Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

viernes, 28 de diciembre de 2012

A pocos días de la hora U (de Uvas)


Os diréis que ocurre en el balcón que está semi-mudito, o igual no os decís nada, el caso es que llevo cerrando ciclos cerca de medio mes, si no un año entero. Cierro, hago un interludio, cierro, o dejo abierto, vuelvo a empezar... Ha sido un año extraño éste, y en contra de lo que opinará mucha gente no lo cierro con la sensación de annuus horribilis, para nada.

Es cierto que podría haberlo exprimido más, pero yo siempre me quedo con la sensación de que todo se puede exprimir un poco más, así que eso no cuenta. Por eso, de un modo egoísta, personal e intransferible, le bailo a 2012 y me quedo tan ancha.

Me quedé sin trabajo, me mudé, al menos tres veces, viví en cuatro casas diferentes, añadí nuevos amigos a mi vida, modifiqué mi relación con otros, me llené los ojos de verde, de naturaleza, estuve conmigo misma y mis circunstancias, me plantee preguntas, muchas de las cuales siguen sin respuesta...

Es cierto que no puedo presumir de grandes logros en este año, pero sí de no haber sentido en ningún momento sensación de ociosidad. A nivel personal este año que termina fue interesante, pero no deja de ser el preludio del presente que ya transcurre y de muchas cosas que tengo que mejorar o recuperar, como mis clases de yoga, mi rumbo laboral, sacudirme esta sensación de caminar por el borde del cinismo que me inquieta estos días...

Pero somos, o al menos yo lo soy, os lo he dicho mil veces, volubles y cambiantes. Así que estas semanas de silencio en los que me he parado de nuevo a observarme me doy cuenta de que si algún día pensé que mi lado racional y mi lado emocional se habían fundido por fin en una coherente madurez, una de dos, o estaba equivocada o a mi la coherente madurez me la refanfinfla, en resumen, echo de menos los ojos grandes de mirarlo todo y de sentirlo aún más... así que en este 2013 que comenzará en breve, a la cabeza de la lista de mis tareas pendientes anoto: recuperar esa despreocupación melíndica absurda y sencilla que se me debió caer del bolsillo hace unos días, o unas semanas, o unos meses, ya no puedo recordarlo...

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