Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

sábado, 16 de junio de 2012

Haciéndola mía


Lo que más he gastado estos días, vil metal aparte, ha sido suela de zapato y algún que otro kilito, y todo esto pasito a paso. Avanzo con un pequeño plano en el bolsillo, que consulto en contadas ocasiones, solo por confirmar alguna calle. No es la primera vez que visito esta ciudad y, a grandes rasgos, me oriento sin problemas por el centro. 

Según leyendas de género, parece ser que soy una mujer atípica, me manejo bastante bien con un mapa en la mano y recuerdo sin problema mis paseos urbanos. Eso, claro, si soy yo mi propia guía. Soy tan facilona que si alguien se encarga de llevar la batuta pierdo completamente el Norte, me desentiendo y me limito a respirar el aire y a llenarme los ojos de imágenes, colores y figuras.

Esta noche, tras salir desde la oscura sala del cine a la envolvente luz del ocaso*, y después de despedirme con media pinta de la compañía, he iniciado mi camino de regreso hacia casa. Aquí, un poquito más al Norte, el día es más largo en esta época del año.

Camino hacia el Sur, pero mi sensación es de subida. El abrigo abrochado, las manos en los bolsillos, sentidos activados... Poco a poco, dejo de ser una simple turista. Nos conocemos. La ciudad y yo. Está claro que no es el mismo grado de complicidad que tengo con Madrid. Pero me siento en casa, paseo... tranquila, confiada... Poco a poco la ciudad se me va regalando y yo la voy haciendo un poquito mía... Cuando me he dado cuenta, me he parado, he dado media vuelta y he sacado esta foto anodina, tranquila, cálida, un poco húmeda, cotidiana, sencilla...

*He aquí un guiño bastante paralelepípedo a una de nuestras lecturas/pelis adolescentes: E., M., C., si me cazáis al vuelo os invito a una pinta.

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