Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

jueves, 22 de junio de 2017

Ocupas en el balcón

Volver a casa, después de una ausencia demasiado prolongada, y encontrarte que el balcón está atrancado. No hay manera. El momento que siempre has temido ha llegado. Tu vida virtual está compuesta de una red de correos, usuarios y contraseñas que se entrecuzan y tu mente se ha quedado en blanco.

Tras tres sms, cinco mails y una libreta para apuntar las nuevas contrañas, retomas el control y te asomas de nuevo a tu balcón. Te reeencuentras con tus alter ego, perdidos entre bits y el olvido.
Lees por casualidad algunas de tus entradas antiguas y te sorprendes de aquellas flores tan llenas de alma y tan bien cuidadas. Eras buena, te dices, me sorprendes. ¿Lo habías olvidado?

Hace tanto que no te dejas llevas por las palabras, que no opinas, no inventas, no cuentas, no imaginas sobre el papel o la pantalla, que tus dedos se sorprenden al deslizarse por el teclado y te parece que ahora van más rápidos que tu propia mente, aunque siempre fue al revés.

Desde hace meses buscas una señal que te vuelva a tu ser, que te saque de la inactividad creadora de el último o los últimos años. Piensas que no tienes nada que contar, parece que el tiempo se ha detenido y el calor te derrite la sesera aún más que nunca.

¿Eres la misma persona de hace ocho años? Un poco sí y un mucho no o un mucho no o un poco sí ¿quién sabe? Y de pronto, qué tonta, te pones nostálgica. Pero no te dejas atrapar. Te sientas erguida sobre la silla, te inundas de prana y te repites: adelante, siempre adelante.

Te has planteado si cerrar la ventana y abrir, quién sabe si una puerta, pero no, no abandonemos el balcón, lo reconquistaremos. Atras ocupas: desidia, abandono, parálisis, miedo. Mis diez dedos y mis siete chakras volvemos a la carga... y que salga lo que salga.


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