me cogí el autobús verde que lleva al paraíso. El cosmos todo lo ordena y en las mismas fechas que conseguía el objetivo de alquilar mi casita serrana mi hermana recuperó la suya. ¡Soy una chica con suerte, qué se le va a hacer!

Otro vecino entregado a disfrutar de la paz del pueblo
Tendíais que verme. A la sombra de la sobremesa. Recostada en una tumbona, oyendo el rumor del riachuelo que baja este año cargadito de agua, entremezclado a ratos con el suave ritmo de las hojas de los árboles movidas por la brisa o con el canto de algún pajarillo ritmoso. Un café con hielo a mi vera y una sensación de paz que prolonga el bienestar de los sucesivos baños mañaneros. Agua fresca, al punto de cualquier amante del Cantábrico.

¡Este pueblo! Escenario de los largos veranos de mi infancia, de mi edad del pavo, de mis primeros enamoramientos, de mis primeros desamores, donde aprendí a montar en bicicleta, donde me bebí mi primera cerveza, donde aplasté matojos, jaja, qué tiempos, donde bailé como loca, de donde salieron gran parte de mis amigos, a donde regreso una y otra vez para sentirme como en casa. Este pueblo con todas sus virtudes y todos sus defectos. Que me llena los ojos de verde, de montañas, de picos sucesivos y los pulmones de aire y el cuerpo todo entero de calma. Este pueblo donde nunca dejaré de ser una "veraneantonta" por mucho que haya pasado ¿un tercio? de mi vida sobre sus caminos y sobre sus calles.

Este pueblo me regala momentos, a solas y en compañía. Qué luz, qué color, qué calma, qué gusto, qué paz. ¡Ay, como me gusta mi pueblo!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Llévame txurry

Maruxiña dijo...

Quand tu veux...