Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

jueves, 24 de septiembre de 2020

¡Ya vale!

Después de esta semanita que llevamos en Madrid, colofón -por el momento, claro- a la gestión política nacional, no ya del último año, sino de las últimas décadas, no queda más remedio que decir ¡basta! y exponer mi teoría política actual. Señores políticos, salgan de la campaña electoral y hagan su trabajo: procurar el bien de la mayoría... y de las minorías, el de todos los ciudadanos. Y cuando digo señores políticos hablo de todas las tendencias y todos los partidos, hablo de todos los escaños y demás asientos institucionales.

Esto no funciona. Lo siento, hace falta un total cambio de paradigma social y político. ¿Y cómo hacemos? ¿Cómo hacemos llegar a la clase política nuestro total desacuerdo con su forma de actuar? ¿Cómo paramos los pies a sus excesos y a su impunidad? Pues no lo sé, porque la violencia no entra en mis planes, la violencia no me va y además me parece incómoda. Os parecerá que ya me ando yo con mis disquisiciones happyflower. Pues sí, hace falta mucho happyflower para sacar adelante una sociedad con mimo y cuidado.

Y he dicho cuidado, y de eso se trata, porque la sociedad -ya lo decía Rousseau, y ya sé que es cita manida- es un contrato social destinado a facilitar la vida al individuo, a protegernos unos a otros. Que la unión hace la fuerza no lo duda nadie y que para poder sobrevivir necesitamos vivir en sociedad creo que tampoco (a no ser que vivas en una maravillosa isla desierta con tu perro y las consabidas diez cosas que te llevarías a una isla desierta).

Por eso, se me remueven las entrañas cuando se aprovecha esta situación que nos hace tan vulnerables para dividirnos aún más. El lunes, el nuevo confinamiento por barrios -que no voy a entrar a valorar- se aprovechó para fomentar, de nuevo, esa bipolaridad que parece que no somos capaces de sanar en ese país. Por un lado, parecía que se señalaba a los imprudentes, esos que no se han sabido mantener alejados del virus (¿en serio hubo alguien que se atrevió a hablar de las "costumbres" de nuestros inmigrantes? ¡qué diplomacia, madre!, por no decir que estupidez, carallo); por otro, ya se está gritando que si es un castigo a los barrios del sur, que si se les obliga a vivir solo para servir a la élite, etc. Bla bla bla bla, diría yo.

Fomentar el enfrentamiento y el odio social ("sí, yo sufro odio social", me espetó un amigo de un amigo hace ya bastantes años, y yo me quedé muda y desarmada, porque nunca se me había podido ocurrir que se pudiera sufrir tal dolencia. Y lo que debe doler eso, Dios mío) es una irresponsabilidad que se practica en este país con mucha ligereza. Y estoy harta de tanto odio -¡me lean ustedes a Caroline Emcke, puñetas!- y tanta mala leche.

Fomentar el odio, dividir a la gente, desviar la atención, desviar fondos, hacer campaña electoral permanentemente, creer que los problemas desaparecerán con el tiempo o por intercesión divina, escudarse en "el que llegue detrás que arree", cerrar filas como si existiera el pensamiento único... son cositas que se me ocurre, así de pronto, que caracterizan la gestión política actual, coreada por los medios (qué penita, mare).

Y hace falta un cambio, y no sé como hacerlo. Es cierto que creo en el poder individual de cada uno para intentar que tu entorno sea lo más armónico posible y tú ser la mejor persona posible, pero así vamos a tardar en cambiar eso. Demasiado happyflower hasta para mí.

Hace falta unión, imaginación, buena voluntad y políticos que agarren el toro por los cuernos y desde dentro -sí, yo todavía confío en que hay gente decente en las altas esferas- den un toque de atención y paren esto. Dejando los partidismos aparte, en serio, reivindiquen ustedes la integridad y la honestidad diciendo ¡ya vale! Dejen de estar en segundo plano, dejen de consentir esta basura, encabecen ese ¡ya esta bien! y tomen las cosas en serio.

Una acción social, mediática, intelectual y política que reivindique la solidaridad, la buena gestión y la honradez y que exija acción y tansparencia, pero con energía y con ánimo de obtener resultados, claro, postureos fuera. De momento es todo lo que se me ocurre. Yo sigo dándole vueltas, pero igual alguno de vosotros tiene mejores propuestas. ¡Ay, que dolorcito, mare!

 

No hay comentarios: