Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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lunes, 26 de septiembre de 2011

Hierba pura (alucinación otoñal)

Salgo a correr, dos semanas más tarde. Dada mi constancia en la tarea, lo de correr es un decir. Mis avances en resistencia previos al verano se han visto mermados. Una asignatura más en la que esmerarse este curso.
Me encamino hacia El Retiro con idea de disfrutar sensorialmente de la experiencia. Sí, me ha vuelto a suceder: el pressing otoñal del "inicio del nuevo curso" me ha abocado, una vez más, a buscar apoyo moral en mis lecturas. No os confesaré que llevo y traigo en la mochila estos días. Pero en sus páginas hay una recomendación encaminada a fomentar el uso de los diferentes sentidos, para aumentar nuestro mapa del territorio. No dice eso exactamente, pero es por abreviar.
Bajo por la calle identificando el olor a gasolina quemada de los coches, la goma de los neumáticos. Le mando un mensaje de ánimo a mi aparato respiratorio, en escasos minutos el aire será otro. Accedo a El Retiro, noto la humedad sobre mi piel. El aire es muchísimo más fresco. Y el olor. Huele a hierba. Descubro que la nube de polvo de la que os hablaba el otro día sigue existiendo y me doy cuenta de que es la arena que levantamos los esforzados deportistas que recorremos el Retiro.
Ignoro la polvareda y aspiro el aroma a hierba... huele a hierba, hierba, pero vamos, que apesta a hierba quemada, en realidad, hierba liada, aspirada y expulsada. Huele a hierba a cada paso. A la quinta zancada me entra la risa floja. Je, je, huele a hierba en el Retiro, repito como un mantra mientras siento mi cuerpo cada vez más ligero.
Unos metros más abajo, al final del Paseo de Coches me encuentro con una exposición -no sé si se puede llamar así- de la Policía Municipal. Me planto en el centro, muerta de risa. Agente, huele a hierba en El Retiro y eso que la pasma anda cerca. Me doblo en dos usando la cintura como eje. Los niños me miran con ojos muy grandes, no sé porqué me recuerdan a la ballena de Pinocho y me da pena. Dos agentes me levantan en vilo. Me siento tan ligera. Eso es que he bajado los siete kilos que quería bajar gracias a la carrerita de diez metros que me he echado, pienso.
¿Tienen algo de comer en esa tienda? Les pregunto a los agentes. No consigo distinguir sus caras y me lamento porque nunca soy capaz de ver toda la belleza humana de los hombres que conozco. Pero Mel ¿qué haces aquí?, es C. que está patinando con sus retoños. Je, je, pareces mama pato ¿llevas algún bocata en esa bolsa?
Y ya no recuerdo más. Dice C. que me desmayé y uno de los agentes me llevó hasta el Samur. No querían creerle cuando apostó que yo no había fumado, pero tuvieron que rendirse a la evidencia. Síndrome de ambiente no viciado, dictaminaron. Muy corriente estos días, sobre todo entre "cuarentañeros" entregados -recientemente- a la vida sana. La prohibición de fumar en lugares cerrados deja nuestros organismos desprotegidos. Eso o el esfuerzo de la carrera.
Le decimos que lo primero ¿vale? les rogó C. que siempre vela por mi autoestima.

En la foto el árbol más viejo de Madrid

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que pasó es que alguno de mis hijos se quitó los patines. Mira que siempre les digo que echen los calcetines a lavar, pero que si quieres arroz Catalina. Esos calcetines se marcaron un zapateao delante de la autoridad policial. Tú caiste desmayada, nosotros corrimos delante de los antidistubios. En fin, hay días en que las cosas no salen muy bien. Pd.El piloto del helicoptero no te quitaba ojo del culo, y le dije que mucho cuidado porque le ibamos a exigir "brutalidad policial". ¡Viva el cuerpo! . C

Edu dijo...

Pero de verdad estás corriendo???, pues ahora te mando una convocatoria de una carrera popular por el retiro de solo 5 km y para una buena causa (para recaudar fondos para investigación).
Por cierto, el árbol es un ciprés calvo.

naturline dijo...

Mu gusta tu blog, respecto al árbol es muy bonito