Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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lunes, 24 de junio de 2013

En los brazos de Baco


Siendo una mujeruca tipical spanish, suena un poco snob confesar que mi vínculo con el vino tiene su origen en tierras irlandesas. Pero una es así, le llega la inspiración de las formas más diversas. La pasión que llevó al brother irlandés a convertirse en embajador de las cepas españolas en la ciudad del Liffey me intrigó desde el principio. Gracias a él empecé a prestar atención a palabras que antes no me decían nada y ahora me hacían intuir que había todo un mundo embotellado ahí fuera: Somontano, Garnacha, Méntrida, Syrah, Verdejo, etc, etc...

No dudo que esa influencia y mi querencia celta fueron las que me llevaron a innovar en octubre cuando rellené aquella solicitud. Ya casi me había olvidado de ella cuando hace un mes me llamaron para incorporarme a un curso de cata de vinos. Mi yo cenizo y yo tuvimos una conversación. ¿Otro curso, nena? Me dijo mi yo cenizo, ya es hora de que te pongas las pilas ¿No? Bueno, le contestó mi yo cursillista, total, es un mes y medio, todo aprendizaje merece la pena y con pan y con vino se hace el camino. Ante las grandes verdades del refranero popular mi yo cenizo tuvo que cerrar la boca.

Estoy en la última semana de mi curso de vinos. No saldré siendo una experta, pero sí con una nueva óptica en lo que a vinos se refiere. La antigua Maruxiña que antes se conformaba con entrar a un bar y pedir un Rioja, sale con el olfato un poquillo más fino, el paladar expectante y unos mínimos conocimientos. Es decir, con la curiosidad estimulada, la base ideal para empezar a aprender.

Y es que es lindo, descubrir los aromas sorprendentes de un Bajoz crianza y sentir que has encontrado "un vino para escribir un cuento". Un cuento ambientado en el norte, al calor de la lumbre de una casa de aldea, donde una abuela con olor a canela prepara arroz con leche en un puchero, un atardecer otoñal. El olor de la cáscara de limón cocida a fuego lento, lo inunda todo y de pronto se abre la puerta de la calle por donde se cuela, además del fuerte viento y un remolino de hojas, un viajero...

Os lo aseguro, es un disfrute, encontrar ese vino diferente, que sin decir palabra te sorprende, por su sabor dulzón, pero no empalagoso, como el Vino de Misa de Bodegas Orusco. Una opción para cualquier aperitivo matutino o vespertino donde un refresco se te queda corto y una caña o un vino tinto demasiado largo.

O hallar en la maceración carbónica del Albiker, Bodegas Altún, también unos aromas envolventes (debo ser chica de apariencia porque hay vinos que me enamoran más por su olor que por su sabor), otra vez de cuento, pero ahora más sensual, casi lascivo.

Me encanta, por fin puedo deshacerme de esa imagen de escritora apoltronada en un sillón y pegada a un vaso de whisky, para refinar un poco más mi imagen de futuro. Mucho más chic, como de Katherine Hepburn, no tan pelirroja, ni tan delgada, claro, pero con indumentaria práctica pero elegante y una copa de vino junto a mi viejo Mac año 2010. Ay, visualizando estoy...

4 comentarios:

antonio dijo...

Este articulo me ha refrescado lo interesante que es el mundo del vino!! Muy bueno Maruxina, refrescante!!!!

Anónimo dijo...

Aunque suene a tópico, el vino poquito y exquisito. Un mundo apetecible y distinto en el que es cada día más frecuente la presencia de mujeres sumilleres,enólogas o bodegueras.
Gracias Maruxina por compartir tu experiencia.

Edu dijo...

También puedes empezar en el apasionante mundo del contrabando y llevar botellas de vino a Irlanda escondidas bajo los faldones, je, je.

Maruxiña dijo...

Gracias por los comentarios, chicos, me hace ilusión saber que hay vida ahí fuera. El contrabando lo veo peligroso con las medidas actuales de seguridad aérea, pero no está mal contemplar la posibilidad de cruzar el canal a nado con un par de botellitas a la espalda...