Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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martes, 26 de marzo de 2013

El misterio de la lechuga desaparecida. ¿Parte I?


Me encuentro con Mel en nuestro café preferido. Como somos volubles, cambiantes y mutamos cual pokemon, también cambiamos de bares con el tiempo.

"He conocido a alguien" me dice Mel con cara de misteriosa.
¡Vaya hombre! me digo y no sé si alegrarme por ella o echarme a temblar por mí, ¡Mel de nuevo en brazos de Cupido!
"¿Y cómo se llama?"
"No te lo puedo decir", me responde.
¡Alerta! me dicen mis neuronas, aquí hay tomate. "¿Y eso?"
"Es que es detective privado", responde en un susurro, acercando exageradamente su cara a la mía.
"Bueno, hija, por darme su nombre no creo que vayas a destrozar su identidad secreta"
"Ummm" suspira, como si tuviese en sus manos los auténticos libros B de algún partido político y luchase entre el lucro de entregarlos a la prensa o la lealtad al líder. Opta por la versión garganta profunda: "Yo le llamo Churri".
"Mira qué original" le digo "¿Y?"
"Nada, genial, es superemocionante ser amante del riesgo..."
(?????)
"... La verdad que no nos vemos mucho, porque ahora mismo se encuentra inmerso en una investigación. Es un caso apasionantes, en el que todo apunta a qué está metida la mafia china."
"¡Nada menos!" Exclamo, decidida a disfrutar de la historia tanto como ella. Escuchar una historia rocambolesca desde el escepticismo es quitarle toda la gracia.
"Todo esto es secreto secretísimo, Maru." Me dice preocupada como si fuera Julia Roberts en los últimos minutos de una película de intriga. La verdad que le sienta bien el papel, está guapa, claro que igual son las endorfinas, liberadas por la actividad sexual o... imaginativa, es Mel, quién sabe...
"¡Por favor, Mel!" Me hago la ofendida. "Si yo soy una tumba" (Abierta, me imagino que piensa, pero cuando Mel se entusiasma no hay quién la pare)
"Pues mira, ahora se ha infiltrado en la empresa de distribución de una conocidíiiiiisima cadena de restaurantes". Aquí vuelve a poner cara de tener un gran secreto en su poder.
"¿Y eso?"
"Sustracción alimentaria, sin duda". Me dice, con el mismo tono con que su jefa le dice a un paciente: su perro padece una ehrlichiosis canina.
"Ahhhh" replico en plan recurso discursivo.
"Mira, todo empezó por la denuncia de un cliente obsesivo compulsivo. El tipo comenzó a notar que su ensalada cesar incluía una media de cinco trozos de lechuga, cuatro croutons y tres trozos de pollo menos. Para afirmar eso se basaba en una observación empírica de cuatro semanas, teniendo en cuenta que él acude tres días de la semana al mismo restaurante de la cadena y que siempre consume lo mismo. El cliente puso una queja por alza de precios encubierta. Pero en esa ocasión la empresa no había intervenido, así que decidieron estudiar qué era lo que pasaba."
"Apasionante" articulo pensando totalmente lo contrario "y aquí es donde entra Chu... quiero decir, tu chico."
"Exacto. Ahora mismo le acabo de dejar camino del turno de noche, se hace pasar por mozo de almacén y mientras trabaja vigila las cámaras frigoríficas para que nadie sustraiga lechuga ilegalmente..."
"Ya, espera que voy a pedir un par de cañas, la noche va a ser larga."
"No lo dudes." Me responde Mel sonriente, mientras coloca el móvil encima de la mesa y vigila con devoción si su héroe le envía algún mensaje por WhatsApp (¿Bendita tecnología?).

Madre de Dios, me digo a mí misma mientras me acerco a la barra sacudiendo la cabeza.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ehhhhhhhhhhhhhhh, "ráspido", "ráspido", la segunda parte, que me he quedado en ascuas.

Anónimo dijo...

El detective lechugo es del atleti?

Maruxiña dijo...

Jajaja, es tu cumple mon amour, el detective lechugo lucirá los colores que tu quieras y Melinda nos permita :)