Estoy aquí sentada, con la casa patas arriba, el cuerpo
molido y rodeada de trastos. Cada vez menos trastos. Durante estos días he
repartido un montón de enseres, de diferente tipo, la mayoría antiguos, pero
todavía resistentes y con una larga vida por delante. Igual que estas
habitaciones lo harán en un par de días, un montón de objetos han cambiado de
manos durante la última semana y empezarán una nueva vida.
Me gusta. Siento que la energía fluye. Hace unos días
apareció H. y llenamos una furgoneta de mercancía para su tienda de segunda
mano. Hoy mi chapuzas preferido, con su blanca y seductora sonrisa, después de
reparar unas cosillas, ha salido por esta puerta con los ingenios que durante
mucho tiempo me han ayudado a preparar mis desayunos.
Un poco más tarde he bajado a la calle, con una bolsa llena
de papel para reciclar y la idea de pasarme por le supermercado más cercano y
pedirles unas cuantas cajas para seguir metiendo trastos. No me ha hecho falta,
en el contendor, a la altura de mis manos, me esperaban seis o siete cajas
completamente nuevas y perfectamente apiladas. Y entonces he vuelto a recordar
lo evidente.
1 comentario:
Bueno, ahora tienes oportunidad de empezar "otra vida" y encima sin cargas... ohmmmmmm
Publicar un comentario