Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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jueves, 1 de julio de 2010

Logística vacacional (Desventajas... y ventajas de ser impar II)

Llega el verano. Cualquier cambio en la rutina es un reto para el impar, non, single, o cualquier otro apelativo que quieras usar. Diciembre y su lista de propósitos marca el inicio del nuevo año. Poco a poco normalizas tu vida y aceptas que no es tan grave no cumplir ninguno de esos propósitos, eres feliz, tu vida está controlada, te apuntas a cualquier plan y siempre hay alguien al otro lado del teléfono -aunque sea después de recorrer toda tu agenda y que el teléfono eche humo- dispuesto a dar una vuelta de última hora. Madrid tiene esa ventaja, gente, mucha gente.
Pero de pronto, de la noche a la mañana, porque el tiempo vuela desde hace unas décadas, te das cuenta de que estás en verano. Y si en diciembre tiemblas porque no sabes si alguien habrá incluido en su carta a los Reyes algo para ti, en junio caes en la cuenta de que no tienes ni idea de dónde, cuándo y con quién te irás de vacaciones. Llega un momento que por costumbre, aumentas el número de preguntas y te llegas a plantear ¿por qué? ¿por qué me tengo que ir de vacaciones?, pero lo peor llega cuando alcanzas la última W ¿Cómo? ¿Cómo voy a conseguir irme de vacaciones? Ahhhhhhhhhhhhhhhhg!
Ya sé que es falta de previsión, si en el mes de marzo hubiese tenido ahorrada una cantidad de más de cuatro cifras en el banco y trabajase en un lugar donde en febrero se cierra el calendario vacacional, ahora podría estar haciendo mis maletas para el Caribe, el Asia Central o Alaska, pero no es así.
Aún no sé si tendré vacaciones, ni cuando. En la oficina nos miramos con desconfianza. "Esa tiene pinta de ir a pedir Agosto". "Huy, qué egoísmo, si esa está soltera, pues a Manolo le dan del uno al quince, así que yo tengo que coger esas fechas. Primero deberíamos elegir los casados", he acertado a oír hoy a mi paso. Bien, dado que no tengo ningún plan preconcebido aceptaré esa catalogación de ciudadana de segunda clase, según la cual los solteros: deberíamos cobrar menos, ser despedidos los primeros en caso de ERE, quedarnos con los días de vacaciones que nadie quiere, y otras cosas absurdas. (Si tuviera plan preconcebido no tendría más remedio que sacar mis garras de soltera insensible y pelearme por el uno al quince, pero ya lo he dicho, lo dejaré pasar).
En revancha me paseo por la oficina, con aire de "sobrada", como si no me preocupase, porque yo, yo, yo soy soltera, y puedo cogerme un billete de última hora con destino al punto más exótico del planeta y vivir aventuras inimaginables, con los tíos más exóticos y peligrosos que se me ocurra. (Por poder, puedo. Ventaja número uno).
En realidad y como no tengo plan preconcebido, sufro el síndrome de la "creación de oportunidades". He llamado a todos mis conocidos solteros me he enterado de sus planes y me he apuntado a todos (Ventaja número dos, siempre hay un huequito para uno más).
Sé que después de tanto "lamento", estaréis esperando al menos otra ventaja. Está bien: la ventaja número tres es que viajo ligera, sin mini-cunas, y sin Manolo, no tengo que colocar la mascota, ni desmontar toda una organización de cuidadoras, campamentos de verano y abuelas abnegadas para intercalar las vacaciones.
Es la cara y cruz, las luces y las sombras del maravilloso mundo de la soltería.
(Para que nos entendamos: es como tener el pelo liso o rizado, siempre quieres tenerlo de la manera contraria)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tengo un compañero de recorrido que es impar y hoy, mientras ascendíamos la cuesta camino del trabajo me hablaba de su viaje relámpago a Berlín, de las noches interminables en una ciudad jóven, y llena de tendencias yo iba a su lado casi flotando mientras mi mente barajaba los distintos puntos de arreglo de electrodomésticos Taurus, donde puedan devolverle la vida a mi central de planchado y me recuperaba del "cansancio extremo" que padecí anoche, cuando me senté en mi sofá por primera vez en el día a las 23:15. C