Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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jueves, 18 de julio de 2013

Enanos


Hace unas semanas saqué un proyecto que tenía archivado en mi ordenador y me fui a ver a un amigo mío. Le conté de que iba y le pedí consejo para poder moverlo. Mejor que eso, me enroló por unos días en su equipo de monitores. Y aquí me tienen, disfrutando de cinco días rodeada de enanos dispuestos a crear y creer historias.

Me encanta. Sentarme en el suelo, cruzar las piernas y ver como se sientan, uno a uno. Les digo que vamos a inventar historias y sus ojos se agrandan. Les hablo de monstruos y su cara se ilumina. Les enseño los diez cuentos que llevo en mi maleta y descubro en sus gestos el deseo de hacerse con ellos, con la historia que encierran. Me reservo el elegido para el final, lo abro mirando hacia ellos y comienzo a contar la historia que leí unas tres veces antes de apoderarme del relato de Bubu y poderlo relatar con mis propias palabras para que ellos disfruten de las ilustraciones.

Me escuchan, con los ojos como platos y algunos con la boca abierta de par en par. Y yo, me pierdo en la historia y en sus caras. Disfruto.

Luego les propongo que piensen en su monstruo, que lo dibujen, que imaginen qué come, dónde vive. Cogen las hojas de colores que les reparto, eligen las pinturas que van a utilizar. Los hay que acaban en un segundo y no se paran a colorear, otros pintan un monstruo de colores. Ninguno es igual que otro. Cada uno tiene muy claro como es su propio monstruo.

Y cuando han acabado les cito en la puerta de la Ciudad de los Monstruos para que se presenten ante Peloto, el Rey. Me encanta mantener conversaciones surrealistas con esos pequeñajos de imaginación desbordante. Sus monstruos toman sopa de bichos, destrozan piedras, comen coches con gente, no tienen preferencia por el tipo de persona que haya dentro, ponen cara de monstruo y alguno gruñe...

Si acabamos pronto y hay tiempo les dejo que hojeen y ojeen los libros. Se abalanzan hacia ellos, los comparten, se los cambian. Y puedo sentir la magia de las historias flotando entre sus manos.

Aprendo.

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