Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

martes, 8 de septiembre de 2020

Palabras

 

Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras... así empieza Neruda una reflexión que intercala en sus memorias y que no tiene desperdicio (os recomiendo que lo busquéis en google, lo he comprobado y lo encontrais seguro). Solo por ese texto me doy la enhorabuena por haberme sumergido en la lectura de su Confieso que he vivido hace ya muchos años.

Cada vez que hablo de la magia de las palabras, del amor que le tengo a este idioma en el que pienso, siento, respiro y vivo, me viene a la memoria el texto de Neruda. Estos días he estado sumergida en palabras. Por una mala gestión de mis estudios en el primer cuatrimestre se me quedó de aperitivo veraniego la fonética histórica. Una asignatura tan intrincada como apasionante. ¡Qué lindo, ver nacer las palabras de esta lengua nuestra! e intentar abarcar todos los procesos que se mezclan y entremezcan para que AQUAEDUCTO se convierta en aguaducho, CICONIA en cigüeña o PUTEO en pozo, por poner unos ejemplos. Leer palabras en latín y ver como, poco a poco, descubres esas YOD juguetonas que desfiguraron la pronunciación inicial de esos vocablos para hacer nacer, con el tiempo, los sonidos que hoy representamos con la j, la ch, la z, la ñ o la y

Si algo mágico hay en este mundo, sin duda es el lenguaje, la lengua en que nos expresamos cada uno. Por eso disfruto cada vez que me embarco en alguna nueva asignatura de este grado que hago a contrarreloj pero con pasión, loquita por volver a las aulas en posición invertida. Por eso me sorprende que la gente no se pare maravillada, al menos una vez al día, y se diga: ¡milagro del lenguaje! Por eso me siento impotente cuando algún adolescente conocido me confiesa que la asignatura de lengua le repele y le doy vueltas y vueltas, y le seguiré dando vueltas y vueltas, a como contagiar este enamoramiento mío ante cualquier grupito de letras que se juntan para formar una palabra. Por eso, cada vez que leo algún libro de contenido literario o ensayístico que me llena, se me enciende el cerebro y celebro y gozo y sí, lo confieso, tengo orgasmos intelectuales. Porque el cerebro humano es sorprendente y ejercitarlo produce placer, pero todo eso es posible gracias a las palabras, porque somos palabras y somos lenguaje y eso hay que celebrarlo. Y sí, se me ha ido la pinza, pero es que intelectualizarme me pone a mil... soy así de rarita, qué le voy a hacer.

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