Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

lunes, 19 de julio de 2010

Vete tú a saber...

Vete tú a saber la historia de ese hombre que llegó esta mañana hasta la ventanilla del Registro de la Propiedad. Perdido, con actitud tímida. Ropa desgastada. Le faltaban los dientes delanteros en la parte inferior de la boca. Llevaba una vieja bolsa de viaje, pequeña, al hombro. Y los ojos rojos y con fondo triste. Quería localizar a una mujer que conoció.
"Es que he estado fuera y ella se mudó". Buscaba la forma de encontrarla, sin saber a qué zona se marchó. "Dejó el piso que no era suyo y si lo hizo tiene que haberlo hecho porque compró uno". La mujer de la ventanilla le miraba, le explicaba que no podía localizarla, que cada Registro gestiona sólo una parte de callejero. Le quería decir que a sus edades, es difícil buscarse en Internet, ¿o no? Pero aquel hombre no tenía aspecto de conectarse a la red. De saber que hay un mundo paralelo aquí dentro. ¿Y por qué a sus edades? ¿Y si a quién buscaba era a una hija y no a una ex-novia, a una ex-amiga o a una ex-mujer? ¿De dónde venía? ¿De otra ciudad, de otro país, de un sitio dónde no cantan los pájaros y duermes tras barrotes? ¿Se alegrará la mujer si algún día le abre la puerta o se llevará el peor susto de su vida? ¿Quiere ser encontrada? ¿Se acordará de él?
Todo eso pasaba por la cabeza de la mujer de la ventanilla intentando leer en la mirada de aquel hombre, soñando que tenía delante al protagonista de una novela. Una novela de amor, o de miserias, o de miedo y de persecuciones. Una novela triste. Y la mujer de la ventanilla, que tenía la imaginación loca y la rara costumbre de conmoverse con un sonido alegre, un olor reconocible, una mirada..., se quedó allí plantada. Pensando que quizás no había hecho lo suficiente. Que quizás había sido demasiado desconfiada, presuponiendo que esa ella tal vez no quería ser encontrada.
Y se preguntó si algún día alguien, ya desdentado, removería el cielo para encontrarla, tal vez, perdida en las lagunas de su memoria.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo creo que es un psicópata, "el asesino sin dientes" que selecciona a sus víctimas en los Registros. Podía hacerlo en la guía de teléfonos pero eso está muy visto. Tal vez sus víctimas son empleadas soñadoras de las oficinas públicas y tenga ahora mismo tu foto en una siniestra agenda rodeada por un círculo rojo. Amor, estás en peligro, vente a mi tejado, yo te esconderé hasta que se olvide de tí. Nos tomaremos una cervecita mientras hablamos de discursos enguarrinados por familias histéricas.

Anónimo dijo...

Podría ser el cobrador del frac y no tiene dientes porque se los ha dejado en el árbol clavados cuando ha frenado la moto en la puerta del Registro. ¿qué dices mon coeur?