Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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jueves, 11 de febrero de 2010

Horror... es él


Tiemblo en estas fechas. Paseo por la calle y todos los escaparates están llenos de corazones, me asomo a Internet y todas las páginas te ofrecen ideas para regalar, planazos locos y viajes inolvidables para vivir en pareja. El amor me ronda, pero no me persigue.
San Valentín es una fecha rara, rarísima, solo autorizada para parejas totalmente consolidadas. En caso contrario no deja de tener sus inconvenientes.
Si acabas de conocer a alguien, ambos os haréis los locos, como si no os hubieseis enterado de que es catorce de febrero (aunque en el fondo os sabréis afortunados por no ser uno de esos "lobos solitarios" que no tendrán en quien pensar en día tan señalado).
Si el rollete empieza a consolidarse, pero todavía no está muy claro (a pesar de todo, esbozarás la sonrisa orgullosa de saber que tú eres de esas personas que les dan sentido a ese día), te preguntas nerviosa si debes comprar algo, si llegas sin regalo y tú no llevas nada no es que quedes mal, es que sufres porque el otro se sentirá patético, lo que intentará disimular con la primera gracieta tonta que se le ocurra. Si es el caso contario, la que te sentirás patética serás tú, y en grado mayor, en el primer supuesto él quedará de "detallista" y sensible, pensarás "qué mono", en el segundo tú te sentirás cursi y ñoña.
Siempre tienes la opción de buscar algo "original", no comprometido y que parezca casual, por ejemplo, un CD de oferta comprado "improvisadamente" en el Vips o algún sitio así, porque te gusta y ya estás cansada de la música que compartís en el coche. En realidad no es un regalo para él, sino para el coche, para los dos. Es económico, correcto y no implica compromiso.
Pero claro, eso es si tienes alguien para darle sentido a esa terrible fecha que se acerca todos los años como si se tratase de un examen. Si llegas a San Valentín, nuevamente, sin pareja, calcularás el número de años que se ha repetido la experiencia y te preguntarás qué le has hecho tú a San Valentín para que se presente en tu vida todos los años a hurgar en la llaguita.
Claro, que siempre queda la opción de hacerte el loco, y ver si la fecha pasa sin pena ni gloria, y si alguien te pregunta soltar la consabida frase "¿San Valentín?, ese invento del Corte Inglés para sacarnos los cuartos" mientras a escondidas cruzas los dedos e imaginas la escena: catorce de febrero, once y media de la mañana, suena el timbre, abres la puerta, todavía en pijama, recien desayunada y te encuentras... un misterioso ramo de flores.
(Ufff, tengo que dejar de ver comedias románticas)

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